Sesenta años de vigencia, permanencia y consolidación de un mito. El Fiat 500 es un auto aunque no sólo eso. "Si bien ha dejado indudablemente su marca en la historia del automóvil, es igualmente cierto que nunca ha sido sólo eso", celebró Olivier François, director de la marca Fiat y director de Marketing de FCA. El festejo de su aniversario fue condecorado con una declaración de amor: la adquisición de un ejemplar para integrar la colección permanente del Museo de Arte Moderno de Nueva York.
El MoMA expondrá un ícono de la industria automotriz, un embajador mundial de la firma italiana, uno de los símbolos más emblemáticos y significativos de la historia, el último bastión de la mística y la pureza de un automóvil. Fue el auto que motorizó a la población local de mediados de siglo pasado, con un diseño, un estilo y una épica que se extendió por todo el mundo.
"En sus 60 años de historia, el 500 ha trascendido su manifestación material para entrar en el imaginario colectivo y convertirse en un ícono, que ahora tiene el honor de haber sido certificado como tal al haber sido adquirido por el MoMA, como homenaje a su valor artístico y cultural", agregó François. Martino Stierli, director del The Philip Johnson Chief Curator of Architecture and Design del MoMA, argumentó la integración de un modelo épico a su colección permanente: "El Fiat 500 es un ícono de la historia de la automoción que alteró profundamente el diseño y la producción de automóviles. La inclusión de esta obra maestra sin pretensiones en nuestra colección nos permitirá ampliar la historia del diseño del automóvil tal como la cuenta el Museo". El Museo de Arte Moderno de Nueva York ya exhibe otros seis autos mitológicos de forma constante: el Cisitalia 202 GT, el Willys-Overland M38A1, el Volkswagen Beetle Type 1 Sedán, el Jaguar E-Type, el Ferrari 641 y el Smart fortwo.
El Fiat 500 conquistó una proeza: el respeto estilístico y la identidad inalterable en una vida de evolución. Traspasó su consigna hasta adherirse al imaginario popular, a la inspiración de interpretaciones artísticas que connoten belleza, elegancia sin sacrificar popularidad, masividad. Además de un éxito, un símbolo de propiedad para la masa societaria más vulnerable de la sociedad italiana, una referencia cultural a una forma, un estilo de vida.
La unidad comprada por el MoMA es un serie F, un modelo fabricado entre 1965 y 1972 con un rasgo distintivo: de todos los Fiat 500 -el L, el R, el D, el Sport- es el que presume de mayor cantidad de vehículos producidos. Montaba un motor de 499,5 cc capaz de desarrollar 18 CV y alcanzar una velocidad punta de 95 kilómetros por hora. Del mítico cinquecento, Fiat regó en el mundo más de cuatro millones de unidades, entre 1957 y 1975.
En homenaje al cumpleaños de su automóvil más pequeño y más inmenso de Fiat, la casa de Turín presentó en el edificio Mirafiori, sede de las oficinas centrales de la marca, una estampita conmemorativa, cuya producción estará limitada a un millón de unidades. La bandera italiana, la cronología de sus 60 años, con una de los primeras creaciones en contraste con un ejemplar de la nueva generación y las palabras "Fiat Nouva 500" acompañan la imagen del sello histórico de un auto convertido en una obra de arte.
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