TOKIO - Reaccionar bien y en el momento justo es un arte, un arte no siempre al alcance de todos. Le sucedió a Tokio 2020, que resolvió en dos tiempos un escándalo que podría haber cortado de raíz. ¿Pero quién podía imaginarse que Cornelius, nombre artístico del músico Keigo Oyamada, había acosado y maltratado a compañeros de clase con discapacidades en su época escolar?
Bueno, Keigo lo hizo, y sufrió en carne propia eso de que la venganza es un plato que se sirve bien frío. De ser parte del equipo encargado de la música en la ceremonia inaugural de este viernes pasó a quedarse sin trabajo. Era uno de los cerebros creativos y conceptuales de la banda sonora para la ceremonia, que verá por televisión desde su casa.
Lo llamativo es que el propio Keigo se cavó su fosa. Él mismo había contado tiempo atrás en varias entrevistas su afición por someter a bullying a sus compañeros de colegio.
Pero lo que era aceptable hace unos años ya no lo es hoy. Aquellos compañeros reaccionaron, y el clima social los acompañó. ¿Te gustaba hacerle bullying a los más débiles? Bueno, estas son las consecuencias, es el mensaje que recibió Cornelius, al que el comité organizador le aceptó sus “sinceras disculpas” antes de entender que la única salida era la renuncia.
Tokio 2020 es, queda claro, una caja de sorpresas, y su ceremonia inaugural parece propensa a generarlas. Cuatro meses atrás, en marzo, el jefe creativo de la ceremonia, Hiroshi Sasaki, tuvo la increíble idea de proponer que una comediante de volumen físico importante apareciera en la fiesta bajo el nombre de “Olympig”. Sasaki terminó renunciando.
Semanas antes, Yoshiro Mori debió dejar la jefatura del comité organizador tras haber dicho que en aquellas reuniones en las que intervenían mujeres “se perdía mucho tiempo”. Él también verá la ceremonia del viernes por televisión. Son, una vez más, unos Juegos diferentes a todos.
SEGUIR LEYENDO: