Atletas de distintos continentes. Ceremonias con desfile. 900 voluntarios al servicio. Una mascota –Rysia, el lince- que se pasea y divierte. Muchos deportes, muchas sedes. Mientras el gobierno reitera enérgicamente su apoyo al de Vladimir Putin, Bielorrusia organiza un evento internacional con rasgos del olimpismo por primera vez desde 2019, cuando recibió los Juegos Europeos. Y por primera vez, también, desde el inicio de la guerra en Ucrania.
Los Juegos de la Comunidad de Estados Independientes, en marcha desde el viernes, y a finalizar el 14 de agosto, se desmarcan del escenario deportivo global delineado por el COI al tolerar la participación de atletas rusos y bielorrusos representando a su bandera y tanto en pruebas individuales como colectivas. A contramano de lo que sucederá en los próximos Juegos Asiáticos de Hangzhou 2023, pueden ganar medallas en los deportes que entregan.
Mientras el COI sigue sin pronunciarse sobre la presencia de los atletas de los países bélicos en París 2024, los Juegos de la CEI reúnen en 11 ciudades a 2.214 competidores (673 bielorrusos y 602 rusos) procedentes de 22 naciones, los nueve miembros de la organización (además del anfitrión y de Rusia, Azerbaiyán, Armenia, Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán, todas ellas exsoviéticas) y 13 invitados: Egipto, Irán, Cuba, Líbano, Emiratos Árabes Unidos, Pakistán, Mongolia, Bahréin, Malasia, Kuwait, Omán, Vietnam y Venezuela.
13 de los 20 deportes del programa estarán en París 2024. Resaltan los tres de mayor tradición olímpica: el atletismo, la natación y la gimnasia (rítmica), en la que la medallista de bronce en Tokio 2020, la local Alina Harnasko, terminó segunda en all around. El grueso de los referentes no compiten en Bielorrusia 2023, en gran medida por las limitaciones etarias en 15 disciplinas.
En la imponente ceremonia de apertura, el orador más saliente –y aclamado- fue el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, quien disparó: “Las restricciones y sanciones en el deporte internacional son un signo de debilidad y miedo del establishment mundial”. Además, aseveró que en su país “arden con fe los ideales olímpicos; la verdadera justicia y la fraternidad deportiva” y que “reina un ambiente maravilloso”. “Ha llegado la hora de defender el honor de la patria, es nuestro momento”, completó.
En la antesala de esta segunda edición, Dmitry Mezentsev, Secretario General del Estado Unión de Rusia y Bielorrusia, había defendido la inclusión cargando contra las autoridades de las federaciones deportivas: “El deporte está fuera de la política”, lanzó, e hizo hincapié en “las relaciones abiertas y benévolas de Bielorrusia y Rusia” hacia los atletas extranjeros. La búsqueda de apertura se manifiesta también en las gradas: para atraer espectadores y poblar estadios, Bielorrusia aplicó una exención de VISA durante todo el mes para extranjeros de 70 países. En el judo, el estadio de Gomel lució lleno el sábado.
La Comunidad de Estados Independientes se basa en la cooperación entre los miembros en materias como defensa, economía, seguridad y actividad deportiva. La organización perdió a Ucrania mucho antes de la invasión rusa en 2022. En 2014, año de la adhesión de Crimea a Rusia, anunció su salida de la organización y en 2018, a raíz del conflicto del Dombás, finalizó su retirada. Pese a no haber viajado a Bielorrusia, sus atletas aterrizarán en París.