Después de fracasar en una relación empezó a hacer catarsis en las redes, sumó seguidores y eso lo condujo al amor de su vida

Luego de su separación, “El Pela” Romero comenzó a buscar pareja en Tinder y sólo logró saltar de una relación tóxica a otra. En medio de su enojo, escribió un mensaje en las redes para desahogarse que se hizo viral. Al posteo le siguió un libro y presentaciones para hablar del desamor. Y esa fue la clave para conocer, por fin, a Barbie, su alma gemela

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Gonzalo "El Pela" Romero y
Gonzalo "El Pela" Romero y Barbie

Gonzalo Romero tiene 42 años y le dicen “El Pela”. Es fácil deducir por qué. Sin embargo, exagera que en una época tenía “el pelo hasta la rodilla”. A su calvicie le encontró rápido un culpable: un amor que terminó mal. Quería ser músico de cumbia, pero el devenir, la casualidad, el oportunismo -vaya uno a saber- lo hicieron escritor. Después que se separó de su primera esposa, tuvo varias parejas que no funcionaron. Su soltería duró cinco años, hasta que en 2017 llegó a sus manos la supuesta salvación: Tinder. “Fue lo peor que me pasó. Tuve 4 citas en una semana. A la cuarta chica que me hizo las mismas típicas preguntas de interrogatorio, corté la salida a los 20 minutos y volví a casa”.

Cuando llegó, decepcionado, abrió Facebook y casi sin pensar, vomitó un texto que se hizo viral. Hoy forma parte de su primer libro, cuyo título carece de metáfora: “Basta de amores de mierda”. “Al texto que escribí lo titulé ‘La paja que da conocer a alguien’. Estaba enojado conmigo, con la mala suerte o con la mala puntería. Pero a la mañana siguiente el posteo se había compartido millones de veces”, dice serio y reafirma la desmesura de la cifra asintiendo con la cabeza. El Pela se jacta, vanidoso: “Al día de hoy es mi publicación más compartida”. De repente, asegura, le llegaron más de 90 mensajes privados, miles de seguidores nuevos y amigos que le decían que escribiera un libro y le pedían consejos. A todos les respondía lo mismo: “‘No sé qué hacer con mi vida, menos voy a saber qué hacer con la de ustedes’. Usaba el Facebook a modo catártico porque no me podía pagar un terapeuta”.

Pero aparentemente, El Pela sí sabía. Su perfil comenzó a crecer y hoy tiene 1,5 millón de seguidores en Facebook (El Pela Romero); otro 1,7 millón en Instagram (@elpelaromerook); 3 millones en TikTok; 6 libros editados; y giras nacionales e internacionales con su charla titulada, otra vez, “Basta de amores de mierda”. En las redes se define como “escritor, licenciado en cosas, poniéndole humor a las tragedias del amor...”

Su historia personal, la que confiesa entre mate y mate, parece la de un personaje sacado de un libro. Uno de los suyos, probablemente.

El Pela nació el 17 de diciembre de 1982 en Adrogué. Pero su barrio es Banfield, adonde vivió desde el segundo día de su vida. Allí estuvo hasta los 37 años. Sus padres, cuenta, eran de clase media baja. “Papá trabajaba hasta en tres lavaderos de autos por día para que no nos falte nada, y volvía a casa con los dedos súper inflamados del agua fría”.

Gonzalo y Barbara en Córdoba,
Gonzalo y Barbara en Córdoba, donde se vieron por primera vez

De adolescente, confiesa, estaba lejos de ser un ganador con las chicas. “Nunca me fue bien. No era el típico pibe fachero, popular o con plata. Si agarraba una era porque el Universo conspiraba a mi favor”, arremete con simpatía, la única arma que tuvo a mano, dice, para conquistar. Pero en ese terreno, todo era cuesta arriba. “De la que yo me enamoraba no me daba bola, entonces era bastante retraído con las mujeres. Era el único varón de un grupo de chicas. Pero funcionaba más como el psicólogo de todas, que el novio de alguna”, señala con su dedo índice bien firme.

A la madre de sus dos primeros hijos la conoció cuando se coló en su fiesta de 15. “Fue a cuatro cuadras de la casa de mis padres en Banfield. Yo me iba a ir bailar con un amigo a un lugar donde cantaba Daniel Agostini, del que soy mega fan desde muy chico”. Pero el destino los llevó a pasar por la puerta de un salón de eventos, la puerta estaba abierta, y “nos mandamos”. La cumpleañera no había llegado y “vemos que un amigo estaba en el fondo y me chista, ‘Enzo’. A mí me decían Enzo por Francescoli. Tenía el pelo como Francescoli y era flaco y ojón como él”, dice recordando sus 17 años, “Cuando la vi entrar, me gustó la cumpleañera”. Así empezó una historia que duró siete años y le dejó profundas cicatrices.

Cuando sus hijos tenían 6 y 3 años, le pidió el divorcio a su esposa. Según cuenta, ella se marchó ese mismo día y él se quedó esperando que volviera, al menos, a buscar sus cosas. Dice que recién la volvió a cruzar por la calle, una vez, 15 años más tarde. A esa altura, las cartas estaban echadas y no hubo reproches. Quedó solo, asegura, a cargo de los chicos. “Dejó todo, se fue con lo puesto”. Durante aquel 2008, “estuve pidiendo la tenencia de mis hijos, y del estrés, quedé pelado”.

Con su nueva estructura familiar, El Pela decidió poner en pausa todos sus proyectos personales. “En ese momento tenía una banda de cumbia, era muy feliz componiendo mis canciones, estábamos empezando a salir con ‘Amor de Luna’, pero no pudo ser”. Por sobre todo, desde aquél momento también dejó a un lado su corazón, “puse en pausa mis relaciones personales, me dediqué pura y exclusivamente a cuidar a mis hijos”.

La pareja ama viajar: aquí,
La pareja ama viajar: aquí, en México

En el medio, obviamente, tuvo sus licencias para el amor pero no eran vínculos serios. “Todas las relaciones fueron guiadas por la culpa que yo sentía de haber dejado vacío el lugar materno. Y esa culpa que me generaba a mí que mis hijos no tengan mamá, hacía que a cualquiera que me tratara un poquito bien yo le iba a dar un espacio en mi vida. Lo cual es bastante penoso, pero lo noté de grande. En ese momento me parecía que era una salvación. Pero así, lo que hice fue elegir mal”, asume.

Entretanto, en las redes eran muchos los que se identificaron con su catarsis. Pero su éxito como predicador del desamor iba a la par de sus fracasos en los vínculos personales. Así, luego de otra serie de romances fallidos y de noviazgos “tóxicos, turbios y que no iban para ningún lado”, en 2022 hizo un juramento drástico pero imposible de cumplir: “Prometo quedarme solo hasta que me muera”. Se dedicó a tener relaciones casuales, “no tenía tiempo para el amor, sólo para trabajar”.

Pero alguien que habla tanto del amor (aunque sea de sus fracasos) es un romántico incurable. En una de sus noches de catarsis, dice, “hice un vivo por Instagram, y creo que a los 10 minutos que empecé a hablar me quebré porque me sentía solo aún estando rodeado de gente”.

"El Pela" Romero en una
"El Pela" Romero en una de sus presentaciones. Su catarsis en las redes derivó en una carrera como escritor y standapero

Pero no estaba tan solo: del otro lado estaba Barbie, que vio un pedacito de ese vivo y le escribió. Bárbara Gauna, que nació el 13 de agosto de 1986, vivía en Carlos Paz, Córdoba, y desde la tranquilidad de su casa lo seguía por las redes desde hacía un par de años. “Nunca habíamos tenido contacto. En realidad ella me había escrito en el 2020 para preguntarme sobre su relación porque, me dijo, estaba con una pareja tóxica. La traté como a cualquier otra persona, le tiré un tip pero quedó ahí, ni siquiera nos acordábamos”.

Volviendo al momento liberador post vivo, la cordobesa le escribió a su gurú de los corazones rotos un mensaje privado de Instagram: “Si seguís sintiéndote así, yo sé lo que se siente. Cuando andes por Córdoba te espero con Fernet y con asado”. Barbie vivía con sus dos hijas. Los padres de sus hijas estaban, pero se criaron con ella.

La promesa de El Pela se rompió como un vaso contra el piso. Cuando supo que Barbie estaba soltera, pensó, “¿Por qué no?”. Y sin dudar entró para conocer a la chica que le ofrecía esa interesante invitación, “Cuando vi el perfil de Barbie, te juro que pensé cómo una chica tan linda no tenía Only Fans o Cafecito -aplicaciones de venta de contenido sexual-, que no tenga una sola foto más íntima. Y me dije: ‘Una de dos: o está muy loca… o es el amor de mi vida’”. Claro, la estadística le jugaba en contra: “A mí nunca me había dado bola una piba como ella”. Creyó que la atención se debía a su incipiente fama: “Cuando uno es conocido sospechás de que alguien así te de bola. Pensás, ‘¿Le gustará salir con el conocido, le gustará la fama, le gustará la plata...?’, entonces dudás de todo”. En realidad, ante tanto desencuentro amoroso, de lo que dudaba El Pela era de sí mismo.

El Pela y Barbie en
El Pela y Barbie en Roma

Casualidad o destino, a las dos semanas se fue de gira a Córdoba, y le escribió para tomar concretar su propuesta. Barbie amablemente le respondió que lo esperaba, sin dejar de mencionar que le avisaría a sus amigas y que él lleve a su equipo de producción; “Medio que ahí me puso un freno: ya no era una cita”, acota él jugando con su cadenita, una cruz que le regaló su mamá cuando se fue de la casa y un micrófono que le obsequiaron en La Rioja. El encuentro estaba armado y la tribuna expectante, “Todo mi equipo de producción se bajó, me dicen, ‘No Pela, te está invitando a la casa, a qué vamos a ir nosotros. Andá solo, no seas bolú…’”, relata insistiendo que no era una cuestión de levante, a lo cual los suyos le aseguraban que la chica solo “se estaba cubriendo para no quedar regalada”. Los únicos que no se daban cuenta de la picardía del cruce eran los protagonistas, porque las amigas de ella también cancelaron. “Todo el mundo entendió que era una cita, menos nosotros dos” admite.

El día esperado, 6 de septiembre de 2022, El Pela manejó de Córdoba Capital hasta Carlos Paz, pero antes dejó a su amigo Germán a cargo de “una operación de rescate”: “Quería ver la primera impresión que esta piba me causaba. Le dije a Germán, ‘si en una hora te mando un mensaje, llamame e invéntate cualquier excusa, que agarro la camioneta y me vuelvo. Si no te llamo es porque está todo bien”.

Llegó y estacionó en la esquina de Libertad y General Paz, donde termina la peatonal, y enseguida vio la terraza con el humo del asado, las dos copas de Fernet y lo más importante: “cuando la vi bajar por la escalera para abrirme la puerta fue un flechazo a primera vista. ‘No podía creer lo linda que era esa mujer. Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de que la cordobesa no se me escapara”. Por suerte para él, el impacto fue mutuo. “Hablamos desde las 8 de la noche hasta las 9 de la mañana… hablamos eh”, repite para asegurar que su interlocutor crea en la inocencia del encuentro. “Nos fuimos a dormir vestidos, en cucharita y recién a las 9 de la mañana nos dimos un beso, y nos fuimos a dormir”. Así arrancó todo.

El Pela asegura que se
El Pela asegura que se hizo una vasectomía... pero llegó Vito, su tercer hijo

El Pela sí le mandó un mensaje a su amigo Germán. Al principio, su amigo no entendió el whatsapp: “No es un mensaje de salvataje. Esta piba me va a cagar la vida… ‘Me encanta”, recuerda el Pela, tipeando a dos manos en un celular imaginario. “Cuando conocí a Barbie no fue conocernos, sino sentir que nos habíamos reconocido, como un reencuentro”, dice marcando las sílabas “re” con ganas. “Veníamos de historias muy similares, de pasarla muy mal, de los dos criar a nuestros hijos solos. Veníamos deseando lo mismo, tener un proyecto en común”.

Se empezaron a ver. “A partir de esa noche yo viajaba a su casa una vez por semana. Manejaba 734 km desde Belgrano a Carlos Paz sólo para verla”. Además de cancelar giras y acomodar horarios, a la quinta semana decidieron unir casas: ella se mudó a Buenos Aires para ensamblar familias y corazones.

El 20 de marzo de 2024, “inesperadamente”, llegó Vito a sus vidas. Un bebé amado aunque no planificado. “Yo tengo una vasectomía hecha -sorprende El Pela-. Nos enteramos en Buzios. Los dos somos de buen beber, esa tarde ella se quedó en la mitad, ya estaba mareada y le digo, ‘¿Qué pasa? Vos estás embarazada’”, recuerda. Ella le respondió que era imposible por su condición. Finalmente hicieron el test y “a partir de ahí se descontroló todo”, dice en el buen sentido, “Vito vino para cerrar nuestras historias, para no perdernos la infancia de un bebé, para criarlo en pareja, de no tener que quedarnos solos con una criatura chiquita. Ahora hay otra parte de disfrute, es como ser padres primerizos, pero tiene toda la otra parte linda que lo tomamos como una especie de revancha”, y remata con alivio, “Después de hablar tanto del amor y pedírselo al Universo, terminó llegando el mío”.

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