En julio de 1971, Rita Curran, una maestra de 24 años que vivía en Burlington (Vermont), fue hallada estrangulada por una compañera de piso. No se encontró al asesino y el caso se archivó.
Pero más de medio siglo después, las autoridades de Burlington finalmente han identificado al asesino de Curran como William DeRoos, su vecino de arriba, utilizando pruebas de ADN obtenidas de una colilla de cigarrillo encontrada junto al cuerpo de Curran.
En 2014, las autoridades de Burlington enviaron el ADN del cigarrillo a la Oficina del Médico Forense Jefe de Nueva York, que secuenció el ADN masculino. Pero no coincidió con ningún ADN de las bases de datos criminales.
Un nuevo equipo de detectives renovó la investigación en 2019 e hizo enviar el ADN a una base de datos genealógica privada. Allí encontraron coincidencias parciales que resultarían ser familiares de DeRoos. Luego se toparon con registros matrimoniales que mostraban que DeRoos había estado viviendo cerca de Curran con su entonces esposa, quien cambió su historia sobre su coartada cuando los detectives de Burlington volvieron a entrevistarla recientemente.
“Todos estamos seguros de que William DeRoos es el responsable del asesinato con agravantes de Rita Curran”, dijo a periodistas el teniente Jim Trieb, detective que dirigió el equipo, en una rueda de prensa el martes. Pero como DeRoos está muerto, no se le puede responsabilizar, dijo Trieb.
El asesinato permaneció sin resolver durante casi 58 años. Un estudiante universitario de 20 años ayudó a resolver el caso.
En la noche del asesinato, después de una pelea con su esposa, Michelle, DeRoos dejó el apartamento de la pareja para dar un paseo para tranquilizarse, agregó el jefe de policía en funciones de Burlington, Jon Murad, en la conferencia de prensa. DeRoos regresó de su paseo después de que su esposa se hubiera dormido, dijo Trieb.
A la mañana siguiente, la policía llamó a la puerta de la pareja y les informó del asesinato, continuó Trieb. Cuando se les preguntó si habían visto u oído algo, DeRoos dijo que no.
“Inmediatamente después de cerrar la puerta, se volvió hacia Michelle y le dijo que si la policía volvía a aparecer, ella debía decirles que él había estado en casa toda la noche” debido a sus antecedentes penales, señaló el teniente. Ella cumplió, diciendo repetidamente a la policía que su marido no había salido de casa esa noche.
Sólo cuando los detectives se acercaron a ella para entrevistarla tras reanudar la investigación, les informó de las conversaciones que había mantenido con su ex marido en 1971, según detalló la policía.
Thomas Chenette, detective de la policía que la entrevistó recientemente, dijo que “realmente creía” que ella no sabía del asesinato y que había mentido para salvar a su entonces marido de un crimen que ella creía que él no había cometido. “Era joven, ingenua, estaba recién casada y enamorada”.
Poco después del asesinato, DeRoos se fue a Tailandia para convertirse en monje budista. “Michelle apenas volvió a verle”, dijo el teniente. El matrimonio terminó pronto, DeRoos regresó a Estados Unidos y se casó de nuevo, pero murió en San Francisco en 1986 de una sobredosis de drogas, mencionó luego.
Parabon Nanolabs, una empresa de tecnología de ADN de Reston, Virginia, que ayudó a cotejar el ADN, felicitó a la policía de Burlington en un comunicado. “#Parabon se siente honrado de haber ayudado en la identificación de su asesino. Nuestros corazones están con la familia Curran”, se lee en el escrito.
“Era una maestra, una cantante y una dadora. Y era amada”, dijo por su parte Murad y agregó: “La violencia aleatoria de su asesinato dejó una mancha en nuestra comunidad y devastó a su familia. Y durante 50 años han esperado justicia. Los padres de Rita murieron esperándola”.
“Rita y yo vivimos en casa hasta los 24 años”, dijo Tom Curran, hermano de Rita, que intervino en la rueda de prensa. “La diferencia fue que dos semanas después de que Rita se mudara, su vida se truncó”.
“No pienso tanto en el tipo que hizo esto como en Rita, y en mis padres y en lo que pasaron. Rezo por ellos”, concluyó.
(c) 2023, The Washington Post
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