Emocionada y locuaz en las entrañas de cemento del Estadio Olímpico de Tokio, Yulimar Rojas hizo una mueca de asombro que trocó rápidamente en alegría cuando le mostraron una foto: “Siempre la tengo presente, porque ella tenía algo en su poder que yo quería”.
¿Quién aparecía en esa foto? Inessa Kravets, la ucraniana que en 1995 instauró un récord mundial de salto triple que vivió por 26 años, hasta que un domingo 1 de agosto de 2021, en Tokio, Rojas lo envió al baúl de los recuerdos.
Aquellos 15,50 metros se marcaron cuando la venezolana de 25 años, que voló 15,67 en Tokio, aún no había nacido. Fue el salto perfecto, como ella misma lo califica.
Un salto que envidiaría la mismísima Kravets. Rojas no tenía un póster de la ucraniana en su habitación como inspiración, pero sí que se miraba sus videos: “Yo le agradezco, porque ha sido un pilar fundamental y de identificación en mi carrera. Ha dado varias declaraciones sobre mí y decía que yo tenía mucho potencial, y que veía en mí un posible récord del mundo”.
Ya podrán juntarse a conversar. Es lo que quiere la sudamericana después de arrebatarle la plusmarca en un estadio tan hermoso como vacío, la marca de los Juegos Olímpicos de Tokio.
El mundo le pedía a Rojas el registro. Ella no se nublaba y sólo escuchaba a su entrenador Iván Pedroso. “No te concentres en intentar romper un récord. Primero, haz tu trabajo, consigue la medalla en el primer salto, y después de ahí, busca el salto perfecto. Él es un sabio, sus palabras se cumplieron esta noche”, celebraba. Doblemente dulce la noche para el español, por cierto, ya que otra de sus dirigidas, la española Ana Peleteiro brincó para el bronce (14,87 metros). La plata la atrapó, para Portugal, Patricia Mamona (15,01).
Rojas es la primera mujer en la historia que le da a Venezuela un título olímpico. Lanza una carcajada cuando se menciona el hito y recuerda que era su anhelo de toda su vida: “Es lo que me ha levantado cada día, ser lo que soy, y sacar fuerzas diariamente para seguir adelante. Hoy se hace historia y todas las mujeres deben estar súper emocionadas, agradecidas y queridas de saber que yo he podido conseguir esto. Ellas pueden lograr lo que quieran, están empoderadas”.
“Estoy en una nube y no me lo creo. Voy a disfrutar de mi momento”, dice mientras mueve las caderas, muestra un bailecito y viaja por un segundo en su cabeza a un lugar idílico de celebración: “Toca gozármelo, tripeármelo… pero seguir enfocada”. Ahí aterriza. “Este año no termina aquí y al fin quiero conseguir el título en la Liga de Diamante, para cerrar la temporada con broche de oro”, cuenta, mientras un periodista le pide que se atreva con la mítica marca de 16 metros.
Todo es posible, le está hablando a la chica más feliz del planeta. Ya era bicampeonato mundial, pero es en Tokio que comienza la era de Yulimar Rojas.