“El desafío en Kenia es difícil y caótico”. La frase de Sebastián Coe en la última reunión del Consejo Mundial de World Athletics, en Roma, sintetizó la complicada situación que atraviesa la cuna de los mejores fondistas del mundo. El doping golpea fuerte al país africano, más de 50 atletas se encuentran sancionados y muchos de estos casos se dieron el año pasado.
El doping es cuestión de estado en Kenia y si el país no fue excluido de las competencias internacionales es porque para Coe, presidente de World Athletics, “no hay evidencia de que esto sea patrocinado o asegurado” por el gobierno. En este contexto, el 2023 comenzó con una reunión clave en Nairobi.
William Ruto, presidente de Kenia, recibió a Coe en la Casa de Gobierno y aseguró que “no escatimará sus esfuerzos en la lucha contra el dopaje. Colaboraremos con socios, deportistas y sus contactos para luchar contra el dopaje, que está amenazando nuestro patrimonio”.
Ruto, además, anunció que el Gobierno de Kenia dispondrá de 3.700 millones de chelines (unos 26 millones de dólares) para desarrollar programas antidopaje durante los próximos cinco años.
“El camino será largo, no hay que engañarse, no se resolverá de la noche a la mañana”, declaró Coe en una conferencia de prensa junto con el ministro de Deportes, Ababu Namwamba, quien cuando asumió el cargo en noviembre pasado reconoció “la crisis de dopajes” que atraviesa Kenia y habló de “criminalizar el dopaje”.
“La Ley Antidopaje de Kenia de 2016 no está, en mi opinión, lo suficientemente cargada para enfrentar este desafío con la fuerza requerida. Nuestras investigaciones iniciales son que existe un sindicato clandestino muy complejo. Involucra a agentes, entrenadores y médicos, por lo que se necesitará desplegar múltiples instrumentos para desmantelar ese sindicato”, explicaba Namwamba en una entrevista a BBC Sport Africa.
“Creo que debemos criminalizar el dopaje y elevar el manejo de sustancias dopantes al mismo nivel que los narcóticos. Entonces, de la misma manera que tratamos a los narcotraficantes, debemos tratar a quienes se dedican a esta práctica”, destacó el ministro.
En 2022 se conocieron cerca de 30 casos de doping de kenianos y el año se cerró con una suspensión de seis años para Diana Chemtai Kipyokei, quien en 2021 ganó el Maratón de Boston, una de las más importantes del calendario.
La corredora se encontraba suspendida desde octubre de manera provisoria y la Unidad de Integridad del Atletismo (AIU) confirmó la dura sanción el 20 de diciembre por alteración de pruebas y uso de triamcinolona. Kipyokei no podrá competir hasta junio de 2028.
Al mismo tiempo, la AIU anunció la suspensión por cinco años de Purity Cherotich Rionoripo, en este caso por haber dado positivo de furosemida (diurético) y el uso también de documentos falsos. La maratonista tenía entre sus victorias las de París 2017 y Praga 2021.
Unos días antes, se habían dado a conocer otros tres casos de doping: los también maratonistas Alice Jepkemboi Kimutai y Johnstone Kibet Maiyo, y el velocista Mark Otieno. La Unidad de Integridad del Atletismo suspendió por tres años a los fondistas, mientras que el tercero no podrá competir durante dos años.
A Alice Jepkemboi Kimutai, ganadora en 2021 del Maratón de Porto, le encontraron en uno de los controles rastros de testosterona que su cuerpo no había producido; Johnstone Kibet Maiyo dio positivo de EPO y Mark Otieno, medalla plateada en el Mundial de relevos en Polonia 2021, fue suspendido por metasterona, también conocida como superdrol 1, un esteroide anabólico similar a la testosterona.