TOKIO - No son pocas las historias de hijos que siguen los pasos de sus padres en el deporte e ncluso los superan. No es habitual, en cambio, que el hijo sienta y escuche, en medio de un estado vacío por culpa de una pandemia que se da una vez cada cien años, la voz de su padre emocionado en pleno partido. Un padre que ya estuvo allí, pero no pudo ir más allá. El hijo no, el hijo no se conforma, el hijo quiere más: cree que de ninguna manera alcanzó ya la meta.
“¡Es hermoso!”, sintetiza el argentino Facundo Conte mientras los calambres amenazan su estabilidad y la voz ronca da la idea de cuánto le costaron esos cinco sets con que Argentina derrotó a Italia 21-25, 25-23, 25-22, 14-25 y 15-12 para avanzar a las semifinales del voleibol de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. El rival del jueves será Francia, vencedora de Polonia por 3-2.
Facundo, el hijo de Hugo, uno de los jugadores más importantes que haya dado la Argentina, miembro del Salón de la Fama y bronce en los Juegos de Seúl 88, además de cuarto en Sydney 2000. Facundo, que tras ser quintos en Río 2016 y ver a su selección décimo tercera en el Mundial de 2018, decidió volver al equipo. Sentía que había una historia inconclusa, y Tokio le está dando la razón.
Conte padre es comentarista de la televisión argentina. Está en Tokio y ve y sufre los partidos de su hijo, al que no se le escapa que vive una situación privilegiada.
“Poder compartirlo con mi viejo, más allá de la fantasía que pueda crear lo mediático, es hermoso, ¡porque es mi padre! Poder compartirlo con él en un año en el que no pudimos estar cerca, que nadie puede venir a Tokio... Y sin embargo poder verlo y escuchar su voz es hermoso, es hermoso”.
Conte escucha otra voz, además de la de su padre: al relator José Montesano, que en la transmisión grita “¡ahí va el heredero, ahí va el heredero!”, en referencia a Facundo. Tras la victoria ante Italia, Conte hijo le pidió algo a Montesano: que grite un poco menos, porque lo escucha desde dentro de la cancha cuando va a sacar, momento necesariamente de gran concentración.
Conte padre, que brilló en la Liga italiana, donde fue elegido tres veces como el mejor jugador de la temporada, estuvo dos veces en semifinales olímpicas, y perdió ambas. La de Seúl, sin embargo, fue seguida del partido por el bronce para que la Argentina derrotara 3-2 a Brasil. En Sydney no, allí no hubo bronce. Pero al año siguiente llegó un premio muy especial para Conte: la Federación Internacional de Voleibol (FIVB) lo eligió como uno de los ocho mejores jugadores del siglo XX.
De ese padre viene Facundo -y de su madre, Sonia, integrante de la selección en Juegos Panamericanos-, y ante ese padre, que lo sigue desde las tribunas en el enorme y vacío Ariake Arena, buscará que la saga de los Conte no sume una tercera derrota olímpica en semifinales.
“No estamos mirando para atrás, solo estamos mirando para arriba. No podemos relajarnos, tenemos el jueves el partido más importante de nuestras vidas. Y no para ponernos presión, es el momento de creer, de vendarnos los dedos, muchos de nosotros estamos sufriendo físicamente, pero quedan dos pasitos más, dos pasitos más, no es el momento de mirar para atrás”.
Pasa Luciano de Cecco, el capitán, el hombre que junto a Conte y Sebastián Solé conforma “el triángulo”, como ellos mismos lo llaman, un triángulo de experiencia y calidad para sostener e impulsar a los más jóvenes en la selección.
“Cada uno cumple con su papel. Si yo grito lo que grita Facundo no llego al final del partido”, dice con una sonrisa que se adivina tras el barbijo. Y es cierto: lo que grita, alienta y festeja Conte durante los partidos no tiene nombre. Lo que juega, tampoco.
Cada uno cumple con su papel, dice de Cecco. ¿Y cómo juega la Argentina de la que Conte es motor deportivo y anímico? Él mismo lo explica detallando lo que sucedió ante Italia: “Creo que jugamos el partido que nosotros queríamos jugar, que es poner en dificultad al otro equipo. Que sienta que va a perder, que no vamos a soltar la presa. Pasó con todos los equipos. Más allá de lo técnico y táctico, esa fortaleza mental es lo que nos define hoy. Muy orgulloso de que hayamos hecho un paso más. No sé si con autoridad, pero con descaro ante otra potencia mundial”.
“Nos tienen que sacar muertos de la cancha, porque lo vamos a seguir intentando, todas las pelotas. Ese es nuestro partido, ese es nuestro juego, tocarles las pelotas a los grandes. Y hoy lo hicimos otra vez, y me pone muy contento y muy orgulloso ser parte de este equipo”.