Isaiah Jewett quería enseñarle al mundo quien es, y creía que el lugar para hacerlo sería la final varonil de 800 metros. Hace tres meses, se había graduado de la USC, ganó un campeonato de la NCAA y, con un movimiento audaz, consiguió crear el equipo más duro para la carrera más dura. La noche del domingo, él más que nadie quería colocarse en los primeros dos lugares de su heat y estar en la final olímpica.
Al dar la vuelta en la curva final, corría en un grupo apretado, en estrecha persecución de tres corredores. Se sentía confiado en su estrategia de carrera y creía en su resistencia. Y entonces sintió que algo se clavaba en su pie. Jewett perdió el equilibrio y, en la carrera más grande de su vida, cayó al suelo. Una parte de sus Juegos Olímpicos había terminado.
“Estaba devastado”, dijo Jewett.
Hay atletas que irradian amor por su deporte, y Jewett es uno de ellos. Sonríe en la línea de salida. Corre con elegantes gafas de sol. Abraza a sus rivales en la línea de meta. En entrevista, para describir su estrategia o motivación, a menudo busca referencias en su amado anime de super héroes: ve una escena antes de cada carrera. Incluso corriendo los 800 metros, la carrera más agotadora, disfruta lo que hace. Cada vez que corre y habla de su carrera, se siente como una oda al deporte.
“Es todo un concepto de lucha”, dijo Jewett. “Estas aprendiendo cosas sobre la marcha para fortalecerte y alcanzar un nuevo potencial. Siento que la pista es donde puedes alcanzar nuevos potenciales. Encuentras tu propio superpoder en la carrera. Ya sea alguien que corra detrás o alguien que corre al frente o alguien que corre una parte de la carrera diferente, ese es su superpoder. Y es genial que pruebes tu poder y habilidades contra alguien más. Y hacerte más fuerte como ser humano -Ese es un concepto genial para mi, que podamos empujar nuestros cuerpos y empujar nuestros límites”.
Jewett ha ganado la reputación como un corredor de frente. En el campeonato de NCAA, Jewett salió disparado de la línea de salida y el pánico se apoderó del típicamente imperturbable campeón del mundo, Donavan Brazier. En la primera ronda de Tokio, se puso al frente y mantuvo el liderazgo en la segunda vuelta. Justo cuando dos oponentes lo pasaron y parecía desvanecerse, reunió la fuerza suficiente para terminar en 1:45.07, la preliminar más rápida que jamás haya corrido.
“Me di cuenta que mi estrategia de carrera es la que me hace feliz”, dijo Jewett el viernes. “Divertirse es gran parte de esto. Si no te diviertes en los 800 metros, te quemarás muy rápido”.
Al coach de Jewett, Quincy Watts, no le gusta cuando la gente lo llama corredor de frente. Cree que Jewett puede correr en cualquier estilo, al frente o detrás. Antes de la semifinal, el coach le dijo que la carrera empezaría rápido y que necesitaba conservar fuerza para la parte final.
“Me siento muy bien para una vuelta a casa”, dijo Jewett a Watts antes de la carrera.
“Confía en eso”, respondió el entrenador.
Jewett se sentía confiado mientras se acercaba a la recta final. Había querido mantenerse fuera del tráfico en una carrera agrupada, pero acercándose a la recta final tuvo que permanecer dentro. Mientras se preparaba para terminar, Jewett sintió que algo golpeaba su talón. Su pierna derecha chocó contra su pierna izquierda. Se tropezó y cayó en la pista color ladrillo. La mitad de su cuerpo se derrumbó. El botswano Nijel Amos, un veterano que contendía por la medalla y que corría detrás de Jewett, tropezó con él y cayó a un lado.
Una vez que Jewett se levantó del camino, dio un paso hacía Amos. Se inclinó y le tendió la mano. “Vamos, hombre”, dijo. Lo puso de pie.
“Lo siento”, dijo Amos
“Terminemos la carrera, hombre”, dijo Jewett.
Jewett y Amos se abrazaron. Trotaron justos lentamente por la pista, hombro con hombro, la sangre corría por la pierna derecha de Jewett.
“Sabía que, en todo caso, yo siempre tengo que terminar una carrera”, dijo Jewett.
Cuando Jewett cruzó la línea de meta junto a Amos, el reloj marcaba 2:38:12. Terminaron casi un minuto después de los ganadores, pero terminaron.
“Independientemente de lo loco que estés, tienes que ser un héroe al final del día”, dijo Jewett. “Esa es mi versión de tratar de ser un héroes, levantándome y mostrando un buen carácter, incluso si mi rival o quien sea que esté compitiendo o si algo sucedió. No quiero mostrar mala sangre, porque eso es lo que hacen los héroes. Muestran su humanidad a través de quiénes son “.
Después, la sangre corrió por la pierna derecha de Jewett. Su cabeza dolía en el lugar que había golpeado con la pista. Tenía la esperanza de que las autoridades concedieran su petición y pudiera correr en la final, pero mientras Amos fue reinstalado, a Jewett se le negó la posibilidad. Aun así, él se siente bendecido de haber participado en los Juegos Olímpicos.
“Sentí que tenía muchas posibilidades de llegar a la final”, dijo Jewett. “Es muy devastador porque sentía que comenzaba a mostrarle a la gente quien soy. Iba a mostrárselo al mundo”.
Perdió la oportunidad de correr el lunes por la noche. En una cosa estaba equivocado. No llegó a la final de los 800 metros, pero el mundo ahora sabe quién es Isaiah Jewett.
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