La coalición del presidente Andrés Manuel López Obrador se aferró al control del Congreso en las elecciones del domingo, pero perdió la supermayoría en la Cámara de Diputados, de acuerdo con resultados preliminares los cuales, indicaban que uno de los líderes más populares de América Latina podría enfrentar nuevos límites en su poder.
Analistas han mencionado que los resultados fueron relativamente positivos para el movimiento nacionalista y antisistema de López Obrador, dada una serie de problemas políticos, incluida la devastadora pandemia de coronavirus, un colapso económico y una gran tasa de homicidios. Y su partido Morena podría obtener más curules a medida que los partidos se involucren en un regateo para fortalecer sus bloques de votantes.
“Él gano, pero no triunfó”, dijo Daniel Zovatto, analista político de la organización prodemocrática International IDEA al noticiario Aristegui Noticias.
Aún así, notó que AMLO, va a tener que negociar con otros partidos para aprobar sus reformas. Y aunque Morena estaba lista para agregar al menos siete gubernaturas en todo el país a sus seis anteriores, parecía estar enfrentando serios reveses en la influyente Ciudad de México, que había sido una base electoral clave para el presidente.
El premio mayor en las elecciones del domingo fueron los 500 curules de la Cámara de Diputados, donde López Obrador esperaba mantener la supermayoría que reunió después de su aplastante victoria en 2018. Morena ganó entre 190 y 203 lugares en las elecciones del domingo, de acuerdo con las proyecciones del Instituto Nacional Electoral. Con una gran cantidad de partidos pequeños, podría controlar cerca de 300 curules, menos de los dos tercios necesarios para aprobar reformas constitucionales.
También estaban en juego casi la mitad de las 32 gubernaturas del país y miles de puestos en el gobierno local. Fue la elección más grande de la historia en México, gracias a una reforma que trasladó la votación para muchos puestos al mismo año.
Más de la mitad de los votantes elegibles emitieron su voto, un número inusualmente alto para una elección de mitad de período, sin importar que ocurriera durante una pandemia.
Los opositores de López Obrador enmarcaron la votación como una de las más importantes en la historia reciente de México. Temen que quiera llevar a este país, el socio comercial número uno de Estados Unidos, hacia el tipo de sistema autoritario de partido único que prevaleció durante la mayor parte del siglo XX. Los críticos comparan al líder mexicano con populistas como el presidente brasileño Jair Bolsonaro y el líder salvadoreño Nayib Bukele, quienes han demonizado a los adversarios y rechazado los desafíos a su autoridad por parte del poder judicial.
La propia opinión de López Obrador sobre las elecciones no fue menos severa. Él describe sus esfuerzos para reducir la pobreza y la corrupción como una “transformación” que pondrá fin a las políticas de libre mercado que arraigaron una profunda desigualdad. “No queremos volver a ese régimen de corrupción, de injusticia, de privilegios” para los acomodados, dijo.
Después de las elecciones de 2018, Morena formó una coalición para controlar más de dos tercios de los votos en la Cámara de Diputados, sin embargo, el partido gobernante no pudo reunir una supermayoría similar en el Senado, lo que dificulta la aprobación de reformas constitucionales controversiales.
Los senadores no se postulan para la reelección este año. Aún así, las votaciones podrían terminar enredando alianzas políticas. A los opositores les preocupaba que el presidente pudiera obtener suficiente apoyo para impulsar iniciativa para revertir las reformas de libre mercado del sector energético y debilitar las instituciones autónomas creadas para fortalecer la democracia de México.
“Tiene que haber contrapesos”, dijo Inés Candano, de 26 años, abogada de la zona acomodada de Polanco en la Ciudad de México, que votó por una coalición de oposición. “En cualquier presidencia, una persona no debería tener tanto poder”.
Morena fue creada por López Obrador y se fortalece con su popularidad, que se ha mantenido alta a pesar de la crisis económica y la muerte de más de 300.000 personas por coronavirus. Sus índices de aprobación rondan en el 60 por ciento.
Alejandro Moreno, encuestador de El Financiero, dice que ese apoyo refleja el afecto de los mexicanos por el líder rural y franco, más que por sus políticas. “Cuando miramos indicadores de desempeño, por ejemplo, cómo le está yendo al gobierno en el manejo de la economía o el crimen o la corrupción, obtiene cifras muy malas”, dijo.
Daniel Martínez, de 35 años, que vendía sándwiches en Iztapalapa, una zona de bajos ingresos de la capital, dijo que respaldaba a Morena en parte porque se identificaba con el presidente. López Obrador “también viene del ‘pueblo’”, dijo. “Él se preocupa por nosotros”.
Martínez dijo que su familia se benefició de un pago del gobierno para comprar alimentos y útiles escolares. Estos programas sociales ayudan a explicar por qué López Obrador sigue siendo un “presidente de teflón”, dijo otro encuestador, Jorge Buendía. Y muchos mexicanos no lo culpan por la crisis del coronavirus porque fue un fenómeno global.
Hay otro factor importante, dice Federico Estévez, politólogo del Instituto Tecnológico Autónomo de México. “Este ha sido un gobierno increíblemente incompetente”, dijo. “Pero la oposición es aún más incompetente”.
Los partidos tradicionales de México han sido desacreditados por la corrupción y su incapacidad para generar un crecimiento económico sólido o reducir la violencia vinculada al crimen organizado.
No obstante, los votantes en la Ciudad de México parecían estar castigando a Morena por el impresionante número de muertos por covid-19 en la capital, el epicentro del brote, y un accidente en el metro en el que murieron 27 personas el mes pasado. La mayoría de las alcaldías de la ciudad, que habían estado dominados por Morena, se inclinaban hacia las coaliciones de oposición, según los resultados electorales parciales.
A mitad de su mandato de seis años, el presidente no ha demostrado ser el izquierdista radical que temían algunos de sus oponentes. López Obrador ha reducido drásticamente la burocracia, ha ampliado el papel de las fuerzas armadas y ha presionado por una presencia gubernamental más fuerte en el sector energético. Ha apoyado el libre comercio y defendido un presupuesto equilibrado.
Aún así, incluso algunos de sus partidarios se han sentido inquietos por su voluntad de desafiar las normas y reglas democráticas. En abril, el partido de López Obrador votó para extender el mandato de cuatro años del presidente de la Suprema Corte, un aliado del presidente, medida que los expertos legales calificaron descaradamente de inconstitucional.
López Obrador se ha comprometido a respetar la prohibición de México a la reelección presidencial. Pero Luis Rubio, presidente del think tank México Evalúa, dijo a Uno TV que la acción generó una tremenda incertidumbre. “Una vez que rompió el marco institucional, entramos en una era muy diferente”.
(c) 2021, The Washington Post
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