¿Polo sobre arena? Sí. ¿Polo sobre nieve? También. ¿En bicicleta? Claro. ¿Sobre ruedas eléctricas? Por supuesto. ¿En segway? Sí, sí y sí.
Si hay caballos, mejor, pero lo importante es que el deporte recupere el status olímpico que perdió en 1936. De eso se trata el plan de Delfín Uranga, el joven presidente de la Asociación Argentina de Polo (AAP).
Thomas Bach, presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), no debería extrañarse si dentro de unos meses alguien desde Argentina le habla de un joven roble.
¿Un roble? Sí, el retoño del roble olímpico que desde hace décadas crece en el Campo Argentino de Polo en Palermo, uno de los barrios más atractivos de Buenos Aires, la capital de Argentina, el último país en ganar una medalla de oro en el polo de los Juegos Olímpicos.
Tras aquellos Juegos de Berlín 1936, un retoño de roble nacido en Selva Negra alemana viajó en barco hasta Buenos Aires, y desde entonces está ahí, junto a una placa que recuerda al campeón olímpico argentino. Una imagen que Uranga quiere cambiar.
¿Cuál es su meta? Que el roble deje de remitir al pasado y se proyecte al futuro. Es decir, que el polo vuelva a ser un deporte olímpico. ¿Cómo? Convirtiéndolo en un deporte urbano. ¿Es posible? Sí, Uranga ya está trabajando en eso junto a la Federación Internacional de Polo.
“¿Por qué no adoptar nuevos formatos de polo? El polo urbano, por ejemplo”, se pregunta y responde a la vez Uranga durante una entrevista con Around the Rings en Buenos Aires.
“Un siglo atrás, el caballo era sinónimo de movilidad, los caballos estaban en las calles. Pero hoy ya no es así. La gente se mueve en bicicleta y en aparatos electrónicos. Lo que estamos buscando es crear un puente con la ciudad, con lo urbano. Queremos probar el bike polo y el polo sobre e-wheels. En California también se juega en segway. Todo eso es polo, solo que distinto”.
Uranga, de 47 años, lleva toda la vida en el polo. Su padre fue también presidente de la AAP y fundó la federación internacional. El Uranga al mando hoy podría haberse dormido en los laureles, pero entendió que el polo aislacionista y elitista impide que el deporte crezca.
“Una vez tomé un taxi para llegar al Campo Argentino de Polo. Cuando llegamos, el taxista me dijo si podía ver lo que teníamos acá adentro. Le dije que sí, que era gratis. Y entonces él me preguntó: ‘¿Pero dejarían entrar a alguien como yo’?”.
“Eso me dejó pensando. Lo que quiero es que más gente juegue al polo, que más gente lo vea. Por décadas, el polo era algo ajeno para la gente que no conoce de polo, se limitaba a las familias tradicionales que le enseñaban a sus hijos. Era como en la Edad Media, siempre los mismos, siempre las mismas familias. Nosotros ahora estamos buscando agrandar la base, porque así todo el resto de la pirámide crece”.
“Y Palermo es un lugar espectacular de Buenos Aires y con cultura ecuestre. En un área enorme de la ciudad, en pleno centro, se unen el polo, las carreras y los saltos”.
Bach dijo alguna vez que a los Juegos Olímpicos se los cambiaba desde adentro o los cambiarían desde afuera. Hoy, los Juegos tienen surf, skateboarding y escalada, tres deportes inimaginables en el programa olímpico hasta hace unos pocos años. El polo tomó nota de eso y quiere seguir el mismo camino. O al menos eso es lo que dice Uranga.
Piensa en el polo sobre arena para los Juegos de verano. O en la nieve para los de invierno. En ambos casos, tres jugadores y tres caballos por equipo. Pero piensa también en el polo en bicicleta, en e-wheels o segway. La estrategia que siguió el argentino Fernando Aguerre al frente de la Asociación Internacional de Surf (ISA) captó la atención del polo.
“Sería muy difícil armar el polo tradicional, requiere de mucho espacio y muchos caballos, sería complejo entrar así a los Juegos. Por eso apostamos a cualquiera de las dos variantes, invierno o verano. Como hizo el rugby con el formato de seven. El polo tiene que adaptarse, porque además la superioridad argentina es muy grande si se juega en el formato tradicional”.
“Si me llaman de los X-Games, voy”, exagera Uranga. ”Si hay alguien con un taco pegándole a la pelota eso es polo. Hay 51 universidades en Estados Unidos que juegan indoor polo. ¡Vamos por eso! Yo estudié en la Universidad de California Santa Barbara a los 21 años. No tenían polo. A unos kilómetros se jugaba al polo. Armamos el equipo de polo de la Universidad de Santa Bárbara, se anotaron 21 chicas y tres varones, fue un éxito. Ahí vi la enormidad del polo en Estados Unidos con las universidades”.
Uranga, que creó la “Universidad del polo” y una radio para que los espectadores entiendan lo que está pasando durante los partidos, es puro entusiasmo.
“Simplificar el polo es la clave para entrar a los Juegos. Tenemos un producto que puede adaptarse a lo que hoy está pidiendo el mundo.
“En los Juegos de la juventud de Buenos Aires 2018 hicimos una demostración, fue impresionante la atracción que generaron los caballos”.
“Mi padre tenía el sueño de que el polo vuelva a ser olímpico”, añade el jefe del polo argentino, aunque el sueño del padre fuera bastante diferente al plan del hijo.
“El rol de liderazgo que tiene la Argentina es enorme, y el presidente de la federación internacional es argentino, Horacio Areco. La sede está ahora en Uruguay, pero se trabaja mucho desde Buenos Aires. La federación italiana también nos está ayudando mucho, y Gerardo Werthein nos dio buenos consejos”, explica Uranga.
“Queremos que el polo en e-wheels se transforme en un deporte. Hay que reglamentarlo, pero tiene la ventaja de contar con ruedas predictivas. Por ejemplo, si se está cerca de chocar las ruedas se paran, hay otras cuestiones de seguridad con los cascos, que permiten evitar choques”.
“Yo a todo esto lo llamo polo urbano: rueda eléctrica, bici, segway, pero todos son polos. Y queremos que el Campo de Polo de Palermo sea el lugar de experimentación a nivel mundial”.
El polo no es un asunto ajeno a California, pero parece difícil que el deporte de los caballos logre introducirse en Los Ángeles 28, Juegos para los que faltan solo seis años y medio. Brisbane 32 parece más viable, también porque Australia tiene tradición en el deporte.
Y la paradoja es evidente: presente en el programa olímpico desde París 1912,, el pentatlón moderno supo cómo sobrevivir, pero hoy afronta una crisis existencial por desprenderse de los caballos. El polo, que lleva 85 años ausente de los Juegos, propone en cambio volver con o sin caballos. En verano o en invierno. O en ambos. Lo que el COI decida.
Lo importante, está claro, es volver.
SEGUIR LEYENDO: