Hay dos cosas sin las que Santiago Lange no puede vivir: agua y Juegos Olímpicos.
El regatista argentino buscará en menos de tres años, en París 2024, su cuarta medalla en los que serán sus octavos Juegos. Ya tiene dos bronces y un oro, y tras dudar unas semanas tras ser séptimo en Tokio 2020, tomó la decisión de volver a competir en la clase Nacra 17, aunque con una compañera diferente.
“Me di cuenta de que hacer esto, correr regatas, me encanta; todavía lo disfruto muchísimo. Entonces, ¿por qué dejarlo? Empieza un nuevo desafío, que sé que es muy complicado pero también hermoso”, dijo Lange, que es arquitecto naval de profesión y compitió por primera vez en unos Juegos en los de Seúl 88.
Victoria Travascio será su compañera de equipo, sustituyendo a Cecilia Carranza, con la que fue oro en Río 2016 y séptimo en Tokio 2020.
“Fue un proceso largo de evaluación”, admitió Lange. “Aprendí mucho del resultado de Tokio, y también sé que en todos los años que compartimos, con Ceci Carranza logramos un nivel de excelencia impresionante. Con eso muy claro, por delante están las cosas por escribir, sabiendo que el camino para lograr una medalla es difícil”.
Travascio, nacida en 1988, el año del debut olímpico de Lange, logró junto a María Sol Branz en el 49er FX la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 y el bronce en Lima 2019. Su debut en los Juegos Olímpicos fue en Río 2016, donde fue décimo tercera. En Tokio obtuvo un importante quinto puesto.
Lange suele decir que lo que más disfruta es la planificación de la competencia, el estar años antes estudiando el sitio donde luchará por las medallas, sus vientos, sus mareas. No pudo hacerlo en Tokio debido a la pandemia, pero París le dará revancha: el argentino pasará largas temporadas en Marsella, la sede de la vela en los Juegos de 2024.
Cuando Around the Rings le preguntó a Lange por sus razones para seguir compitiendo y pasar tanto tiempo fuera de casa, la respuesta brotó espontánea y convencida.
“Porque lo lindo no es ganar… Obviamente es lindo y especial, pero lo lindo es transitar, prepararse (...). Es un ‘enjoy the ride’. Yo me siento un privilegiado de estar 300 días en el mar al año, de disfrutar cómo se desliza un barco en el agua”.
El “hasta cuándo” es una pregunta que, planteada a Lange, tiene sentido relativo: “Está el paradigma de que tenés una edad y tenés que dejar, de que ganaste el oro y tenés que dejar, pero a mí esta es una vida que me encanta así, entonces, ¿por qué dejarla?”.
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