(ATR) Nunca había visto unas manos tan enormes. Y menos, en la punta de mi mentón.
Muhammad Alí me sorprendió en el quinto y último día de su primera visita a La Habana.
A la isla caribeña había llegado en septiembre de 1996 al frente de una misión humanitaria con medio millón de dólares en medicamentos para hospitales .
Yo lo había acompañado desde que llegó al aeropuerto y en todos sus encuentros con la Cruz Roja cubana, médicos, pacientes, y deportistas, para mis crónicas en el principal diario local.
Así que en un momento, cuando visitaba el Instituto de Neurología donde le hablaron cómo en Cuba trataban la enfermedad del Parkinson, le pregunté a Alí qué hubiera pasado en un combate con Teófilo Stevenson, el tricampeón olímpico cubano.
"Tablas" me dijo muy bajo, tanto que apenas pude escuchar y fue Lonnie, su esposa, la que me ratificó su caballerosa respuesta.
Fue entonces que Alí, en gesto cariñoso, e inesperadamente, presionó su brazo izquierdo sobre mi espalda mientras su impresionante puño derecho , amenazante, rozaba mi mandíbula.
Dos meses atrás, en julio de 1996, esas manos temblorosas, sostenían la antorcha olímpica de los Juegos de Atlanta con la que Alí encendía el pebetero de los Juegos del Centenario ante una audiencia de 3,5 billones de espectadores que lo vieron en vivo por TV.
De aquel abrazo de Ali en La Habana, de aquel "cuerpo a cuerpo", me acordaba ahora, a 60 años de que conquistara su histórica medalla de oro en la división semipesada en los Juegos Olímpicos de Roma, el 5 de septiembre de 1960. Era entonces Cassius Clay.
Ese día, el ídolo de Kentucky derrotaba por decisión unánime en el Palazzo dello Sport al polaco Zbigniew Pietrzykowski, tres veces campeón de Europa y medallista de bronce de 1956, por decisión unánime.
Previamente ,había superado al belga Yvon Bacaus antes del límite, en el segundo asalto, y al soviético campeón olímpico de Melbourne-56, Gennady Shatkov y al australiano Tony Madigan, por 5-0 en ambas ocasiones.
A su regreso a Estados Unidos se convertía en profesional.El 29 de octubre de 1960 protagonizaba su primera victoria de su espectacular carrera. Nacía "El Más Grande" en sus duelos contra Sonny Liston, Floyd Patterson, Joe Frazier, Ken Norton, George Foreman, Leon Spinks,y otros más,
"Aún puedo verlo bailando por la Villa Olímpica con su medalla de oro al cuello.Dornía con ella. Iba a la cafetería con ella. Nunca se la quitaba.Nadie mimaba tanto su medalla como él" recordó Wilma Rudolph , triple campeona olímpica en la cita italiana.
Luego, surgió el misterio en torno a su medalla olimpica desaparecida, una historia que sigue generando controversía: que si Alí la lanzó al río en protesta al ser discriminado en una cafetería de su pueblo, o si realmente la había extraviado.
Dias después de que Alí encendiera el pebetero en la inauguración de los Juegos de Atlanta, durante un partido de baloncesto del torneo olímpico, el entonces presidente del COI, Juan Antonio Samaranch, le entregó una réplica de su presea de 1960. Treinta y seis años después tenía otra vez la medalla sobre su pecho.
Alí volvió a La Habana con otra misión humanitaria dos años después de su primera visita, también en septiembre. A las puertas del Hotel Nacional, a varias cuadras del malecón habanero, yo lo esperaba con mis fotos del recuerdo de su primer viaje. Quería su autógrafo.
Al verme, volvió a abrazarme. Y en unos 40 segundos estampó su firma temblorosa en la foto donde nos veíamos con un fuerte apretón de manos. Sus inolvidables manos.
Foto de la página de inicio: COI
Escrito porMiguel Hernandez.