La isla de Koh Phangan, Tailandia, era un refugio espiritual donde los estilos de vida alternativos y las relaciones abiertas eran la norma. Fue en este enclave, donde las olas acariciaban suavemente la arena y el aroma del incienso impregnaba el aire, que Amitayus conoció a Elica por primera vez. Era diciembre de 2014. Amitayus, originario de Portland, Oregón, había llegado a la isla -famosa por sus fiestas de la luna llena- dos años antes, con la intención de profundizar en su camino espiritual a través del yoga y la meditación. “Cuando llegué allí por primera vez, había comenzado a salir con una mujer. No fue hasta nuestra tercera cita que ella me dijo que estaba viendo a otras personas. Me quedaba la opción de cortar con ella o continuar en una relación abierta. En la comunidad allí, la mayoría de las personas con las que hablé siempre mencionaron los beneficios espirituales de las relaciones abiertas. Decidí probarlo”, relató el hombre. En cuanto a Elica, nacida en Australia, había viajado por unas semanas para sanar tras una ruptura amorosa. “Oh, esa isla suena bien. Iré allí y haré un poco de yoga por un par de semanas y vuelvo”, se propuso. El viaje que era de unas semanas se había prolongado a un año. La isla tenía un modo peculiar de alterar los planes.
Amitayus estaba liderando una sesión de acro-yoga (disciplina que combina yoga y acrobacia en pareja) en la playa cuando vio a Elica por primera vez, acompañada por un amigo que no dejaba de cortejarla. “Me dirigía allí para una formación de profesores de yoga y estaba recién iniciado en mi camino. ¡Todo se sentía nuevo y emocionante!”, recordó Amitayus en una entrevista del sitio Crazy Love Stories. En cuanto la vio, supo que había algo especial en ella. La atracción fue instantánea y poderosa.
Amitayus no perdió tiempo y la invitó a salir. Sin embargo, Elica, aún lidiando con las heridas de su pasado, rechazó sus avances una y otra vez. “La razón por la que siempre decía que no cuando me invitaba a salir era porque intuitivamente sentía que las cosas podrían ser diferentes con él. Sabía que tan pronto como me propusiera a hacer yoga en pareja con él, me sentiría demasiado atraída por él y querría profundizar”, explicó Elica más tarde. Pero el destino seguía tejiendo sus hilos, y aunque la vida intentaba separarlos, siempre volvían a encontrarse.
Finalmente, una conversación profunda fuera de la sala de yoga marcó un antes y un después. Sentados juntos, Amitayus le habló de la belleza de que te rompan el corazón, y Elica, aunque escéptica, empezó a ver algo diferente en él. “Él me estaba diciendo lo maravilloso que es que te rompan el corazón. ¡A mí me sonaba bastante terrible!”, recordó ella. Amitayus estaba citando del libro de Gibran “El Profeta” sobre el amor.
Nada duradero
Las diferencias en sus experiencias y expectativas plantearon desafíos desde el inicio. Amitayus llevaba años llevando relaciones abiertas, siguiendo el consejo de sus amigos en el lugar, aunque tenía claro que lo que buscaba era una relación profunda. Ya le habían roto el corazón infinitas veces y él a otras personas que incluso quisieron casarse con él. Sobre el poliamor dijo: “Hay muchos aspectos hermosos en estar abierto a múltiples personas. Te permite observar cómo interactuás de manera diferente con distintas personas y te enseña cómo manejar muchas energías diferentes”. Sin embargo, la naturaleza transitoria de Koh Phangan, donde las personas nunca estaban seguras de cuánto tiempo se quedarían, no era el entorno ideal para construir algo duradero.
Elica, por otro lado, siempre supo que, aunque había explorado las relaciones abiertas, buscaba algo más profundo y monógamo. “En el fondo sabía que tener relaciones abiertas no iba a ser mi camino final. Mi signo zodiacal es Cáncer y, al ser un signo de agua, encuentro que soy más profunda que amplia”, reflexionó Elica que durante su primer año en Koh Phangan tuvo parejas ocasionales como parte de “su proceso de recuperación”.
Uno de los momentos decisivos llegó cuando ambos coincidieron por casualidad en Melbourne, Australia. Fue allí donde empezaron a conocerse realmente. Elica, una astróloga talentosa, leyó su carta astral y le dijo: “Sabes, deberías estar con una mujer Cáncer con Géminis en ascenso”. A lo que Amitayus respondió sorprendido: “¡Esa soy yo!”. Aunque Elica negó estar coqueteando, Amitayus siempre creyó que sí lo hacía. Esta revelación sembró la semilla de lo que estaba por venir.
De vuelta en Koh Phangan, Amitayus había decidido dejar la isla para siempre. Estaba haciendo las valijas, listo para cortar lazos, cuando decidió dar un último intento para reconciliarse con Elica tras una pelea. Le pidió que se encontraran para tomar un licuado y hablar. Esa reunión se convirtió en una conversación de tres horas que cambió el rumbo de sus vidas. Al final de la conversación, Amitayus la invitó a salir por última vez. Esta vez, Elica finalmente dijo que sí.
La despedida
“Sería fantástico si pudiéramos irnos en buenos términos. ¿Podemos almorzar y simplemente hablar de cosas?”, le había dicho Amitayus. Elica aceptó y esa reunión fue el inicio de su verdadera conexión. “Me sentí muy atraída por él y me gustaba mucho como persona”, confesó ella más tarde. La primera cita se transformó en una noche juntos que desbordó de pasión y conexión.
Koh Phangan, con sus playas paradisíacas y su vibrante comunidad espiritual, fue el telón de fondo perfecto para su historia de amor. La isla, aunque transitoria y llena de viajeros buscando respuestas, ofreció el escenario ideal para que Amitayus y Elica encontraran las suyas. Los rituales de yoga, las meditaciones al amanecer y las conversaciones bajo las estrellas crearon un ambiente donde su amor podía florecer.
Amitayus y Elica pasaron de la confusión y el rechazo a una conexión profunda y sincera. Amitayus, quien siempre había buscado una relación con verdadera profundidad, encontró en Elica la compañera perfecta. “Ella vino a mi casa y ambos nos sorprendimos del poder de la conexión que teníamos”, recordó Amitayus. Ambos habían pensando que vivirían una aventura de una noche porque él se iba en dos días. Pero a la mañana siguiente le preguntó si podía volver a verla esa noche y nuevamente ella dijo que sí. “Tuve que decepcionar a algunas damas”, reveló Amitayus sobre las relaciones simultáneas que llevaba hasta entonces y agregó: ”Esa fue la noche en que salimos a disfrutar de una agradable cena italiana. Pasamos la mayor parte de la noche mirándonos a los ojos, deslumbrados”. Y Elica afirmó: “¡No podíamos dejar de sonreír! Fue realmente lindo”.
En ese punto, los dos asumieron erróneamente que el otro quería una relación abierta. Dado que en su última relación la australiana había sufrido demasiados problemas relacionados con los celos, el miedo y el control, su flamante pareja también creyó que ella quería tener una relación abierta. “Él asumió que yo quería una relación abierta y yo supuse que él quería eso y ahí es donde estábamos”, explicó Elica.
Amitayus se fue a la India y más tarde a Corea, donde volvieron a estar juntos durante 9 días, mientras visitaban templos y vivían una suerte de luna de miel.
Boda tailandesa
La relación de Amitayus y Elica pasó por varias pruebas. Después de dejar Corea, Amitayus sintió que no quería estar con otra persona que no fuera Elica. “Recuerdo haberle dicho a un amigo nuestro de antemano que ya no estaba seguro de estar interesado en relaciones abiertas porque realmente buscaba profundidad y compromiso, no en términos de tiempo, sino un compromiso mutuo en términos de presencia y intimidad. Entonces, sin que ella lo supiera, eso ya estaba en mi mente”, expresó el yogui. Mientras que al mismo tiempo Elica, dos o tres semanas después del viaje a Corea entró en una pequeña crisis. “Si iba a tener una relación, necesitaba profundizar con la persona de manera comprometida porque el trabajo de sanación sería una parte fundamental del viaje para mí”, pensó la mujer, que decidió no guardarse esos sentimientos asumiendo el riesgo de que la relación se acabara allí mismo.
La pareja conversó online y celebró este proceso que atravesaron por separado y les permitió llegar a la misma conclusión. Ella leyó el Tarot para saber qué les depararía el destino. “La lectura fue para ver si iba a ser bueno para nosotros. Lo que surgieron fueron algunos aspectos negativos, pero fueron ahogados por muchos de los hermosos aspectos positivos que recibiríamos de ello”, contó el hombre feliz por la decisión de encarar una relación monógama con la mujer que había rechazado sus invitaciones una y otra vez, además de dejarlo plantado.
Elica compartió las repercusiones que hubo en la isla al enterarse de la relación ambos y ¡del casamiento! “Publicamos un vídeo nuestro en Facebook anunciando personalmente nuestro compromiso. ¡Esto conmocionó a toda la comunidad tántrica y fue un caos absoluto! El shock colectivo fue: “No nos casamos en Koh Phangan, ¡simplemente nos acostamos unos con otros!”. Aunque sentaron un precedente: en la boda, uno de sus amigos y profesores que dirige una escuela de yoga allí decía que al casarse habían creado una base de algo en la comunidad que otros podrían seguir. Crearía el potencial de profundidad y compromiso.
El compromiso se selló en una hermosa boda tailandesa, un evento cuidadosamente planeado que reflejaba su dedicación mutua y espiritual. “Casarse realmente cambia alquímicamente la conexión entre dos personas”, comentó Elica. Su ceremonia no solo fue un ritual de unión, sino una transformación espiritual que cimentó su amor que sueñan que sea para siempre.
Después de su boda, Amitayus y Elica continuaron su viaje juntos. La pareja sigue explorando nuevas dimensiones de su relación, utilizando las herramientas conscientes que han aprendido para resolver cualquier desafío que enfrenten. Hoy, viven entre Estados Unidos y Koh Phangan, enseñando yoga y terapia de sistemas familiares internos (un enfoque de la psicoterapia que identifica y aborda múltiples subpersonalidades o familias dentro del sistema mental de cada persona), ayudando a otros a encontrar la misma profundidad y conexión que ellos descubrieron.