Con los Juegos Olímpicos de Tokio cada vez más cerca, los dos principales aeropuertos de la capital japonesa cobran protagonismo. Llegan atletas, funcionarios, entrenadores y periodistas. Y la experiencia, dicen los que ya están en Japón, no es precisamente agradable.
Una de las primeras advertencias vino de Narinder Batra, presidente del Comité Olímpico Indio (IOA), que envió una carta a los organizadores de los Juegos. Los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 se celebrarán sin espectadores -algo inédito en la historia- y bajo estado de emergencia, ya que el país se enfrenta a un aumento de los casos de COVID-19.
El presidente de la IOA, Narinder Batra, subrayó el sábado las nuevas preocupaciones que los atletas indios con destino a los Juegos Olímpicos podrían tener que afrontar a su llegada a Tokio, entre ellas la de pasar largas horas en inmigración sin comida ni agua.
Batra fue informado el viernes por el jefe de misión indio, B P Baishya, de los inconvenientes a los que se enfrentan los atletas de otros países a su llegada a Tokio. El dirigente planteó la cuestión a los organizadores de los Juegos antes de la salida del contingente indio.
“El 9 de julio, en la reunión del Jefe de Misión, se me plantearon cuestiones importantes. En la reunión se puso de manifiesto el mismo problema por parte de diferentes países, entre ellos la República Checa, que llegaron al aeropuerto de Narita”, dijo Batra en una declaración publicada por Press Trust of India.
“Tuvieron que esperar cuatro horas, antes de que comenzara el proceso de inmigración, y esperaron tres horas para subir al transporte. No se les proporcionó ni comida ni agua”.
“Alemania destacó que los servicios de los voluntarios son casi inexistentes”, añadió el comunicado. La delegación india tiene previsto partir hacia Tokio el 17 de julio.
“Compartiendo con todos ustedes para que estén mentalmente preparados para lo que muy probablemente les espera en el aeropuerto hasta llegar a la Villa, estos Juegos se celebran en circunstancias extraordinarias y debemos intentar apoyar a Japón y pasar por todo con una sonrisa”, dijo Batra.
Los organizadores reaccionaron a la carta de Batra: “El asunto se ha planteado hoy al comité organizador. Trabajarán en ello con el gobierno para asegurarse de que no vuelva a ocurrir”.
No fue precisamente una sonrisa lo que predominó en la llegada de la selección argentina de handball a Tokio. Sebastián Simonet, una de las figuras del equipo, reveló que transcurrieron nueve horas entre el aterrizaje y la salida del aeropuerto: en el medio, multitud de controles y chequeos.
“Después de 40 horas de viaje llevamos más de ocho horas adentro del aeropuerto de Tokio sin poder salir. Mezcla de protocolos, antígenos e incertidumbres”, escribió Simonet en twitter. Una hora después sumó otro comentario: “Nueve horas después nos subimos al micro”.
Ante el fracaso de la campaña de vacunación -Japón solo tiene vacunados en forma completa al 15 por ciento de sus 116 millones de habitantes-, el gobierno decidió que haría todo lo posible para que el ingreso de visitantes debido a los Juegos no contribuyan a aumentar los casos de covid-19.
Así, todos aquellos que viajan a Tokio se ven envueltos en una maraña de formularios, aplicaciones, tablas de excel y mails que deben rellenar y enviar. Uno de los formularios estrella es el “activity plan”, en el que se detallan todos los sitios que se visitarán durante los primeros días en el país. El envío y la confirmación de recepción y autorización de los formularios se está realizando no sin dificultades en muchos casos.
Una vez en Japón, los visitantes deben alojarse en hoteles definidos por el comité organizador, someterse a diferentes tipos de cuarentenas y moverse solo por los sitios establecidos previamente. El resultado de este sistema ideado por el gobierno japonés es de un nivel de estrés sin precedentes en los días previos a una cita que, históricamente, era motivo de alegría y celebración.
La corresponsal de Nine News Australia compartió su experiencia tras llegar a Tokio.
“Al aterrizar en Tokio para los Juegos Olímpicos está claro que falta una cosa: emoción. No hay grandes mascotas en los aeropuertos que bailen al bajar del avión, ni bandas de música que toquen, ni una multitud de medios de comunicación que descienda sobre los atletas cuando atraviesan las puertas. En su lugar hay montones de papeleo, una prueba de saliva COVID-19 a la llegada y aplicaciones que debes descargar en tu teléfono para que las autoridades puedan rastrear todos tus movimientos. Bienvenidos a los Juegos Olímpicos en la era de la pandemia”.
El argentino Santiago Lange, medalla de oro en vela en Río 2016, llegó la semana pasada a Tokio. La experiencia tampoco fue grata para él.
“La llegada al aeropuerto fue muy complicada, extremadamente exhaustiva, tienes que rellenar una solicitud que luego tendrás que rellenar cada día para decir si te encuentras bien. Todo el trámite en el aeropuerto duró cuatro horas, porque te hacen un control, de un control, de un control...”, dijo el regatista argentino a Around the Rings.
“Llegas cansado y es duro pasar todos esos controles, pero sabemos que los Juegos se hacen y eso es lo más importante”.
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