La destrucción de los invaluables tesoros mayas para construir un tren turístico

México está construyendo un tren de 15 mil millones de dólares a través del corazón de la civilización prehispánica. Es uno de los proyectos de infraestructura más grandes y controvertidos en la historia del país

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México está construyendo un tren
México está construyendo un tren de 15 mil millones de dólares a través del corazón de la civilización prehispánica Foto: CUARTOSCURO

Los arqueólogos intentan ir por delante de los equipos de construcción, explorando cuevas y sumideros en lo profundo de la selva. Están descubriendo una asombrosa variedad de antigüedades; y luego las están desmantelando.

EN EL BOSQUE MAYA, México — Machete en mano, Manuel Pérez Rivas se abrió paso a través de la selva. Pisó con cuidado sobre el musgo, las rocas y el barro, con polainas alrededor de los tobillos para protegerse de las serpientes de cascabel.

El suelo comenzó a inclinarse hacia arriba. Mientras Pérez se acercaba a la cima de lo que parecía ser una pequeña colina, vio una roca cincelada: un ladrillo pálido tallado en piedra caliza. Examinó el suelo a su alrededor.

Le tomó un momento darse cuenta: estaba de pie sobre una gigante pirámide maya, aún enterrada.

“Dios mío”, dijo. “Dios mío”.

Entonces notó otros montículos de tierra que se elevaban desde el suelo de la jungla. Había más de una sola pirámide.

Pérez y su equipo se encontraban en el centro de las ruinas de un pueblo maya escondido, previamente desconocido.

Salvamento arqueológico de la Ruta
Salvamento arqueológico de la Ruta Puuc del Tren Maya Foto: INAH

Era el sueño de cualquier arqueólogo: el tipo de hallazgo que, en condiciones normales, daría pie a años de investigación. ¿Qué podría haber debajo? Los secretos de la civilización maya estaban llamando.

Había un problema. El equipo de Pérez — empleados del Gobierno mexicano — estaba aquí solo porque el presidente del país está construyendo una vía férrea de más de 1.500 kilómetros a través de la jungla, sobre miles de sitios prehispánicos como en el que se encontraban.

¿Podría Pérez convencer a las autoridades de preservarlos?

El Tren Maya, el proyecto de infraestructura insignia del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, está causando una destrucción inimaginable en una de las selvas tropicales más grandes que quedan en el hemisferio occidental. Los trabajadores ya han hecho un corte del ancho de un campo de fútbol americano a través de la selva maya. Trenes transportando turistas atravesarán cientos de asentamientos enterrados, cuevas y ríos subterráneos para el año 2024, aumentando el riesgo de colapso y contaminación.

Los arqueólogos se enfrentan a una serie de decisiones casi imposibles. Se les ha ordenado que rastreen la Península de Yucatán en México, en busca de ruinas no descubiertas y que los clasifiquen en una escala del 1 al 4; de una importancia insignificante a un profundo valor histórico. Cualquier cosa con una puntuación menor a 4 seguramente será atravesada por la vía férrea o destruida por completo. Las pérdidas hasta ahora incluyen casas y templos mayas milenarios.

Foto: CUARTOSCURO
Foto: CUARTOSCURO

Ha llegado a sentirse como un programa de televisión perverso: elija qué antigüedades eliminar.

“Deconstruido”, dice un mapa interno del Gobierno al lado de cada monumento que no pasa la prueba. Hasta el momento, hay más de 25.000 de ellos.

Los arqueólogos también han encontrado más de 600.000 fragmentos de cerámica antigua y 450 restos humanos. Han descubierto más de 900 cuevas y sumideros, conductos hacia el inframundo maya que el tren pronto atravesará.

La idea detrás del Tren Maya es atraer a los turistas de Cancún, Playa del Carmen y Tulum a algunas de las partes más pobres del sur de México, alejándolos de la playa y hacia el resto de la Península de Yucatán.

Foto: INAH
Foto: INAH

“Desarrollo como justicia”, lo ha llamado López Obrador. “Llevará educación, salud y vivienda a las comunidades por donde pasa el tren”.

Aproximadamente la mitad del país está en desacuerdo, según encuestas recientes. Senadores mexicanos han pedido a la UNESCO que intervenga. Activistas se han acostado frente a las excavadoras. Medios de comunicación nacionales informan de la creciente destrucción, con la cifra aumentando a diario.

“El Tren Maya sacude el inframundo”, titulaba La Vanguardia.

En todo el mundo se ha construido infraestructura moderna sobre las ruinas de civilizaciones antiguas. Egipto terminó recientemente una carretera a través de la meseta de las Grandes Pirámides. China desmanteló reliquias del imperio Qing para construir una carretera alrededor de Beijing. En Colorado, los ingenieros están redireccionando la ruta US 550 sobre las antiguas ruinas de la tribu Pueblo.

Pero es difícil imaginar un lugar fuera de la Península de Yucatán con mayor concentración de antigüedades o donde la ética de la construcción y preservación sea más complicada. La península es la ubicación probable de varios reinos antiguos desaparecidos, mencionados en inscripciones jeroglíficas, pero perdidos en el tiempo.

“Es tan rico en arqueología que la única forma de preservarlo todo sería construir a un nivel superior para toda la población”, dijo el arqueólogo Ivan Šprajc, estudioso de la civilización maya.

Salvamento arqueológico de la Ruta
Salvamento arqueológico de la Ruta Puuc del Tren Maya Foto: INAH

Lo que encontraron los sorprendió.

Cuando los buzos salieron a la superficie, sin aliento después del descubrimiento, podían escuchar el chirrido de las excavadoras a la distancia.

Incluso los arqueólogos de México no pueden ponerse de acuerdo sobre cómo clasificar el proyecto del Tren Maya frente a las antigüedades que arrollará. A veces se siente como reducir una pregunta filosófica (la importancia del patrimonio frente a los beneficios del desarrollo) a una cruda práctica; como tratar de decidir entre una pintura rupestre y una supercomputadora.

Y aquí estaba Pérez, un hombre de 55 años con cabello lacio y anteojos, vistiendo un chaleco verde bordado con jeroglíficos mayas. Él inspeccionó la selva desde lo alto de la recién descubierta pirámide. Sabía que estaba buscando otra iteración de esa pregunta. ¿Qué valor podía asignar a un asentamiento que había estado oculto durante dos milenios?

¿Bastaba con desviar un tren que traía consigo la promesa de riqueza material, y no sólo cultural?

La ironía está servida: para llevar a los turistas a la cuna de la civilización maya, los ingenieros están demoliendo reliquias de esa misma cultura.

Pero hay otra ironía. La destrucción admitió Pérez, ha traído consigo una notable oportunidad arqueológica.

Imágenes de la ruta 5
Imágenes de la ruta 5 del Tren Maya

Antes de emprender cualquier proyecto de infraestructura pública, el Gobierno de México está legalmente obligado a financiar una evaluación de impacto arqueológico. Dada la escala del Tren Maya, esa misión es enorme. La línea férrea abarca un área más grande que el estado de Indiana.

Las excavaciones ofrecen una ventana sin precedentes a áreas del corazón maya no exploradas previamente. Desde que los arqueólogos comenzaron su trabajo en 2020, han hecho un descubrimiento tras otro: una tumba de restos humanos bajo un montón de ofrendas ornamentadas, un grupo de cabañas mayas con jardines privados, una diosa tallada en piedra que sostiene un pájaro quetzal en su mano izquierda.

Para Pérez, son los hallazgos más pequeños e íntimos los que a menudo inspiran más asombro. Se los entrega a sus colegas — un anillo tallado en una concha marina, la figura votiva de un bebé — incapaz de reprimir su propio asombro. “¡Mira este!”

Los arqueólogos sujetan los objetos con delicadeza, olvidándose brevemente del proyecto que los ha traído hasta aquí. Pasar tiempo con el equipo de Pérez es observar la forma en que la arqueología, así aplicada, une el asombro con la destrucción.

(C) The Washington Post.-

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