El anuncio del boicot diplomático de Estados Unidos y otros países a los Juegos Olímpicos de Invierno en Pekín, con el argumento de la violación de los derechos humanos en China, coincidió con un nuevo capítulo de la tregua olímpica.
La resolución titulada “Construyendo un mundo pacífico y mejor a través del deporte y el ideal olímpico” fue adoptada por consenso y copatrocinada por 173 Estados Miembros en la 76 Sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York.
La exhortación pide la observancia de la tregua olímpica desde siete días antes del inicio de los Juegos Olímpicos, el 4 de febrero de 2022, hasta siete días después del final de los Paralímpicos.
Si bien la pandemia del coronavirus ha dominado la preocupación mundial en los dos últimos años, se calcula en unas 60 las guerrras y los conflictos activos alrededor del mundo en la despedida de 2021.
Aunque limitada en su duración, la tregua olímpica puede actuar como punto de partida al diálogo.
El 7 de diciembre de 1994, la 49 Sesión de la Asamblea General de la ONU aprobó por unanimidad la iniciativa. Un año después, el 6 de noviembre de 1995, el entonces presidente del COI, Juan Antonio Samaranch, compareció ante aquel plenario mundial. Fue la primera vez que el presidente de una organización que no gozaba de ningún estatuto especial ante la ONU tenía ese privilegio.
Como director de Relaciones Internacionales del COI, al periodista y diplomático etiope Fekrou Kidane, se le reconoce su papel clave en conseguir que la tregua olímpica se convirtiera en realidad y, además, su rol facilitador para que Samaranch subiera al estrado de las Naciones Unidas, una función que continuaron cumpliendo sus sucesores, Jacques Rogge y Thomas Bach.
A raíz de los conflictos armados en Yugoslavia y las posteriores sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU, el COI se planteó en 1992 la restauración de la ancestral tradición de la tregua olímpica. El 21 de julio de ese año, en su 99 Sesión, el COI aprobó la “Declaración de Barcelona”, un llamado a todos los estados del mundo a observar una tregua para los Juegos Olímpicos de Verano en esa ciudad.
Era necesario el apoyo de las Naciones Unidas. Kidane, un experto de la “diplomacia discreta”, hizo su parte al asumir el egipcio Boutros Boutros-Ghali, sucesor del peruano Javier Pérez de Cuéllar, con quien ya se había iniciado un diálogo.
“Su saber hacer nos abrió las puertas de Naciones Unidas, estableciendo una cooperacion que ha cristalizado en proyectos comunes de espiritu humanitario”, escribió Samaranch sobre Kidane en sus Memorias Olímpicas.
Antes, Samaranch le había dado la tarea de monitorear de cerca los acontecimientos en torno al apartheid. El 21 de junio de 1988 se organizó en Lausana una pequeña Cumbre con todas las organizaciones del deporte africano en la antesala de los Juegos Olímpicos de Seúl.
Más adelante se creó una nueva Comisión del COI, “Apartheid y Olimpismo”, presidida por el juez senegalés Keba M’Baye. Hace exactamente 30 años, Kidane fue a Sudáfrica junto a varias personalidades, entre ellas el campeón olímpico estadounidense Edwin Moses, para allanar el camino a la readmisión de ese país en los Juegos Olímpicos.
Hubo contactos con Nelson Mandela y el presidente Frederik de Klerk, y con grupos deportivos que condujeron, poco tiempo después, a la fundación de un Comité Olímpico Nacional no racista. En mayo de 1992, Mandela viajó a Lausana y el 25 de julio el héroe africano fue uno de los invitados especiales a la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona, donde por primera vez desfiló un equipo multirracial de Sudáfrica.
Fue en 1975, en Lausana, adonde llegó Kidane para reportar una Sesión del COI, cuando sostuvo su primera conversación con Samaranch, en su calidad de Presidente de la Comisión de Prensa del COI.
El etiope estaba tratando de obtener ayuda para organizar seminarios para periodistas deportivos africanos sobre el Olimpismo. Nunca imaginó que llegaría a Jefe de Gabinete del Presidente del COI.
En 1978 en Argel, Argelia, durante los Juegos Africanos, Kidane volvió a conversar con Samaranch. Ya para entonces sabía que el directivo catalán estaba haciendo campaña para suceder a Lord Killanin. Los encuentros se repitieron en los Juegos Olímpicos de Moscú en 1980, ya con Samaranch presidente, y en Lausana.
Kidane ejercía como periodista en París y al mismo tiempo era presidente de la campaña intenacional contra el apartheid.
Fue a comienzo de los años 90 que Kidane empezó a trabajar para el COI después de servir como consultor. Más tarde fue el director de la Oficina del Presidente y del Departamento de Cooperación Internacional. Como ex funcionario civil internacional de las Naciones Unidas desarrolló varios proyectos a favor del movimiento olímpico. El COI pudo suscribir Memorandos de Entendimiento con varias agencias de la ONU.
“Estoy muy orgulloso y agradezco al Presidente Samaranch que me dio carta blanca”, dice Kidane a Around The Rings luego de conocer la aprobación de la tregua olímpica para los Juegos de Pekín 2022.
A sus 85 años y en su apartamento en París, no cesa en su actividad intelectual. En esa misma ciudad lo conocimos durante el Congreso Olímpico del Centenario en junio de 1994, justo cuando estrenaba sus cargos en el COI.
Kidane aludía así al respaldo que siempre le dio Samaranch en sus iniciativas en la lucha contra el apartheid en el deporte, primero, y en instrumentar el proyecto en la ONU con comisiones a favor de la mujer y el deporte, el deporte y el medio ambiente. También lanzó el primer proyecto a favor de los refugiados alrededor del mundo.
En Nueva York, Kidane se dirigió a la Asamblea General de la ONU para obtener la aprobación de las dos resoluciones de los estados miembros, una que declaró a 1994 como el Año del Centenario del COI y la segunda a favor de la tregua olímpica.
“De hecho es la resolución que con algunas modificaciones se está aplicando hoy. Todo esto fue posible porque el Presidente Samaranch tenía confianza en mí”, dice Kidane.
En febrero de ese 1994, en medio de los Juegos Olímpicos de invierno en Lillehammer, integró una pequeña comitiva de Samaranch en un viaje sorpresivo y peligroso a Sarajevo, que 10 años atrás había auspiciado una cita olímpica. Llevaron el aliento de los deportistas olímpicos y más de 1.500 kilogramos de alimentos en donaciones y el compromiso de restaurar las instalaciones deportivas de 1984, destruidas. Llegaron hasta la primera línea de fuego con chalecos antibalas y cascos azules.
En su reflexión histórica a partir de cuando Pierre de Coubertín convocó en París el Congreso de 1894, las dos guerras mundiales que interrumpieron los Juegos Olímpicos, las guerras “frías y calientes” con su saga de conflictos armados y boicots políticamente motivados, Kidane rememoró la reunión de Samaranch con Boutros Boutros-Ghali, en momentos en que el Consejo de Seguridad decidió incluir al deporte en el marco de las sanciones contra Yugoslavia.
Fue entonces que el COI convenció a la ONU sobre la participación de los atletas en los Juegos Olímpicos bajo la bandera de los cinco aros.
“Yo tuve que hacer una campaña en Nueva York contactando a cada miembro de las delegaciones del Consejo de Seguridad para obtener la aprobación” revela Kidane.
“El famoso título de la resolución, “Construyendo un mundo pacífico y mejor a través del deporte y el ideal olímpico”, es un símbolo a favor de la paz y no es vinculante.
“El COI se encantó cuando la Cumbre del Milenio de Jefes de Estado y de Gobierno, de la ONU, en septiembre de 2000, incluyó un párrafo sobre el deporte y el ideal olímpico en la Declaración Final.
“Fue la última vez que recorrí los pasillos de las Naciones Unidas en Nueva York en nombre del COI.
“Cuando Samaranch dejó la Presidencia del COI también fue el fin para mí. La libertad de acción sin Samaranch, el amigo de Africa, era imposible”, concluye Kidane.