TOKIO - No puede haber dudas: este domingo, cuando el surf debute como deporte olímpico, Fernando Aguerre se plantará en la playa vistiendo un moño. Y casi sin dormir.
“Este moño es una cábala: lo vestí en 1996, cuando organice el primer Mundial de surf, también en julio de 2015, cuando la Odepa admitió al surf en los Juegos Panamericanos. Y lo llevo hoy, el día en el que el surf se convierte en olímpico”, explicó Aguerre en 2016 en Río de Janeiro.
¿Cómo no llevarlo entonces cuando las tablas ataquen las olas en la playa de Tsurigasaki, en Ichinomiya, a una hora y media de Tokio.
“Estamos viviendo un tiempo cargado de emoción”, dijo el argentino en diálogo con Around the Rings. “La instalación es maravillosa, la mejor instalación en la historia del surf, nunca se había visto algo así. Tiene todo lo que hace falta desde todos los puntos de vista, todo es increíble y maravilloso”.
“Estamos muy orgullosos en la ISA, muy agradecidos al COI y a Tokio 2020 por el trabajo que han hecho”, añadió.
A diferencia de la mayoría de los deportes, el surf es muy dependiente de la cuestión climática. Sin buenas olas no puede haber buen surf. Y sin olas no hay surf. Cuando se supo que el deporte de la tabla sería olímpico se pensó en la posibilidad de disputarlo en una instalación de olas artificiales, aunque al final se impuso la apuesta por lo natural.
“Las condiciones climáticas tal vez no son las mejores a nivel tifón, pero las olas que va a haber van a ser muy buenas. Este domingo vamos a tratar de hacer las dos primeras rondas”.
“El plan es hacer mañana, lunes, martes y terminar el miércoles a media mañana para a las 12 del mediodía haber entregado las medallas. Ese es el plan”, explicó el presidente de la ISA.
Que un deporte que es religión en California, Australia, Sudáfrica y Brasil haya llegado a los Juegos Olímpicos gracias a un argentino es una historia llamativa, aunque con explicación. Por años, el surf fue casi inexistente en Argentina, aunque en los últimos tiempos está tomando buen impulso. Otra vez, gracias a lo que sembró Aguerre en su momento.
Hiperactivo y siempre sonriente, el amor de Aguerre por el surf le generó problemas en sus años jóvenes en Mar del Plata, la principal ciudad turística de la Argentina, 400 kilómetros al sur de Buenos Aires y sobre un mar frío y con olas.
En aquellos años, Argentina estaba bajo una dictadura militar. “El intendente de Mar del Plata durante la dictadura era el capitán de navío Menozzi. Entre 1977 y 1978 los inspectores tenían la orden de sacarnos del agua. Nosotros les decíamos que estábamos surfeando en playas con rocas, que nadie iba por ahí. No había caso. ‘Está prohibido surfear’, nos decían”.
Una vez que Menozzi salió de escena, la prohibición de surfear se fue relajando. “Armé la Asociación Marplatense de surf, luego la argentina. Y de repente todos querían surfear. Fue la primera gran ola de promoción”.
Años después, en 1984, Aguerre se mudó a California, una de las mecas del surf a nivel mundial. Instalado en San Diego creó Reef, una empresa que vendería 21 años después. En el medio, en 1994, se convirtió en presidente de la Asociación Internacional de Surf (ISA). Apenas llegó al sillón vio la gran oportunidad.
“Era 1994 y había cierta idea en el surf de la necesidad de acercarse al deporte olímpico. Un año después, el COI reconoció a la ISU como federación”. Y desde entonces no paró. Lo intentó con Jacques Rogge como presidente del COI, pero el belga era prudente y conservador, aunque la de los Juegos de la juventud haya sido una idea suya.
Aguerre debió esperar al triunfo del alemán Thomas Bach, elegido presidente en septiembre de 2013 en Buenos Aires. Bach llegó al cargo con una idea tan concisa como clara: “O cambias o te cambian”.
Entonces comenzó una negociación discreta, pero decidida: Tokio quería organizar unos Juegos con béisbol/sóftbol y karate. El COI quería al surf, la escalada y el skateboard. Al final, todos tuvieron lo que querían, incluyendo a Aguerre, que en aquel 2016 en Río fue felicitado por el brasileño Gabriel Medina, uno de los mejores surfistas del mundo.
“No lo hubiéramos logrado sin el trabajo de Fernando”, dijo el brasileño, que vio llorar a Aguerre instantes después de confirmarse el éxito.
Aguerre ya no llora de emoción, solo ríe. Se lamenta de la falta de público en las “maravillosas” instalaciones de Japón, pero intuye que el surf pegará fuerte: “Todo el mundo quiere estar en el surf, creo que vamos a ser una de las estrellas de los Juegos”.
“El surf representa un gigantesco cambio de dirección en el programa olímpico. Hace muchos años entraron el triatlón o voleibol de playa, que eran deportes ya existentes en el programa, en cierto modo. El surf es totalmente diferente, es como el skate, y esta jugada maestra del presidente Bach representó la entrada de tres deportes de juventud. Uno que es la playa y el mar, otro que es lo urbano, como el skate, y otro que es el aire libre, la escalada deportiva”.
“La confirmación de que fue una decisión acertada es que para París 2024 el programa vuelve a incluir el surf, la escalada deportiva y el skate, pero además el break dance o free style. Los deportes que habían pedido los japoneses, que son el béisbol, softbol y el karate, ya no están en el programa para París”, añade el dirigente argentino, que cuando mira al horizonte ve mucho más allá de la primera ola.
“Esto abre un camino para el surf en el mundo olímpico, porque el surf iba a estar solo en Tokio, y ahora ya está confirmado para París y en un lugar increíble como Teahupo’o, en Tahití, que es parte de Francia. Una de las mejores olas del mundo. Y en 2028 los Juegos son en Los Ángeles, la capital mundial del surf. Todo el mundo sabe que California es símbolo de surf. Y los Juegos de 2032 van a Brisbane, estaremos en otra capital del surf. Salimos a remar una ola y nos encontramos con cuatro”.
Pero hoy es Tokio, hoy es el debut olímpico del surf. Y la voz se le entrecorta a Aguerre: “No lo puedo creer, esto es algo soñado, vamos a tener olas. No lo puedo creer. Planear con dos años de anticipación las fechas y que haya olas es absolutamente una locura. No sé si estas noches voy a poder dormir más que las dos horas que dormí hoy”.
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