Luchar por ser sede de unos Juegos Olímpicos es una meta que ofrece más garantías de fracaso que de éxito, pero todo se complica más aún si no se llega a un acuerdo tan básico como es el del nombre de la postulación. Ni hablar si, además, se desarrolla un proceso independentista por parte de una de las dos regiones sede.
Es lo que está sucediendo en España con la postulación para los Juegos Olímpicos de invierno: el gobierno de Cataluña quiere que la candidatura se llame “Pirineos-Barcelona 2030”, pero el gobierno de España apuesta por “Aragón-Cataluña 2030”.
El Comité Olímpico Español (COE) ve con buenos ojos esa segunda opción, aunque busca manejar las cosas con prudencia.
“Tenemos que comenzar reuniones, no está definido el nombre”, dijo Alejandro Blanco, presidente del COE, a Around the Rings.
Pero el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, tiene una decisión tomada: le dijo ya al gobierno regional catalán que debe compartir la candidatura con el gobierno regional de Aragón.
“Quiero trasladar al conjunto de los aragoneses que este diseño del proyecto a través del COE será de igual a igual. Son las dos comunidades en pie de igualdad las que van a desarrollar la candidatura”, dijo el jefe del gobierno español esta semana durante una visita a Zaragoza, capital de la comunidad autónoma (región) de Aragón.
Cataluña y Aragón comparten los Pirineos, la principal área de deportes de invierno en España, pero políticamente están muy distantes.
El problema no es de nomenclatura ni deportivo, sino político. El gobierno catalán pretende un referéndum de autodeterminación que le abra las puertas de la independencia del resto de España. El gobierno central de Madrid se niega rotundamente a esa posibilidad, alegando que es inconstitucional, y propone una mesa de diálogo que se inició este miércoles durante una visita de Sánchez a Barcelona.
Es en ese sentido que Javier Lambán, presidente de Aragón, una región sin veleidades independentistas, dijo que la candidatura olímpica es “una operación política de Estado de alcance descomunal”.
Pere Aragonés, presidente del gobierno regional catalán, insiste en que la candidatura se llame “Barcelona-Pirineos 2030” y en que Cataluña sea preeminente en esa apuesta por llevar los Juegos de invierno a España por primera vez en su historia.
Aragonés va incluso más allá: no piensa tanto en llevar los Juegos a España, sino más bien en que estos sean los primeros en una Cataluña independiente.
“Cuento con que antes de 2030 hayamos llegado a un acuerdo para la resolución del conflicto político y que Cataluña haya votado”, dijo a fines de agosto el jefe de gobierno catalán.
“Queremos que Cataluña vote de forma reconocida, y si lo hace antes de 2030 serán los primeros Juegos en los que participaremos bajo nuestra bandera”, añadió.
Sánchez, que quiere enfriar los ánimos y prolongar en el tiempo la negociación con Cataluña, se refirió también a la candidatura de España y Portugal para ser sede del Mundial de fútbol de 2030, y recordó el impacto que tuvieron los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, así como la Exposición Universal de Sevilla en ese mismo año.
“Avanza a buen ritmo y tenemos noticias esperanzadoras. El año 2030 se puede convertir en un 1992 para el país en términos deportivos, en términos de visibilización internacional y desde el punto de vista del desarrollo económico de zonas que necesitan inversión pública y una mayor atención por parte de las instituciones públicas”.
Si la candidatura española avanza, cuatro rivales se perfilan: Vancouver, Salt Lake City, Sapporo y Ucrania.