El futuro de los Juegos Olímpicos de invierno podría incluir más países y regiones como potenciales sedes, y para eso es importante que la nieve cambie. ¿Y cómo podría “cambiar” la nieve? José Luis Marcó, con larga experiencia en comisiones evaluadoras y de coordinación, cree que en última instancia no es un despropósito pensar en nieve “plástica”.
“Se puede pensar en que en unos años, si el mercado de la nieve se reduce, va a haber un mayor interés en las empresas en invertir y crear algo que reemplace a la nieve, no necesite frío y permita una sensación de esquiar similar a la nieve”, dijo a Around the Rings el abogado argentino de 71 años.
“Es una idea mía futurista, hasta el día de hoy no existe, nadie lo ha inventado, pero conceptualmente no es imposible”, añade Marcó, que tiene pergaminos de sobra para aventurar el futuro de los Juegos de invierno.
Integrante de las comisiones evaluadoras de los Juegos de invierno de 2002, 2010, 2014 y 2026, así como de los de verano de 2012, Marcó también fue o es parte de las comisiones de coordinación de Vancouver 2010, Pekín 2022 y Gangwon 2024, así como del comité legal y de seguridad de la Federación Internacional de Esquí (FIS).
Es por eso que ya antes de que se iniciara Pekín 2022, Marcó tenía muy claras varias de las cosas que sucederían en los Juegos.
“El proyecto de China era un proyecto basado en una ubicación estratégica para ellos, zona de mucho frío y poca nieve. Eso se supo desde la candidatura, lo teníamos muy claro. Desde el punto de vista medioambiental no tiene que generar ninguna preocupación, toda esa nieve se convertirá en agua que fluirá sin ningún tipo de contaminante”.
Y aunque Marcó destaca que en el tramo final de los Juegos hubo abundante nieve natural, la nieve artificial llegó para quedarse a las competiciones de invierno.
“Lo de la nieve artificial es producto del cambio climático y de la necesidad de asegurar la televisación. La FIS establece en su reglamento que se debe tener la capacidad de nieve artificial al cien por ciento desde la cumbre hasta la base. Esto rige desde los años 90. Y el cuidado del medio ambiente no es antitético con la nieve artificial”.
“Estamos acompañando las nuevas realidades. ¿Cuánto faltará para que tengamos nieves totalmente artificiales y hechas de una sustancia plástica? Podremos esquiar en muchos más países del mundo. Y otro tema es el de la realización de pruebas en lugares cerrados, como en Holanda o Dubai con pistas bajo techo en las que se corren carreras del calendario FIS”.
La primera comisión de evaluación que integró Marcó fue presidida por Thomas Bach, hoy al frente del COI. Fue la comisión que evaluó las candidaturas para los Juegos de 2002, que terminaron siendo ganados por Salt Lake City.
Aquellos Juegos estadounidenses fueron eje de un escándalo de corrupción que implicó a varios miembros del COI y que llevó al entonces presidente, el español Juan Antonio Samaranch, a modificar varios aspectos del sistema de evaluación y elección.
Marcó destaca las diferencias entre lo que el COI quería en aquel entonces y lo que busca hoy.
“Se buscaba que los Juegos fueran compactos y que los atletas no se la pasaran viajando. Esto llevaba a elegir lugares grandes en los que en poca distancia estuviera todo. Los últimos Juegos de este tipo fueron los de Salt Lake, con estaciones de esquí muy cercanas a las que llegabas en autopista y no por caminos de montaña. Busquemos el mejor lugar del mundo para los mejores atletas del mundo. Y que los atletas no viajen demasiado. Ese era el concepto”.
Ya no lo es.
“Hoy la tendencia es hacia los Juegos sustentables, el deseo de adaptar los Juegos al plan maestro de la ciudad, y no la ciudad a los Juegos. Este es el gran cambio filosófico. Lo que se hace es interactuar con los interesados, entender el proyecto y ayudarlos”.
Un claro ejemplo es el de Milano/Cortina 2026, dice el argentino.
“Con subsedes en seis u ocho sitios y repartidos en tres regiones de Italia, estos Juegos hubiera sido imposible hace unos años. Pero hoy priorizamos otras cosas. Por ejemplo, no construir, sino aprovechar lo que está construido. ¿Y cómo hacemos para que los atletas no viajen en exceso? Muy fácil, hoy se acepta tener hasta cuatro villas olímpicas. Los atletas se juntan en las ceremonias de apertura y de clausura. La gran discusión se dio con Whistler, sede de montaña de los Juegos de Vancouver. Se hablaba de trasladar en helicóptero a los medallistas. Era un despropósito, y con las telecomunicaciones que tenemos eso hoy no tiene sentido. La ceremonia de inauguración de Milano/Cortina va a ser en San Siro. Es decir, no se construye un estadio que la ciudad de Milán no necesita”.
La pista de luge de los Juegos de invierno italianos es destacada por Marcó, ya que es la misma que se utilizó en los Juegos de Cortina D’Ampezzo 1956. “Hoy en las pistas se busca la elegancia y la prestancia, no necesariamente la velocidad”.
Buen conocedor de la historia de los Juegos, Marcó destaca un detalle de cómo se inició todo en los de Chamonix 1924.
“Los atletas que participaron en aquellos Juegos no sabían que estaban participando en unos Juegos Olímpicos de invierno. En una sesión del COI al año siguiente se resolvió que los eventos del año previo constituían los primeros Juegos de invierno. Es un caso insólito de retroactividad”.
¿Y el futuro? ¿Es el Big Air a los Juegos de invierno lo que el surf, el skateboard y la escalada deportiva representan para los Juegos de verano?
Marcó muestra cierto escepticismo.
“Es difícil decir si llegó para quedarse. Pregunto: en los Juegos de verano, ¿la escalada llegó para quedarse? El surf, ¿llegó para quedarse? Vamos a ver cómo evolucionan. Pero el nuevo concepto es llevar a los atletas a competir en las ciudades, que es un concepto que se desarrolló mucho en los Juegos de la juventud de Buenos Aires 2018. Y es hoy el concepto de París 2024, que está llevando los sitios de competencia a sus escenarios icónicos, con una ceremonia de apertura en el Sena”.
“El Big air y su permanencia va a depender del grado de aceptación y de la cantidad de practicantes. En una de esas aparece una cosa nueva y muere. El kitesurf quizás desplace al windsurf, no se puede saber...”.
La posibilidad de unos Juegos de invierno en el hemisferio sur, algo de lo que se habló en el COI brevemente hace unos años, es vista con escepticismo por Marcó.
“Hay estaciones de esquí en cuatro países del hemisferio sur: Argentina, Chile, Nueva Zelanda y Australia. Argentina no tiene ninguna estación con el desarrollo necesario para unos Juegos Olímpicos, se requeriría una gran inversión en infraestructura. Las estaciones en Australia y Nueva Zelanda pueden tener buen desarrollo, aunque a las australianas les falta desnivel. Y los neozelandeses son una población chica, no creo que estén interesados en un proyecto tan grande”.
El mayor obstáculo es, sin embargo, comercial: “Los grandes interesados en los Juegos de invierno están en el hemisferio norte. ¿Juegos en agosto en el hemisferio sur cuando los europeos están en la playa? ¿Publicidad en televisión de ropa de esquí cuando la gente está en traje de baño? Es comprensible que esos patrocinadores no terminen de ver con buenos ojos unos Juegos en una temporada que no es la habitual”.
Experto en candidaturas, Marcó cree que el actual sistema del COI, que dejó atrás la competencia encarnizada y las ceremonias de anuncio del ganador al estilo de los Oscar, es un acierto.
“Las candidaturas posibles son las que terminan siendo reales. Este sistema nuevo tiene una gran ventaja: no hay derrotados. Eso es muy importante, la gente no queda herida. Con el sistema anterior había derrotados y se perdían grandes candidatos. Estambul fue candidata a los Juegos de verano durante muchas oportunidades, lo mismo que Madrid. Y no lo lograron. Hoy es distinto, hay una nueva filosofía”.
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