El Olimpismo: Ese fenómeno que navega entre la modernización y las tradiciones

Con la aparición del podio de París 2024 puede ser un buen momento para refrescar la lucha del olimpismo por seducir nuevas audiencias y, a la vez, no despegarse de tradiciones que, en algunos casos, son menos antiguas que lo que parecen.

Guardar

Nuevo

Entre las múltiples razones que podríamos argumentar para explicar porqué los juegos olímpicos cautivan a tantos millones de personas alrededor del planeta, algunas atraviesan con idéntica intensidad tanto su energía contemporánea como sus profundas tradiciones.

Hay algo de astucia estratégica en la inclusión de ciertos deportes. Ubicando arbitrariamente como punto de partida a Atlanta ‘96, desde entonces el olimpismo aggiorno su lista de deportes y especialidades de tal modo que hoy nos resulta familiar hablar de beach vóley, bmx tanto race como freestyle, skateboarding, rugby seven, básquet 3 x 3, surf o escalada. Pronto sucederá algo similar con el breakin’, más allá de cualquier polémica.

Es elocuente la intención de seducir audiencias más jóvenes, de esas que hasta no hace demasiado seguían con atención los denominados X Games. Pero también hay algo de inclusión. Este es un indudable fenómeno que atraviesa nuestra sociedad en infinidad de terrenos y que en los juegos no solo se manifiesta en el hecho de que París será el primer certamen con igualdad de género en la cantidad de participantes, sino que se verá honrado desde las postas mixtas en natación y atletismo hasta en el novedoso fenómeno de participantes masculinos en algunos equipos de natación artística. Detalle histórico no menor: esa, la que originalmente se conoció como nado sincronizado, fue un deporte que, dicen, originalmente estaba solo reservado a los varones.

infobae

No por obvio deja de ser interesante recordar que, a la hora de contar medallas, valen lo mismo una de disciplinas masivas que aquellas con menos nivel de arraigo popular. Es un mensaje poderoso al respecto aquello de la convivencia en el comedor de la villa olímpica de un multimillonario campeón de la NBA o un campeón de Wimbledon con un entusiasta atleta de uno de los tantos países que jamás aspirarían a subirse a un podio.

A propósito, en la relativización de aquello de que lo único que importa es ganar o que nadie se acuerda de quien sale segundo, hay, ante cada juego, un mensaje sumamente poderoso de parte de ustedes, los fanáticos. Decenas de países cuyas aspiraciones de medalla están muy lejos del mainstream, mantienen durante hasta 14 horas diarias niveles extraordinarios de audiencias a partir de la lógica de transmisiones dinámicas en las que conviven esos deportes que nos cautivan tanto como aquellos que vamos descubriendo jornada tras jornada. La lógica sería algo así como mantener la expectativa de que, quien espera por gimnasia artística o equitación, mientras tanto se asombre descubriendo a los mejores exponentes de deportes que, quizás, jamás pensó en prestar atención.

En el otro plato de la balanza de la batalla por las nuevas audiencias aparecen esas tradiciones a las que el olimpismo jamás renunciará: en esos símbolos ancestrales radica gran parte de su encanto a veces hasta misterioso.

Curiosamente, o no tanto, algunas de esas tradiciones no vienen de tan lejos; casi ninguna, de los tiempos de los antiguos juegos de Olimpia.

UN TOTAL DE 68 PODIOS SE UTILIZARÁN DURANTE LOS JUEGOS OLÍMPICOS.
UN TOTAL DE 68 PODIOS SE UTILIZARÁN DURANTE LOS JUEGOS OLÍMPICOS.

En los últimos días, París 2024 dio a conocer imágenes de los podios que se usarán para cada una de las premiaciones.

El término pódium proviene de “Podi”, pie en griego. Lo que no viene de Grecia es el podio en sí como espacio de coronación de los campeones. Fue en 1932, primero en el invierno de Lake Placid y luego en el verano de Los Ángeles que se estrenó esta costumbre.

Nada demasiado distinto a lo que sucede con otros elementos que, de tanto que están instalados en el corazón de los fanáticos del olimpismo, poco nos importa que hayan sido casi un trabajo de marketing del Siglo XX que parte de un rito ancestral.

Por ejemplo, con tan codiciadas medallas olímpicas. Que no hubo doradas en Atenas 1896 –solo los dos primeros fueron premiados con medallas plateada, de cobre o bronce-, sino que el hábito contemporáneo recién se instaló en St.Louis 1904.

Por ejemplo, el himno olímpico creado por Spyridon Samaras y Kostis Palamaspara los juegos de 1896 pero cuya adaptación final, tal como la conocemos, se estrenó en Roma 1960.

Por ejemplo, la tan emblemática bandera del COI, que estrenó los cinco anillos recién en Amberes 1920.

infobae

Por ejemplo, la antorcha olímpica.

Sabemos de las referencias históricas respecto del traspaso del fuego entre los ciudadanos que anunciaban la llegada de las competencias en la Antigua Grecia.

Sin embargo, hubo que esperar hasta Amsterdam 1928 para que el fuego sagrado se hiciera presente en el Estadio Olímpico. Fue por obra y gracia del arquitecto Jan Wills que se dispuso de un espacio al tope de la emblemática torre de la histórica arena de la capital neerlandesa.

¿Y el traspaso de antorchas? Ese ritual tan característico cuyo punto de partida consiste en una de las más tradicionales celebraciones en tributo a los creadores de Olimpia tuvo su estreno recién en Berlín 1936.

Como se verá, aún aquello que nos parece más antiguo se fue instalando con el paso del tiempo.

Nada que cuestionar. Quienes amamos al olimpismo no nos detenemos en caprichos calendarios. Modernos, antiguos o no tan antiguos, los juegos son mucho más que esos detalles. Por cautivantes que nos parezcan.

Guardar

Nuevo