19 días después de los trágicos terremotos de magnitud 7.8 y 7.5 que provocaron la muerte de más de 50.000 personas, la Superliga de fútbol de Turquía se reanudó con cuatro partidos en un fin de semana en el que los homenajes y la emoción pesaron más que los goles.
El encuentro que marcó el regreso involucró a Fenerbahçe, uno de los clubes de mayor envergadura y que durante las últimas semanas siguió la línea de la Federación de Fútbol al focalizar su ayuda fundamentalmente en los niños afectados: la institución de Estambul participó activamente de una masiva campaña de donaciones de juguetes y dispuso que jóvenes que sufrieron pérdidas cercanas ingresaran a la cancha con los jugadores. Incluso una niña aquejada por el sismo compartió una videollamada con el mediocampista Irfan Kahveci, uno de los tres turcos que jugaron de arranque. A su vez, el estadio Şükrü Saraçoğlu, que ayer fue el escenario del triunfo 4 a 0 ante Konyaspor, se brindó como uno de los principales epicentros en los cuales la gente pudo acercar su colaboración.
En la previa del partido, el foco de atención estuvo puesto en el mensaje conjunto de los presidentes de distintos clubes, quienes, encabezados por el mandamás de la Federación de Fútbol de Turquía (TFF), Mehmet Büyükekşi, ratificaron la campaña internacional “Hombro con Hombro” (“Omuz Omuza” en idioma turco), que se pondrá en marcha el 1º de marzo a través de una colecta de donaciones multitudinaria y otras actividades, como la subasta de las camisetas de Messi, Mbappé y Neymar, que serán transmitidas en simultáneo por varios medios de comunicación. Además de PSG y tantísimos otros clubes y jugadores, la iniciativa de alcance mundial es respaldada por el Ministerio de Juventud y Deportes y un sinfín de medios locales e internacionales. Se extenderá hasta el 15 de junio.
Los tres compromisos pendientes que completaron la jornada de sábado y domingo fueron Giresunspor 1–2 Kayserispor, Ümraniyespor 1–1 Adana Demirspor y Beşiktaş 0–0 Antalyaspor. En todos ellos hubo tiempo y espacio para un minuto de silencio y la entonación del himno nacional de Turquía. Los niños acompañantes lucieron una camiseta negra con la inscripción “Que te mejores pronto, Turquía” (“Geçmiş olsun Türkiyem”). Pancartas desplegadas por los futbolistas y banderas en las tribunas con frases afectuosas fueron exhibidas. Festejos de gol con dedicatorias a seres queridos y entrega de flores para árbitros y entrenadores perjudicados de cerca por el terremoto dijeron presente. Además, muchos de los hinchas lanzaron desde las gradas y al cielo prendas como bufandas o gorras, que fueron cayendo a un costado del campo de juego.
La primera división de Turquía sufrió la retirada de Hatayspor y el Gaziantep FK, cuyas respectivas ciudades integran la dolorosa lista de las más devastadas por el desastre natural. El primero de los dos clubes lloró los resonantes fallecimientos de su futbolista ghanés Christian Atsu y su director deportivo Taner Savut. Por fuera del fútbol, la muerte de Cemal Küthaya, capitán de la selección masculina de handball, y de su hijo Çinar de cinco años bajo los escombros golpeó de lleno al deporte olímpico.
El fútbol, máxima pasión en Turquía, lideró la reactivación del deporte. Antes del regreso de la Superliga, Trabzonspor ya había recibido en su estadio al Basilea por la Liga de Conferencia el 16 de febrero, choque en el cual se resaltó principalmente la tarea de los rescatadores y voluntarios. El básquet y el vóley, por caso, retomarían su curso en las próximas semanas. Por su parte, en Siria, el otro país vapuleado por el cataclismo, el curso de las principales competencias deportivas aún no se reavivó; el retorno del fútbol está pautado para el próximo fin de semana, con la posibilidad latente de una nueva postergación.