El béisbol revivió de alguna forma el ambiente olímpico de Atlanta en los últimos días, a pesar de que la esperada celebración del título quedó en suspenso
Un importante número de medios nacionales e internacionales fueron atraídos a la capital del estado de Georgia por tres juegos de la legendaria “Serie Mundial”, el máximo evento de las Grandes Ligas estadounidenses con una historia de 118 años. Varios de ellos dedicaron espacios desde el Parque Olímpico del Centenario en coincidencia con el aniversario 25 de los Juegos Olímpicos.
Aunque el béisbol ha sido excluido de los Juegos de París 2024 se da como un hecho que retorne con los de Los Angeles 2028 y se mantenga para Brisbane 2032. Este colofón de Serie Mundial es un botón de muestra de la espectacularidad de este deporte con grandes estrellas.
La Serie Mundial de siete desafíos se disputa entre los Bravos de Atlanta y los Astros de Houston y coincidentemente en este club figura el cubano Yulieski Gurriel, el único medallista olímpico entre los protagonistas de ambos bandos. Gurrriel fue subcampeón con Cuba en el torneo de béisbol de los Juegos de Pekin 2008 ganado por Corea del Sur.
En las tribunas detrás del dogout de Astros siguió las incidencias del juego su padre, Lourdes Gurriel, uno de los principales jugadores de la selección cubana, ganadora de la medalla de oro en los Juegos de Barcelona 1992 cuando el béisbol hizo su debut oficial en el Programa Olímpico.
Yulieski desertó con su hermano menor Lourdes Jr., fichado por los Azulejos de Toronto, en 2016 durante la Serie del Caribe de República Dominicana.
La Serie Mundial volverá ahora, y sin retorno, a unas 800 millas al oeste, al Minute Maid Park, donde se definirá la suerte de uno de los dos.Bravos va delante tres triunfos a dos.
Héroes deportivos a lo largo de la historia de la franquicia de los Bravos, conocidas figuras estadounidenses de otros deportes incluidos medallistas olímpicos, fueron vistos, y varios de ellos reconocidos, durante estas tres jornadas memorables en el Truist Park más allá que a última hora los Astros sobrevivieron en su último partido de eliminación, metieron miedo en la Noche de Halloween e impidieron a los de casa descorchar la champaña.
En una de esas veladas el homenaje más emotivo fue dedicado a Hank Aaron, una figura icónica de las Grandes Ligas. Su número “44″ se ha mostrado en el césped del jardín central en Truist Park, como lo ha sido durante toda la temporada, después de su muerte por causas naturales en enero, a los 86 años.
“El Martillo Hank”, como le conocían, estableció varias marcas de bateo en sus 23 años en Grandes Ligas, la mayoría con los Bravos, y sus méritos lo condujeron al Salón de la Fama, la casa de los inmortales del béisbol en la localidad de Cooperstown, en el estado de Nueva York.
Los amantes del deporte nacional más antiguo en los EE.UU tienen congelado en sus memorias el 8 de abril de 1974: en un estadio de Atlanta repleto de espectadores y en un partido transmitido en todo Estados Unidos, Aaron quebró el récord histórico del legendario Babe Ruth al conectar su cuadrangular 715 .
Aaron terminó su carrera con 755 jonrones, record vigente hasta el 2007.
Los más de 40.000 espectadores dieron una ovación de pie a Billye Aaron, su viuda, que salió al campo, mientras su hijo, Hank Aaron Jr., tiraba el lanzamiento ceremonial al estelar jugador local Freddie Freeman.
Atlanta originalmente esperaba honrar a Aaron en el Juego de Estrellas en julio, pero las Grandes Ligas trasladaron el tradicional partido a Denver como una protesta contra una ley de Georgia que establecía nuevas restricciones de voto y eso, según demócratas y los grupos de derechos de voto, era discriminatorio con los votantes de color.
Pero la actuación de los Bravos en la postemporada, con el golpe final a los campeones vigentes, Dodgers de Los Angeles, quebró los pronósticos.
“La fiebre del béisbol” provocó tres llenos consecutivos en el debut del Truist Park en el llamado “Clásico de Otoño”. El estadio se inauguró en 2017. Cuando los Bravos estuvieron por última vez en una Serie Mundial, en 1999 jugaron en el Turner Field, originalmente construido como Estadio Olímpico del Centenario en 1996, y hoy escenario para el fúutbol americano.
Esa espera de 22 años es la que parece ser la causa principal de que aficionados pagaron altos precios por los boletos, incluso tickets de hasta $1,000 dólares por presenciar los partidos de pie en los pasillos. Un asiento en la sección “Truist Club” directamente detrás del plato de home tenía un precio inicial de $ 10,750.
Este domingo, cuando la ciudad festejaba por adelantado el triunfo que no llegó, se calcula que cerca de 30.000 personas invadieron el complejo de entretenimiento que rodea el estadio ,llamado “The Battery Atlanta” con una calle principal llena de restaurantes, bares y tiendas y que desemboca en el Truist Park.
La multitud, mayor aún que en las dos anteriores fechas, y resguardadas estrictamente por agentes del orden como comprobó en el lugar Around The Rings, siguió hasta la medianoche el quinto encuentro por pantallas gigantes localizadas en diversos puntos.
El interés de los fanáticos se ha reflejado también en las ventas de tarjetas de beisbolistas de los Bravos, que no han ganado una Serie Mundial desde 1995..
La pasión despertada hizo que las filas delante de las tiendas de artículos deportivos fueran interminables. Al gual que con las postales, el apellido " Freeman” es el más visto en las camisas de béisbol aunque también los de peloteros latinos.
Unos 20 jugadores latinos están en los rosters de los dos clubes, entre ellos cinco cubanos que han desertado de la isla.
Aunque apenas llegó a los Bravos en julio, en la época del cambio de jugadores entre franquicias, camisas con la inscripción de Soler a la espalda, comenzaron también a apreciarse entre la afición.
“Noticia bien recibida para un recién llegado a Atlanta”, dijo Soler a Around The Rings, con su gran sonrisa. Y sus varios records con los Bravos.
El jonronero cubano, que escapó de la isla caribeña vía marítima con su padre en 2011 después de varios intentos, ya tiene un anillo de Serie Mundial con los Cachorros de Chicago en 2016 y confía en conquistar un segundo esta semana en un terreno bien complicado como el Minute Maid Park.