A 30 años de los Juegos Olímpicos de Barcelona, el “padre” de Cobi, Javier Mariscal, ha actualizado la imagen de una de las mascotas más populares desde que comenzaron a aparecer en estos megaventos a partir de 1968.
El Cobi de ahora no tiene mascarilla anticovid, y parece muy bien que así sea porque hay que ser optimista de cara al futuro cercano.
El multifacético diseñador español, oriundo de Valencia y que vive en Barcelona desde 1970, ha rediseñado a un Cobi en la que aparece más maduro, con gafas, un telefóno móvil y con barba de treinteañero.
La imagen del nuevo muñeco fue solicitada a Mariscal por una revista internacional especalizada en turismo para una portada dedicada a Barcelona en coincidencia con el aniversario 30 de los Juegos Olímpicos que marcaron un antes y un después para la capital catalana.
La fama internacional le tocó a la puerta a Mariscal en 1988 cuando ganó el concurso de la mascota olímpica de Barcelona 1992 con su propuesta de un perro pastor típico de los Pirineos catalanes, y que luego se llamaría Cobi, nombre basado en las siglas del Comité Organizador de los Juegos: COOB.
Aunque al principio tuvo una fría acogida, su popularidad fue creciendo según se acercaban los Juegos y terminó como una de las mascotas olímpicas con más aceptación y de más éxito comercial.
En aquellos días de trajines olímpicos en el verano catalán se recuerda a Cobi hasta en los envases de yogourt. Treinta años después las pegatinas de Cobi practicando diferentes deportes olímpicos siguen en la puerta del refrigerador de algún que otro enviado especial a los Juegos.
El Comité Olímpico Internacional consideró a la mascota “la más rentable” en la historia olímpica hasta esa fecha.
Las mascotas empezaron a ser utilizadas a partir de los Juegos Olímpicos de Invierno de Grenoble 1968.
Mariscal se propuso diseñar una mascota que rompiese con la imagen tradicional del símbolo, caracterizado por una imagen dulce y amable. Durante la creación tomó como referencia el garabato de un perro, inspirado en un pastor catalán estilizado y en la corriente vanguardista.
“Cobi era muy mono, cariñoso y con recorrido. No era un superatleta y nunca sería el número 1, pero comía pan con tomate, cerveza, olivas... en un entorno maravilloso. Podía ser cualquiera de nosotros” dijo Mariscal en la entrevista con la revista de viajes “Condé Nast Traveler España”.
Su perro antropomórfico de color marrón claro, orejas puntiagudas, la nariz hacia un lado con bola negra en la punta y ojos pequeños formó parte de la imagen corporativa de los más importantes patrocinadores olímpicos y de campañas institucionales.
¿Si Madrid gana la carrera olímpica se inspiraría en otra mascota?, le pregunté a Mariscal en La Habana.
“Vamos a ver , estos trabajos se hacen por concurso, que es restringido y si a mi no me llaman…Pero si me llaman y lo gano, la haré, es así como funciona la democracia”, respondió.
Pero antes, Mariscal quizás tenga otra inspiración olímpica si el proyecto de los Juegos Olímpicos de Invierno Barcelona-Pirineos 2030 resulta vencedor.