Pertenecen a la columna vertebral de la industria automotriz. Son la guía medular, los cimientos, los bocetos, las fuentes de inspiración, los pioneros, los imprescindibles. Están en la genética de cada auto, en el recuerdo de cada vehículo, aquellos que le deben el respeto y la gratificación a los padres de la industria. Modelos que cambiaron el mundo del motor y el mundo todo: alteraron los tiempos, las economías, las familias, la movilidad. En el hilo histórico que guió la evolución de un invento revolucionario hay capacidad para cinco casilleros. Allí, regidos por la cronología, se ordenan el Benz Patent-Motorwagen, el Ford Model T, el Willys, el Volkswagen Beetle y el Mini. Los porqué, los secretos, los tiempos históricos y su influencia en el devenir de los autos determinan su trascendencia.
Benz Patent-Motorwagen
Hay unanimidad entre los historiadores: el faro de Karl Benz consagra al primer automóvil propulsado a combustión interna de todos los tiempos. El 29 de enero de 1886 es el punto de origen de una próspera y fecunda industria. La fecha responde al otorgamiento de la patente del revolucionario instrumento móvil: 37435 fue el número del registro alemán de patentes. Recibió el nombre de Benz Patent-Motorwagen, la traducción literal de quién era, su presentación: "auto a motor patentado Benz". Tres ruedas, una sola marcha, un propulsor de combustión fósil dotado por un único cilindro de 462 cc, una velocidad máxima no superior a los 17 kilómetros por hora, una potencia máxima de 0,9 caballos. Se movía gracias a la gasolina que para aquellos años sólo se vendía en farmacias. Presentaba innumerables innovaciones de época: construido con tubos de acero y paneles de madera, caucho sólido y llantas de acero para las ruedas, con la firma propia de Benz. Era un vehículo funcional: motor, chasis y tren de tracción constituían una unidad integrada. Su aparición pública, fechada el 3 de julio de 1886, despertó controversias, desconfianza, temor. Era una máquina peligrosa que corrompía los esquemas de movilidad reinantes.
La revolución cultural conservó un lugar preponderante a una mujer: Bertha Benz, la esposa de Karl, responsable del primer viaje sobre un vehículo propulsado a combustión interna de la historia. Robó el invento y emprendió un recorrido rural de 90 kilómetros desde Mannheim hacia su ciudad natal Pforzheim junto a sus hijos Egene y Richard. La mañana del 5 de agosto de 1888, dos años después de la aprobación de la patente, comenzó la aventura de la industria automotriz. Percances técnicos y logísticos confabularon con la gesta: poca autonomía y almacenamiento de combustible, ruta desconocida, motor recalentado y frenos desgastados. Para el camino de regreso, con las previsiones de rigor, el vehículo -aunque rudimentario- demostró ser confiable y eficiente. La travesía -la hazaña- crió un cambio en la consideración popular. Las suspicacias cedieron y el Benz Patent-Motorwagen -el auto en su denominación general- funcionaba.
Ford Model T
"Voy a construir un coche para el pueblo: el automóvil universal". Era 1906 y un tal Henry Ford avizoraba su sueño. Dos años después, fabricó el Ford Model T, no con un principio filantrópico en pos de la evolución de la humanidad, sino para generar réditos en su economía. Fue el primer automóvil fabricado en serie, sobre línea de montaje. El 27 de septiembre de 1908 en la Planta Piquette, en Detroit, Michigan, la industria daba un paso prioritario para la producción de vehículos de gran demanda. El Model T expandió las fronteras del automóvil: el "fordismo", aquél sistema socioeconómico regido por la producción industrial, permitió popularizar un servicio de transporte hasta entonces aristocrático gracias al descenso en los costos de fabricación masiva.
Ford alteró las formas convencionales: su proyecto rupturista pretendía promover e introducir la era del consumo masivo al producir un automóvil al alcance de todas las clases sociales. Era el final de un objeto de fabricación artesanal y de costo prohibitivo. Fue reconocido como el "automóvil más influyente del siglo XX", una etiqueta que respaldó con criterios evolutivos. Desde la calidad y la cantidad de las innovaciones que presentaba hasta su voluntad de proliferación: sencillo de conducir, barato y fácil de reparar, era menester multiplicar el sentido de una tecnología avanzada. Se fabricó hasta 1927. En 1921, casi el 60% de la producción mundial de automóviles correspondía al Ford T.
Willys
Año 1940. Estados Unidos no estaba involucrada en la Segunda Guerra Mundial, pero de alguna manera deseaba intervenir. En junio de aquel año, las Fuerzas Armadas elevaron una licitación a 135 compañías automotrices: tenían menos de 50 días para presentar un vehículo de reconocimiento ligero con un detallado requisito. Cada compañía debía producir 1.500 unidades con un diseño específico: capacidad de carga de 270 kilos, peso bruto inferior a 590 kilos, tracción en las cuatro ruedas, caja de transferencia de dos velocidades, arquitectura rectangular, parabrisas plegable, menos de un metro de alto y menos de dos metros de distancia entre ejes.
Estaban concibiendo, sin saberlo, el primer vehículo de la historia con condiciones off-road. La firma American Bantam Car Manufacturing Company había fabricado el modelo ideal pero carecía de infraestructura para responder a la demanda del ejército. Los planos pasaron a manos de la solvencia que declaraban otras dos compañías: Willys-Overland Motor Co. y Ford Motor Company. El primero se consagró como el principal fabricante de vehículos militares estadounidenses gracias al acoplamiento del celebérrimo motor Go Devil, un cuatro cilindros de 2.2 litros y sesenta caballos de potencia. Ambas firmas contribuyeron a derrotar al fascismo: más de 200 mil unidades fueron vendidas a ingleses y soviéticos para asaltar Berlín desde Moscú y Normandía en mayo de 1945.
Concluido el conflicto bélico, la firma norteamericana invadió el mercado automotriz con un modelo sólido, eficiente, con alto nivel de respuesta. Era el germen del mítico Jeep, un modelo icónico, permeable al paso del tiempo, cuidadoso de su estética y responsable con la idiosincrasia de un modelo que profesa principios de aventura, juventud, atracción, resistencia, fiabilidad. Un armonioso equilibrio entre la belleza de lo simple y el pragmatismo. Los porqué de su influencia.
Volkswagen Beetle
El auto más popular de todos los tiempos es una historia en sí mismo. Nació para tal propósito, bajo esa única premisa: ser popular. Luego los hechos lo convirtieron en uno de los automóviles más icónicos de la industria y el cuarto vehículo más vendido de la historia. Pero su concepción fue idea de Adolf Hitler, obra encargada a Ferdinand Porsche, con el expreso pedido a Volkswagen de crear un vehículo que motorice al pueblo germano, un "auto del pueblo" que reactive la economía abatida por la Segunda Guerra Mundial.
Porque aunque su nacimiento esté asociado a un escenario sociopolítico teñido de tragedia, evolucionó hasta configurar una personalidad vitoreada. El Volkswagen Type 1 es también el cariñoso "Beetle" o el simpático "Escarabajo". Se ufana de un diseño inteligente, eficiente, aerodinámico, con un propulsor simple de cuatro cilindros refrigerados. Desborda carácter, versatilidad, atemporalidad, distinción, belleza, atravesó épocas, estatus sociales, niveles culturales. Comenzó a fabricarse en 1945 y dejó de existir en 2003, media década después de que la automotriz lanzara el "New Beetle", la última generación de la silueta más reconocida de la historia de los autos. Su estadística cerró en 21.529.464 unidades vendidas del auto con el diseño más duradero de la industria.
Mini
Asumió la revolución del concepto de auto urbano. Inauguró nuevos estándares, instauró nuevas ideas. Fue catapultado al altar de los vehículos populares en la segunda mitad del siglo XX cuando las esquirlas de la Segunda Guerra Mundial detenía el progreso. Emula las formas que inspiraron al mítico Beetle: la reconstrucción social luego del conflicto bélico demandaba autos accesibles y confiables. Sus dimensiones compactas, su utilidad, su fiabilidad, su dinámica ágil, la sencillez de su uso hicieron del Mini el auto británico del siglo XX por excelencia.
Nació como resultado de la fusión entre las fábricas Morris y Austin. El conglomerado pasó a llamarse British Motor Corporation (BMC). El 26 de agosto de 1959, dos años después de la presentación del prototipo, lanzó al mercado el Austin Seven y el Morris Mini Minor: o simplemente el Mini. Con el propósito de época -motorizar al pueblo con un auto- como principal virtud, fundó una marca, una imagen, unas líneas de alta permanencia en el imaginario colectivo. Antes símbolo popular, hoy objeto de estatus social, el Mini quedó detrás del Ford Model T en la encuesta internacional que consagra al auto más influyente del siglo XX.
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