Hace 40 años le rompió el corazón, pero regresó con una increíble propuesta para “ser felices para siempre”

Fueron novios desde los 15 años pero de un modo súbito él la dejó. La vida los puso a prueba varias veces, hasta que se dieron cuenta de que lo suyo era mucho más que un amor de adolescentes

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Gaby y Telma hoy, juntos y felices después que la vida los separó por 40 años
Gaby y Telma hoy, juntos y felices después que la vida los separó por 40 años

“Te fuiste al desierto por 40 años, y volviste otra vez a Tierra Prometida”, bromean con Gaby sus amigos de toda la vida, haciendo una analogía con el paso de los judíos por el desierto. El tren puede pasar una sola vez pero siempre hay opción de bajarse en alguna parada y abordarlo en otra estación. Cada uno a su ritmo, como en esta historia con tantas líneas cruzadas como días en el calendario.

Telma Kahan nació el 23 de abril de 1962 en Liniers. Al poco tiempo su familia se mudó a Flores y, como a la mayoría de niños de la colectividad judía del barrio, sus padres la anotaron en el Centro Israelita Sionista Scholem Aleijem Bialik de Mataderos, donde hizo el Jardín y la Primaria.

La escuela tenía la característica de tener un kinderclub durante los fines de semana, donde los chicos podían continuar yendo a realizar actividades recreativas. Entonces, además de cursar de lunes a viernes, era muy común que muchos fueran también los viernes a la noche y los sábados a la tarde para encontrarse en el shule, desde un lugar más lúdico. Al terminar séptimo grado había un espacio similar, que llamaban centro juvenil, con la diferencia que también podían asistir jóvenes de otras comunidades porque funcionaba más como un club.

Un viaje juntos en la adolescencia. A los 15 años se pusieron de novios
Un viaje juntos en la adolescencia. A los 15 años se pusieron de novios

Sara Sevilla de Konfederak dio a luz a Gabriel -el mayor de sus cuatro hijos-, el 22 de diciembre de 1961. Gabriel creció en la zona de San Martín y fue al colegio David Wolfsohn para luego, en 1974, cursar la secundaria en el Instituto Rambam de la calle Ayacucho, en el barrio de Once. Ahí conoció a David Esteban, que casualmente había sido compañero de Telma en el shule de Mataderos. Eran compañeros de banco y se hicieron íntimos. Entre recreo y recreo, David le sugirió: “¿Por qué no te venís al centro juvenil conmigo?” Quedaron que ese mismo fin de semana irían junto a los grupos.

Gaby es lo que llaman “el alma de la fiesta” así que a los dos segundos de entrar al salón ya era amigo hasta de las columnas. Inmediatamente los adolescentes lo aceptaron en el grupito y ahí, Telma y Gabriel, de 14 años cada uno, se vieron por primera vez en sus vidas. “La verdad que no recuerdo tanto la etapa en que nos conocimos porque él tuvo otras novias, no fui la primera”, recuerda ella risueña hasta que él se defiende diciendo que sólo tuvo una con un gesto de picardía encubierto. “¡Gaby es muy noviero!”, se escucha entre carcajadas.

Entonces, a partir de 1976, cada viernes y sábado, los chicos tenían su cita, que consistía simplemente en socializar, divertirse y pasar un lindo rato entre amigos. No se habían descubierto aún: no fue un flechazo, sino que todo en ellos fue un proceso. “Yo aparte iba a ORT, ¡y a mí me gustaban los de ORT!”, cuenta Telma divertida. Para aquel momento, la hoy tan reconocida escuela tenía en promedio por división 3 mujeres y 25 hombres, así que en la secundaria, ella se sentía en su propio harén. Y la secundaria de Gaby se caracterizaba por ser totalmente al revés: 3 varones por cada 20 chicas. Tal vez esa era la razón por la cual los sábados no surgía mucho más que una amistad. Las hormonas de ambos funcionaban a pleno de lunes a viernes.

Un baile en la década del 70. Gaby se le declaró en un "asalto" en su juventud bailando lentos  el 22 de mayo de 1977
Un baile en la década del 70. Gaby se le declaró en un "asalto" en su juventud bailando lentos el 22 de mayo de 1977

Así pasaron los cuatrimestres, la fiesta de 15 de Telma, los cumpleaños y, cuando no había festejos, estaban los asaltos, aquellos típicos bailes de adolescentes, en los cuales uno ofrecía su casa, los varones llevaban las bebidas y las chicas, la comida. La relación entre Gaby y Telma se intensificó y andaban mucho de acá para allá, siempre como amigos. En general estaban casi todos los sábados “de asalto” en lo de David -que vivía en Flores, en la casa más cómoda de la barra- donde, más allá de pasarla bien, escuchar música, divertirse y bailar, el objetivo principal era poder “apretar” -como se decía- a la chica o chico que te gustaba.

La noche del 22 de mayo de 1977 la juntada era en lo de Gustavo, en Liniers. Esa velada de otoño, mientras alguno hacía de disc-jockey como era costumbre, a las doce de la madrugada llegaron los lentos. Al ritmo del vinilo de Música en Libertad, Gaby vio su oportunidad y sacó a bailar a su amiga: “Bailando lento se me tiró, como se decía en aquella época”, cuenta Telma reviviendo el momento en que él le preguntó si quería que fueran novios. Y así, con los brazos tiesos -como tomando distancia, igual que se estilaba en la fila del colegio- formalizaron. “Yo no estaba tan-tan pero dije bueno, vamos a probar…”, se sincera ella. En cambio, él confiesa que la tenía fichada hacía rato: “Me gustaba. Es una chica alegre, simpática, dinámica… y siempre me gustó”.

Salir a los 15 en aquella época no era lo mismo que hoy, había otros hábitos y costumbres. Aunque Telma recuerda que salir con Gaby a los 15 era como salir a los 60: “Era siempre muy caballero, maduro, el noviazgo no era como el de dos chicos jóvenes sino como de dos adultos. Me venía a buscar a la escuela, a mi casa, era parte de mi familia y yo era parte de la suya, me llevaba a todas las reuniones familiares, éramos mucho más formales que otras parejitas de la misma edad”. Él salía del colegio 17.30 y se tomaba el colectivo para pasarla a buscar a ella, que salía a las 18: “La buscaba los miércoles e íbamos a merendar a su casa”, recuerda Gaby, que viajaba desde Flores hasta San Martín.

Juntos en Israel, donde viajaron por el Plan Tapuz a un kibutz. Poco después de esta foto, y de forma sorpresiva, Gabriel dejó a Telma. El reencuentro sería cuatro décadas después
Juntos en Israel, donde viajaron por el Plan Tapuz a un kibutz. Poco después de esta foto, y de forma sorpresiva, Gabriel dejó a Telma. El reencuentro sería cuatro décadas después

Pronto vendría Plan Tapuz (naranja, en hebrero), un viaje a Israel dirigido a jóvenes latinoamericanos del hemisferio sur, en el cual les enseñaban a cosechar naranjas o realizaban otras tareas en algún kibutz de Israel durante dos meses. “Nosotros nos adelantamos y viajamos con lo que sería un grupo más grande, porque sino a mí me caía con el curso de ingreso a la facultad -hoy es arquitecto- y la colimba”. Así fue que mientras en Argentina se jugaba la Copa del Mundo, los chicos se embarcaban en su primer viaje a Israel junto a otros jóvenes. Pero ahí algo pasó: no era su grupo de pertenencia, no enganchaban con la gente y no se sentían a gusto: “En nuestro grupo no había parejas ‘serias’”, dice Gaby marcando las comillas en la última palabra.

Entonces, como cantaba Vox Dei por aquellos años en su clásico Presente, todo concluyó al fin. Luego de un año y ocho meses, a pocos metros del Muro de los Lamentos, Gaby tomó una decisión: “Me dejó”, cuenta Telma. Fue todo muy intenso. Hasta ese momento hacían todo juntos y, de repente, el apagón. Los últimos diez días del ansiado Plan Tapuz para Telma fueron un mar de lágrimas, con el único saldo positivo de haber adelgazado seis kilos por la angustia. Volvió con el corazón roto.

¿Por qué la dejó? Esa es la gran pregunta hasta ahora: “Creo que aunque Telma dice que yo era muy maduro, ese fue un rasgo de inmadurez, una necesidad de independencia, de liberarme y de cosas que se abrieron y que salí a buscar. En ese momento me sentía como encerrado”, admite Gaby que, aunque tenía muchas admiradoras, jura que no fue ese el tema del corte.

Gaby y Telma: la original propuesta de casamiento

“¡Yo lloré años!” dice ella entre risas de ambos. Pero como la vida continúa y ninguno murió de amor, volvieron a Buenos Aires y cada cual hizo su historia. Ella se recibió de farmacéutica; él de arquitecto. Cada uno se casó y formó su familia; ambos tuvieron un hijo y una hija, casi al mismo tiempo.

Jamás se volvieron a ver ni saber del otro, salvo por algún amigo siempre queriendo hacer un comentario benevolente: “¿Sabés que lo vi a Gaby? Está gordo y pelado, menos mal que no te casaste con él”, le chimentaron alguna vez Jorge, Dani o Sandra a Telma, sus compinches de toda la vida.

Es tierno ver como cada uno habla del otro: “Telma duró 27 años en su matrimonio”, dice él “y Gaby 18″, agrega ella. Y así con varias cosas más: “Gaby tiene una carpintería en la cual trabaja para colegas”, cuenta ella. “Telma tiene una empresa de cosmética y trabaja con la industria farmacéutica”, explica él, con el timing perfecto de esas dos personas que nacieron para estar juntas y acompañarse.

El "menú" del restaurante mendocino donde Gaby la invitó a cenar, que en realidad era su pedido de matrimonio. Y la firma de Telma: un "sí"
El "menú" del restaurante mendocino donde Gaby la invitó a cenar, que en realidad era su pedido de matrimonio. Y la firma de Telma: un "sí"

Corría el año 2009 y, a raíz de que venían a la Argentina de visita unos compañeros del centro juvenil de Mataderos que habían hecho aliá -migrar voluntariamente por razones ideológicas, emocionales o prácticas a Israel- uno de los chicos del grupo toma la posta y organizó el reencuentro. Seguramente el lazo que los unía había sido auténtico porque, todavía sin WhatsApp, la asistencia a la reunión fue casi perfecta. Y ahí, en la puerta del edificio de la calle Crámer, justo antes de entrar al sum de la juntada, los novios de la adolescencia se volvieron a ver después de tres décadas: “Me encontré de casualidad con Gaby en la puerta. Me acuerdo que de espaldas no lo reconocí, sino recién cuando se dio vuelta. Yo estaba casada todavía pero entramos juntos y todos nos cargaron porque éramos la parejita del grupo, pero la verdad es que hacía 30 años que no nos veíamos”, relata Telma.

Automáticamente luego de ese encuentro surgió un asado grupal -”al que fui invitada de casualidad”, reprocha ella con humor- pero no surgió nada en especial entre ellos. Ni siquiera se pasaron los teléfonos ni se volvieron a ver. No era el momento. Todavía, claro.

Más tarde se dio un revival del grupo y, una o dos veces por año, armaban algo para volver a verse todos. Pero Gaby, muy en la suya, no pertenecía a este círculo más íntimo, ni tampoco era convocado. Los años pasaron y un día cualquiera de 2017, Gaby disfrutaba del placer de las comidas rápidas en el Burguer King de Santa Fe y Bulnes: “Me encuentro de casualidad con Adrián K, uno de los chicos del centro juvenil, que me dice ‘Che, hay un encuentro del grupo, te sumo’”, sin mucha resistencia ni entusiasmo le dio el okey.

El anillo que Gaby le regaló a Telma cuando le propuso casamiento fue el del compromiso de su madre, que se lo obsequió para esta ocasión
El anillo que Gaby le regaló a Telma cuando le propuso casamiento fue el del compromiso de su madre, que se lo obsequió para esta ocasión

Los “Bienvenido Gaby” se multiplicaron por veinte en “Somos mucho más que dos” y -al igual que en todo grupo de WhatsApp-, a través de chistes pavos, felicitaciones de cumples, memes o debates políticos, Telma y Gabriel ya estaban nuevamente, de algún modo, conectados. Una vez más David Esteban, sin saberlo, funcionó como talismán en este dúo: “Mirá las pavadas que manda este tarado”, le escribió por privado Gaby a su ex, haciendo referencia a los comentarios de su amigo recién separado.

Un mensaje dio pie a otro y, de repente, como si los años no hubieran pasado ahí estaban los dos chateando. Hasta que alguno -ninguno da acuse de recibo- sugirió ir a tomar un café. El lugar elegido fue el Tucson del Dot. Todo salió bien así, que a los seis meses y en el mismo lugar fueron a tomar otro café. Se contaban todo como en los viejos tiempos y hasta se preguntaban por sus parejas actuales. Eran charlas y encuentros cien por ciento amistosas. Todo en ellos siempre fue un largo proceso: si el primer café del reencuentro llegó a los 40 años, el segundo fue a los seis meses, el tercero a los cuatro y así, café va café viene, se fueron acercando cada vez más.

Salidas y paseos: Gabriel y Telma revivieron el amor adolescente que tuvieron
Salidas y paseos: Gabriel y Telma revivieron el amor adolescente que tuvieron

En enero del 2019 estaban los dos solteros. Gaby se hizo unos exámenes de rutina y le encontraron una mancha en el pulmón: “Cuando me dieron los resultados no sabía a quién recurrir. ¿Qué hacés cuando a las 8 de la mañana te dicen ‘tenés una mancha en el pulmón, andá ya a hacerte una tomografía’? Me acuerdo perfecto: era un viernes por la mañana. Me había separado de mi pareja; a tu mamá no se lo vas a decir, a tus hijos no se lo vas a decir, y enseguida se me ocurrió llamarla a ella -señalando a Telma- que había tenido una experiencia traumática de ese nivel para ver cómo seguir”. La llamó y enseguida se encontraron para almorzar. Telma le dijo que el lunes lo acompañaba a la médica para escuchar juntos el resultado, “para estas cosas, cuatro oídos sirven más que dos”, fue la frase que lo tranquilizó.

Ese lunes caluroso fueron juntos a la clínica y el sobresalto siguió: apareció otra mancha en el hígado, con lo cual había que seguir con los estudios. Telma siguió firme a su lado pero, afortunadamente, no pasó de un susto. Ese evento los fortaleció mucho. Y Gaby lo supo, así que el 28 de enero la invitó a cenar, ya con una intención más romántica. Una vez en el restaurant de Jorge Newbery y Guevara, pleno Chacarita, y bajo la luz de las velas, él se declaró:

- Vamos a probar -dijo Telma- y si empezás conmigo no me hagas sufrir nunca más.

-¿Escuchaste? - se ríe Gaby.

-Y sí, te puse los puntos, ¡como todos los días!

Telma y Gaby en el viaje a San Juan y Mendoza, donde sellaron la decisión de casarse
Telma y Gaby en el viaje a San Juan y Mendoza, donde sellaron la decisión de casarse

Y no sólo que esta vez él no la hizo sufrir sino que volvió por todo: “Gaby es así, de dar sorpresas inesperadas, que a toda mujer romántica le encantan. Viví a los 59 lo que no viví a los 20. Con él es todo muy Richard Gere. En octubre del año pasado hicimos un viaje hermoso a Mendoza y San Juan. La última noche me invitó a cenar en el restaurante fino del hotel y cuando me trajeron el menú, lo leí y no lo podía creer, ¡me estaba proponiendo casamiento!”, se emociona Telma. Además, tenía en el bolsillo el anillo de bodas de su madre que, cuando le contó la idea, le ofreció el de su compromiso para su novia.

“Pero ahora estamos al revés: tenemos que preguntarles a nuestros hijos si les parece bien. Él ya lo había hablado con Kevin y Sharon -los hijos de Gabriel- así que en ese mismo momento los llamé a los míos -Jesi y Alex-, se pusieron contentos y ¡le di el sí!”

El 22 de mayo de 2022, justo 45 años después de su primer beso, Gaby y Telma se casaron por Jupá
El 22 de mayo de 2022, justo 45 años después de su primer beso, Gaby y Telma se casaron por Jupá

Así, el 22 de mayo de 2022, justo 45 años después de su primer beso en la casa de Gustavo de Liniers, se casaron por Jupá -la tela que se cierne sobre los novios y significa la unión para la religión judía- con todos los chiches y costumbres que una boda religiosa promete: “Un amigo fue el rabino, otro el jazan -cantor en el templo judío-, rompimos la copa los dos y, al ritmo de 200 invitados, Telma tiró el ramo y yo una pelota de fútbol”, cuenta Gaby orgulloso.

“Nuestra historia los emociona a todos, los motiva porque nos ven como dos adolescentes que se besan como si tuvieran 20 años. La gente que ya está casada hace un montón no tiene esta dinámica que nosotros volvimos a tener. Sentimos que nuestra relación los refresca e invita a pensar por qué no volver a enamorarse. Existe una vida atractiva a los 60″, dicen al unísono.

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