Desde este mismo espacio hemos hecho referencia al extraño y no siempre exitoso matrimonio entre el olimpismo y el fútbol. Tiene lógica: difícilmente haya dos corporaciones más poderosas en el mundo del deporte -¿solo del deporte?- que el COI y la FIFA.
Ausentes en 1896, en el que algunas fuentes hablan de un certamen extraoficial simultáneo a los juegos de Atenas, y en 1932, ocasión en la que la FIFA priorizó promover su primer Mundial, jugado dos años antes en Uruguay, el fútbol ha tenido una presencia olímpica estable, poco acorde con las sinuosidades reglamentarias que invadieron el desarrollo del torneo a lo largo de las décadas.
Hubo fluctuaciones en el torneo final, especialmente adulterado a partir de la creación del bloque soviético por la confrontación entre futbolistas adultos de los países de la denominada Cortina de Hierro y juveniles de las demás naciones participantes. La razón remitía a aquellos tiempos en los que, mientras el olimpismo no admitía jugadores profesionales, en países como la Unión Soviética, Polonia, Yugoslavia o Alemania Democrática no se consideraba rentados ni siquiera a figuras destacadas en los mundiales de mayores.
Hubo, y sigue habiendo, fluctuaciones en los torneos clasificatorios en los que cada confederación regional decide unilateralmente dentro de qué rango de edad se disputan las fases previas. Es común que, mientras en Europa se juega un torneo Sub 21, en Asia pueda ser Sub19 y en Sudamérica Sub18. Las variables se dan inclusive dentro de una misma confederación. Sin ir más lejos, para París la Conmebol (América del Sur) estableció que la categoría sea Sub23, lógico teniendo en cuenta que esa es la clase establecida para los juegos mismos.
Como sea, la cita parisina puede alcanzar una trascendencia singular, parecida a la de Río 2016, en la que el seleccionado local, liderado por Neymar, le dio a su país el último título que le faltaba en su historia.
Hace pocas horas se cumplió un año de que la Argentina de Lionel Messi derrotara a la Francia de Kyllian Mbappé en la final del Mundial de Qatar.
Fue una final extraordinaria por una enorme cantidad de factores; seguramente la mejor final de la historia de esa competencia. Nunca antes hubo un contrapunto entre dos futbolistas líderes como los de aquella noche qatarí. Paradójicamente, compañeros de equipo en PSG.
La Argentina estuvo en ventaja 2 a 0, luego 3 a 2. Francia se recuperó de la mano de Mbappé, autor de los tres goles de su seleccionado. Y en la última jugada de la prórroga, los dos equipos tuvieron a su alcance el gol decisivo pero se frustró por una extraordinaria intervención de Dibu Martinez (arquero argentino) ante Kolo Muani y, de inmediato y sin interrupción, por un cabezazo desviado de Lautaro Martinez solo frente al arco francés.
La Argentina ganó en la definición por penales y consagró a Lionel Messi como un genio de casi dos décadas de vigencia que, ahora sí, logró todos los títulos posibles en su carrera. Solo para ponerlo en contexto, ese palmarés incluye la Liga de España, la Copa del Rey, la Champions League, el Mundial de Clubes, el Mundial de la FIFA…y la medalla dorada en los juegos olímpicos de Beijing 2008.
Y hago hincapié en esa última referencia porque es imposible no pensar en una reedición en modo olímpico en Stade de France de aquella épica final.
Por cierto, aún falta un largo camino para que ello suceda. Y no me refiero justamente a una cuestión de calendario sino a que, así como Francia tiene la plaza asegurada por ser anfitrión, la Argentina deberá jugar un clasificatorio muy complicado en enero próximo. Solo dos de los diez equipos participantes irán a Francia en julio.
Pero si la Argentina se adjudicara una de esas plazas, la ilusión de un Messi otra vez olímpico tienen en el entrenador del equipo argentino a un cómplice singular. Se trata de Javier Mascherano, compañero de Lionel tanto en Barcelona como en Argentina; amigo personal de la estrella. Javier es uno de los futbolistas que mejor ha difundido el espíritu olímpico independientemente de su nacionalidad. Tiempo atrás, Mascherano sugirió la posibilidad de proponerle a Messi ser uno de los tres de más de 23 años que permite el reglamento en cada plantel dentro de la etapa final de los juegos.
Es más. Da toda la sensación de que, si bien nadie dirá nada públicamente, ya deben haber hablado del asunto.
Entonces, amante tanto del fútbol como del olimpismo, te sugerimos hacer fuerza para que la Argentina supere la previa por jugarse en Venezuela.
Si así fuera, no solo podríamos soñar con un nuevo Francia (Mbappé)- Argentina (Messi), sino que el fútbol olímpico se convertiría en la pieza de atracción que jamás fue en el universo de los anillos.