Los últimos años en la carrera -y en la vida- de Ellie Downie fueron bastante tormentosos. Tras una correcta participación en su debut olímpico en Río 2016 (13era all around), la joven británica se posicionó como una de las grandes gimnastas del ciclo que terminaría en Tokio 2020, pero que finalmente culminó en 2021. En esos años, Downie se alzó con un título europeo all around, una competición siempre dominada por las potencias del este; y sumó grandes actuaciones en el aparato salto, donde se consagró medallista de bronce en el Mundial de Stuttgart 2019.
Luego llegó lo conocido: pandemia, limitaciones para entrenarse, para competir y Juegos postergados. Fue entonces que promediando julio de 2020, Ellie junto a su hermana y también gimnasta internacional Becky decidieron publicar una carta denunciando gravemente los métodos de entrenamiento de la Federación Británica: “Me exigían en los campus de entrenamiento que bajara 6 kilos en dos semanas porque de no hacerlo habría consecuencias”, escribió Ellie en aquella carta publicada en redes sociales. La enorme cantidad de confesiones de este tipo obligó a la Federación Británica a una profunda reforma y a someterse a una auditoría, cuyos resultados se publicaron el último junio tras 400 entrevistas a víctimas entre 2008 y 2020, y que confirmó que los problemas de abuso físico y emocional dentro de la gimnasia en Gran Bretaña eran “sistémicos”.
Ya en 2021 y con los Juegos Olímpicos confirmados, el escenario en el equipo de gimnasia británico cambió y aparecieron nuevas figuras, ya elegibles por su edad para participar en Tokio. La competencia interna para integrar el cuarteto nacional que viajaría a Japón se volvió muy cerrada y en medio de esos días de mucha presión, a Ellie Downie se le murió un hermano. Fue una tragedia para las que no hay palabras, ya que se descompensó en medio de un partido de cricket. Pocas semanas después, Downie comunicó que se bajaba del camino a Tokio. No había fuerzas para continuar: “Cuando llegué a la última prueba antes de Tokio, decidí abandonar. Nadie se me acercó, me senté en un banco llorando, los entrenadores me ignoraron. Me fui a casa sin que nadie me hablara, fue absolutamente desgarrador”, contó esta semana en una entrevista a la BBC.
Tras varios meses de duelo, Downie hizo un esfuerzo para volver a estar en nivel internacional para 2022, pero no fue elegida para conformar el equipo británico que participaría en el Mundial de Liverpool y donde finalmente se clasificarían a París 2024. La decisión de excluirla fue cuestionada, ya que cumplía con todos los requisitos de selección. Downie dijo que no ir al Mundial la hizo sentir “inútil” y se preguntó si todavía la estaban penalizando por haber hablado sobre abusos. “Simplemente sentí, ¿volveré a formar parte de un equipo alguna vez? Era como si estuvieran tratando de agotarme, y finalmente lo hicieron”, contó en otra entrevista que dio esta semana en un podcast sobre salud mental.
Según informó el Comité de Selección, Downie no fue tenida en cuenta porque no había competido en tres años y eso podía conducir a una actuación nerviosa en la competencia a la que iban a buscar clasificarse a los próximos Juegos Olímpicos. “Perdí el control de mi vida. No podía levantarme de la cama, dejé de entrenar y no sabía cómo seguir adelante. Traté de ir al gimnasio un par de veces, pero todos los días entraba y lloraba”, confesó en la larga entrevista a Stompcast sobre aquellos días posteriores a no ser elegida para viajar al Mundial.
En el mismo episodio, Downie detalló cuánto la presionaron con su peso y la angustia que le ocasionaron al decirle que sus lesiones en el tobillo (tiene dos cirugías) eran culpa de los kilos de más: “Yo no tengo el biotipo de otras gimnastas, soy más grandota porque así es mi cuerpo. No podía llegar al peso que pretendían”, explicó. Por otro lado, criticó las decisiones últimas de la Federación Británica en torno a la seguridad de las gimnastas y remarcó que el entrenador designado para estar a cargo del Seleccionado femenino “es la persona equivocada”. Finalmente, contó que siente que no habrá ningún cambio real hasta que “las atletas puedan hablar sin temor a las repercusiones”.
Se termina así una carrera demasiado pronto y de manera demasiado triste. La campeona europea, dos veces medallista de bronce en campeonatos mundiales y finalista olímpica de Río 2016, se va de la gimnasia de élite después de pasar casi una década como una figura importante, como atleta y como referente: “Con el corazón apesadumbrado y un abanico de emociones, hoy es el día en que anuncio mi retiro de la gimnasia”, dijo para ponerle final a un deporte que practicó durante 20 de sus 23 años.