(ATR) De adolescente prodigio a líder de Federación, Olegario Vázquez Raña dejó su huella en el tiro deportivo.
Durante 38 años se desempeñó como presidente de la Federación Internacional de Tiro Deportivo, y se retiró a fines del año pasado. Vladimir Lisin le sucedió en el cargo, tras un proceso electoral.
Fue miembro del COI desde 1995 hasta 2015 cuando se jubiló,y ahora ostenta el estatus honorífico.
En la primera de una serie de tres partes, Vázquez Raña habla con Miguel Hernández de ATR sobre su carrera en el deporte. Hernández, un célebre periodista deportivo cubano, ha seguido a Olegario VázquezRaña desde marzo de 1975 cuando lo vio por primera vez en el Centro Deportivo Olimpico Mexicano.
"Me gustaria ser recordado como una gente normal" – Olegario Vázquez Raña
Cuando le pregunto a Olegario Vázquez Raña, uno de los empresarios más poderosos de México y el único mexicano representante del Comité Olimpico Internacional, ahora como miembro honorario, cómo le gustaría ser recordado, responde: "como una gente normal".
Y lo dice con la sonrisa que lo ha acompañado siempre, o casi siempre.
"He sido y soy una persona feliz y que ve la vida como una oportunidad para estar siempre alegre, sonriente y amable" comenta.
"Si alguna vez tengo algún problema con alguien,trato de resolverlo el mismo día para que no se haga más grande" dice a Around the Rings en su primera entrevista de 2019.
Y lo recalco porque Olegario, no es de lo que ha gustado asomarse con frecuencia a la luz pública para hablar de sí mismo. Teniendo además, argumentos de sobra para hacerlo.
"Efectivamente, no he dado muchas entrevistas. Tengo medios de comunicación y nunca me ha gustado mucho ser protagonista"
Pero mi solicitud logró "clasificar a finales" sobre la mesa de su despacho gracias a Grace Hahn, su afable y talentosa asistente mexicana por 20 años en el Movimiento Olimpico, y en el Grupo Empresarial Angeles, la corporación fundada por Olegario en 1998 en los sectores de Salud, Turismo, Finanzas y Comunicación, con más de 30,000 empleados.
Sólo quedaba tener paciencia según el vaticinio de la propia Grace. "Es que al señor Vázquez es difícil seguirle el paso, no para un minuto" me advierte. Hasta que llegó mi día.
La Transición al Nuevo Liderazgo
A sus 83 años, Olegario le ha "pasado el balón" a un sucesor, el ex directivo de la Confederación europea, el ruso Vladimir Lisin, en el mundo del tiro deportivo.
-Hay quienes especulan que la última votación cerrada por la Presidencia de la Federación Internacional podría ser un augurio de una situación compleja en cuanto a la unidad. ¿Lo cree Usted?
"No", afirma de forma categórica.
"El nuevo Presidente es un hombre que trabajará por el deporte. Empezó e hizo un donativo de 10 millones de dólares, a pesar de que en la cuenta de la Federación quedaron 7 millones 800 mil cuando me retiré y con esto podrá ayudar a los competidores necesitados."
Muchos creen que será muy difícil encontrar a "un nuevo Olegario", considerado "el padre de la modernidad" en el tiro deportivo, el hombre que marcó un "antes y después" en uno de los deportes emblemáticos de los Juegos Olímpicos.
En septiembre de 2018 recibió el homenaje oficial de despedida durante un campeonato mundial en Corea del Sur, el mismo sitio donde en 1978 asistió por primera vez como delegado a una Asamblea General de la Federación Internacional.
Dos años después en la capital mexicana sería electo su presidente en la que nunca pensó estaría ¡38 años! en el cargo. Y en la que asegura no le quedó una sóla de sus ideas por hacer realidad.
¿Y cuál fue la clave para estar por nueve mandatos al frente de la ISSF?, pregunté.
"Honestidad y estar rodeado de un equipo inteligente que siempre me apoyó para nunca equivocarme" me dice.
Su nombre nunca ha aparecido en listas negras de directivos sobornados en el movimiento deportivo.
"Papá y mamá desde niño me enseñaron que había que ser honesto y correcto, y hablar siempre con la verdad".
Nace un prodigio en México
Olegario nació el 10 de diciembre de 1935 en la Ciudad de México. Sus padres, Venancio Vázquez Álvarez y María Raña Antas, llegaron desde el humilde caserío de Barroso en el consejo de Avión, Orense, en 1925, a tierras mexicanas, envueltos en la riada migratoria de una Galicia que enfrentaba el hambre en sus campos.
Fueron seis los hijos del matrimonio de emigrantes gallegos: Aurelio, Sara, Apolinar, Mario, Olegario y Abel, en ese orden.
Olegario se propuso ganarle el mano a mano al destino, hombro a hombro junto a sus hermanos y bajo la égida del "viejo", desde que comenzó a trabajar con sólo nueve años.
La pequeña tienda de muebles en la colonia Guerrero absorbía todo el tiempo, o casi todo. Y con sacrificio pudo seguir los estudios, como sus hermanos, en la escuela cercana.
Fue entonces que siendo un joven obró el "milagro", cuando por primera vez tomó un arma en sus manos de pura casualidad.Fue a principio de los años cincuenta.
Sucedió cuando visitó por primera vez la casa de un amigo de la familia, el ingeniero Roberto Nungaray. Le llamó la atención los trofeos en la sala. Se enteró entonces por boca de su anfitrión que habían sido ganados en competencias de tiro.
Y en ese mismo momento recibió la invitación para que lo acompañase al domingo siguiente al campo Los Gamitos, el escenario al que concurrían los mejores tiradores de la Ciudad de México.
Cuenta Olegario que ese día habían allí unos 400 competidores y Nungaray lo inscribió como novato. El joven Vázquez Raña aceptó el inesperado reto.
En pleno campo el amigo le explicó el manejo de las armas, le prestó su rifle calibre .22, y disparó a diminutas siluetas a varias distancias. Largo rato después cuando se disponía regresar a casa, escuchó por la amplificación local que había clasificado para disputar una serie final de desempate por el primer lugar del torneo. No lo podía creer.
La disputa comenzó. Y terminó cuando él le dio al blanco y el rival falló. Su primera medalla de oro. Y los tiradores empezaron a preguntar de dónde habia salido aquel desconocido. Nungaray estaba boquiabierto.
¿Y cómo recibieron Venancio y María aquello del hijo tirador?, le pregunto.
"Pues muy bien...Además,las armas que yo usé cargaban una sola munición" aclara.
"Un rifle Olímpico pesa 4 o 5 kilogramos y sólo lleva una munición calibre 22. No son armas ni de guerra ni de ataque, sino verdaderamente deportivas".
A partir de aquel momento que tomó por primera vez un arma en sus manos, empezó a practicar los siete días de la semana, con disparos a 150 y 200 metros. Como ráfaga su nombre comenzó a pasar de boca en boca. Cuando había alguna competencia, todos decían "Ya llegó Olegario."
En año y medio se había convertido en el mejor tirador de México.
(Más sobre la la carrera de Olegario Vázquez Raña en el tiro deportivo y el mundo olímpico en la Parte II)
Reportado y Escrito por Miguel Hernandez. Para comentarios generales o preguntas, click here.