Kakuma es uno de los campos de refugiados más importantes del mundo. Nació en 1992 en el norte de Kenia, se estima que viven cerca de 200 mil personas de 20 nacionalidades distintas y desde Sudán del Sur, en 2002, llegó Anjelina Nadai Lohalith junto a su tía escapando de la guerra civil. Dos décadas después, esa nena de ocho años se convirtió en la primera atleta del Equipo Olímpico de Refugiados en ganar una carrera internacional.
En Oropesa del Mar, Castellón, España, se desarrolló el Campeonato de Europa de Cross Country por Clubes y Lohalith hizo historia. “Esta victoria es un incentivo muy importante”, reconoció la representante del Alley Runners Club de Tel Aviv después de cruzar los 8,7 kilómetros con un tiempo de 27 minutos y 55 segundos. El podio lo completaron la española Irene Sánchez-Escribano y la keniata Fancy Cherono.
Anjelina escapó de la guerra y la devastación. Dormía en medio de la maleza y en un pueblo rodeado de minas terrestres. “Todo estaba destruido, el hambre era grande y lo sigue siendo”, recordaba en una entrevista con la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) antes de participar de los Juegos Olímpicos de Río 2016. En ese momento, todavía no se había reencontrado con su familia.
Lohalith llegó a Kakuma a los ocho años y comenzó a correr “por diversión” en la escuela hasta que se dieron cuenta que podía dar un paso más: en 2015, uno de sus profesores le dijo que debía participar en una competencia de 10km organizada por la Fundación Tegla Loroupe.
Cambió su vida deportiva. Anjelina fue seleccionada, comenzó a entrenar en Ngong (en las afueras de Nairobi, la capital de Kenia) con la Fundación que es apoyada por el Comité Olímpico Internacional y participó con el Equipo de Atletas Refugiados de Río 2016 y Tokio 2022.
“Me alegra mucho porque por primera vez los refugiados estarán representados en los Juegos Olímpicos. Estoy muy contenta. Podré viajar y conocer a los atletas. Ir a Río me permitirá conocer y relacionarme con gente diferente, aprender y descubrir nuevos lugares”, contaba Anjelina antes de su primera gran experiencia olímpica y soñaba: “Si llego lejos, entreno y tengo éxito, mi único sueño es ayudar a mis padres”.
En 2002, la guerra en Sudán obligó a Anjelina a separarse de su familia y recién en 2021, después de los Juegos de Tokio, se dio el esperado reencuentro con sus padres, que a esa altura también eran abuelos porque la corredora tiene un hijo de 5 años.
“No veo a mi hijo y a mis padres con demasiada frecuencia porque tengo el objetivo de mejorar aún más en los Juegos Olímpicos de París el próximo año”, aseguró en una entrevista con World Athletics.
Con la mira en alcanzar el tercer Juego Olímpico, Lohalith tomó la decisión de apostar a las carreras más largas pese a que en el último Mundial de Atletismo en Oregón bajó más de 10 segundos su mejor marca en los 1500 metros, competencia en la que participó en Río y Tokio.
“El año pasado fue difícil llegar a las semifinales de los 1500. Después del Mundial regresé a Kenia y comencé a trabajar más duro hacia mi objetivo de tener éxito como corredora de larga distancia. Entreno duro toda la semana, solo entreno y duermo. Incluso durante Navidad, cuando todos los atletas del campamento viajaron de regreso a casa, me quedé en el campamento solo para entrenar”, reconoció la nacida en Sudán después de obtener la victoria en España.
Anjelina es una de las atletas que integran el programa de mentores de la Fundación ‘Sport at the Service of Humanity’ y también formó parte del Foro Olimpismo en Acción en los Juegos Olímpicos de la Juventud en Buenos Aires 2018.
El Equipo Olímpico de Atletas Refugiados (EOR) participó por primera vez con 10 deportistas en los Juegos de Río 2016, mientras que en Tokio 2020 esa cifra se elevó a 29. Ahora, son 52 quienes reciben una beca del Comité Olímpicos Internacional para entrenar y buscar la clasificación a París 2024.
Angelina Nadai Lohalith, aquella niña que sobrevivió a la guerra en Sudán y comenzó a correr por diversión mientras estudiaba, tiene claro el camino hacia a la meta: “En el momento en que volví a casa me prometí que iba a entrenar duro porque siempre soñé con ser un ganador”.