Elecciones mortales en México: el crimen organizado y los candidatos políticos en medio del fuego cruzado por el control del territorio

Por Mary Beth Sheridan

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Taxco es una ciudad del estado de Guerrero, al suroeste de Ciudad de México (Foto: Washington Post)
Taxco es una ciudad del estado de Guerrero, al suroeste de Ciudad de México (Foto: Washington Post)

TAXCO, México — Mario Figueroa está sentado en su camioneta blindada, rodeado de guardaespaldas que empuñan rifles semiautomáticos. El chaleco antibalas está escondido en el asiento trasero.

En estos días, Figueroa rara vez viaja sin su equipo de seguridad. Como candidato a la alcaldía de esta ciudad colonial española, alguna vez popular entre los turistas estadounidenses, y ahora azotada por la violencia de las drogas, el empresario de 53 años ya recibió un balazo en el pecho.

Tenemos que estar preparados para lo que suceda”, dijo. “Estamos en las manos de Dios”.

México se encuentra en una de las campañas electorales más violentas de los últimos tiempos. Ochenta y nueve políticos han sido asesinados desde septiembre, según la consultora de seguridad Etellekt. Muchos más han resultado heridos o amenazados. La campaña se ha convertido en una clara muestra de la influencia del narco, una amenaza creciente para esta joven democracia.

Las elecciones del domingo determinarán la composición de la cámara baja del Congreso de México y la mayoría de las legislaturas estatales, así como casi la mitad de las 31 gobernaciones. Pero la violencia se ha centrado principalmente en las miles de carreras por las alcaldías y otros puestos del gobierno local.

EFE/Archivo
EFE/Archivo

Esta es una lucha por el poder municipal”, dijo el politólogo de la Universidad de Notre Dame, Guillermo Trejo, quien estudia la violencia política en América Latina. Los grupos criminales “han descubierto que ganar control sobre los gobiernos municipales y las economías locales y las poblaciones y territorios es crucial si quieren sobrevivir en las feroces luchas por las rutas del narcotráfico”.

La lucha por la influencia es compleja. Hay políticos que se resisten a los grupos criminales y otros que les dan la bienvenida. En ciertos pueblos, los grandes cárteles de la droga ha impuesto a su candidato favorito. Mientras que en otros, los grupos armados rivales respaldan a los partidos contrarios.

Luego está Taxco, una pintoresca ciudad famosa por su producción de joyas de plata y arquitectura colonial, ubicada a 160 kilómetros al sur de la Ciudad de México. Tres de los nueve candidatos a presidente municipal están protegidos por guardaespaldas. Otro aspirante a alcalde abandonó la carrera luego de que fue secuestrado y golpeado. Las ramas locales de dos cárteles importantes, la Familia Michoacana y el Cártel Jalisco Nueva Generación, están jugando un papel turbio en las elecciones.

Hemos llegado a un extremo”, dijo Figueroa, un novato político que se postula en la boleta de un partido pequeño, Fuerza por México. También confesó estar nervioso. “¿Cómo podría no estarlo?” preguntó. “No soy Superman. Pero alguien necesita poner orden en Taxco”.

 (Foto: Washington Post)
(Foto: Washington Post)

De hecho, esta ciudad que alguna vez fue pacífica se ha convertido en un símbolo del coste social y económico que ha implicado la creciente presencia de los grupos criminales en México. Taxco sigue siendo una joya arquitectónica, con su catedral barroca del siglo XVIII y cientos de casas con techos de tejas rojas que se derraman por la montaña Atatzin. Los turistas todavía pasean por sus callejuelas adoquinadas bordeadas de joyerías de plata; rara vez se les hace daño. Pero los homicidios se triplicaron con creces entre 2007 y 2019, llegando a 77, la extorsión es generalizada y los periodistas se autocensuran por temor a ser asesinados.

Taxco solía ser conocido como uno de los lugares más tranquilos del mundo”, dijo Roberto Hernández Mojica, líder local de un sindicato de mineros. “Ahora, a las 10 de la noche, no hay nadie afuera por la violencia. Nos ha afectado tremendamente”.

La campaña por la alcaldía de Taxco tuvo un comienzo sangriento. Figueroa estaba saliendo de su camioneta, estacionada cerca de su casa, la noche del 21 de diciembre; cuando repentinamente un motociclista le cerró el paso.

Hubo una grieta; la bala atravesó el pulmón del candidato. Lo llevaron de urgencia al hospital.

 Mario Figueroa (Foto: Washington Post)
Mario Figueroa (Foto: Washington Post)

El mes pasado, las fuerzas de seguridad finalmente arrestaron a un sospechoso, el presunto jefe local del grupo criminal La Familia Michoacana. Figueroa cree que el ataque fue un golpe político. Recordó lo que el sicario había gritado antes de abrir fuego: “No estás entendiendo la situación con Parra”. Marcos Parra era el presidente municipal de Taxco, quien se había postulado a la reelección. Figueroa había acusado a su gobierno de corrupción en proyectos de obras públicas.

Hemos sido muy críticos con el presidente municipal”, dijo Figueroa. “Entonces pensamos que ese es el origen de los ataques en mi contra”.

Durante una entrevista, Parra se burló de las acusaciones y dijo que su rival no tenía pruebas. “Probablemente él también me va a acusar de matar a Kennedy”, refunfuñó. En todo caso, dijo Parra, él es el que está siendo amenazado. En los últimos meses, hombres armados que afirman ser del Cártel Jalisco Nueva Generación difundieron un video y colgaron pancartas en la ciudad acusando al alcalde de ser una “rata” atada a la Familia Michoacana.

Parra difícilmente podría pasar como mafioso. El político de 67 años, con el cabello peinado hacia atrás y una camisa meticulosamente planchada, es hijo de un exlíder del conservador Partido Acción Nacional (PAN), una figura respetada que fue encarcelada en la década de 1960 por enfrentarse al único y autoritario partido mexicano. Parra aseguró que rechazó las invitaciones de los grupos criminales. “Nunca me he sentado a negociar con nadie”, declaró.

(Foto: Washington Post)
(Foto: Washington Post)

Aún así, reconoció, dirigir Taxco ha significado soportar la presión del crimen organizado, cuyos tentáculos se extienden hasta la policía y el sistema judicial. Cuando Parra regresó a la ciudad para convertirse en alcalde en 2018, esta era tan peligrosa que prefirió dejar a su esposa y a su hijo en Acapulco, a 241 kilómetros de distancia. El crimen ha disminuido desde entonces, dijo, pero aún así siguen habiendo solo 40 policías municipales. Había reclutado a 64 solicitantes más, pero algunos suspendieron la prueba o simplemente decidieron no unirse a la fuerza.

¿Fueron amenazados?”, se le preguntó. “No lo sé.”

Los desafíos de Taxco son el reflejo de otras comunidades mexicanas. Los grupos criminales que alguna vez se concentraron en exportar drogas hacia Estados Unidos se han diversificado hacia la extorsión, el secuestro y la venta de narcóticos. Un esfuerzo, respaldado por Estados Unidos, consistió en decapitar a los grandes cárteles, pero esto solo provocó que se dividieran en bandas rivales. Los productores de heroína buscaron rutas adicionales para responder al creciente apetito estadounidense por la droga y para evadir a las autoridades federales.

Algunas de esas carreteras en el estado de Guerrero pasaban por esta hermosa ciudad montañosa, conocida desde hace mucho tiempo por sus minas de plata. Ahora tiene un significado geográfico diferente.

La ubicación de Taxco es fundamental para el paso de drogas y autos robados”, dijo Parra.

Taxco es famosa por su producción de joyas de plata y su arquitectura colonial española  (Foto: Washington Post)
Taxco es famosa por su producción de joyas de plata y su arquitectura colonial española (Foto: Washington Post)

La campaña se perfila como una de las más mortíferas en la historia reciente de México, superada solo por el período previo a las elecciones presidenciales de 2018. Treinta y cinco candidatos han sido asesinados en el concurso actual, la gran mayoría de ellos en busca de cargos municipales, según Etellekt. (Otros cincuenta y cuatro políticos que no aspiraban a cargos públicos este año también han sido asesinados).

Los candidatos asesinados provenían de todo el espectro político, pero Etellekt descubrió que la mayoría estaba tratando de derrocar al partido gobernante local. Los cárteles apuestan todo en estas elecciones. “Quieren el control de la policía, el control de los proyectos de obras públicas, el presupuesto y las actividades ilícitas”, dijo Marcial Rodríguez Saldaña, líder del estado por Morena, el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Por dramático que sea el recuento de muertos, este no refleja por completo el alcance de la intimidación de los cárteles. En períodos electorales anteriores, algunos candidatos ignoraron las amenazas de muerte y continuaron con sus campañas, dijo Adrian Wences, director estatal del pequeño partido Movimiento Ciudadano. “Desafortunadamente, las amenazas se llevaron a cabo”, aseguró. Ahora, dijo, “cuando son amenazados, abandonan”.

En los últimos meses, decenas de candidatos abandonaron sus ofertas para cargos públicos debido a la presión del crimen. En un caso de alto perfil, una candidata a la presidencia municipal de Valle de Bravo, una ciudad turística en las afueras de la Ciudad de México, dejó de hacer campaña después de que fue secuestrada y amenazada, según informes de noticias locales. La candidata, Zudikey Rodríguez, que representa a una coalición de partidos opuestos a Morena, insistió en que todavía estaba en la contienda. “A lo largo de mi vida, nunca he dejado que el miedo me detenga”, dijo en un video.

Zudikey Rodríguez Núñez (Foto: Facebook / @Zudikey-Rodríguez-Núñez)
Zudikey Rodríguez Núñez (Foto: Facebook / @Zudikey-Rodríguez-Núñez)

Si bien los partidos políticos han denunciado la violencia, muchos de ellos también podrían estar aprovechándose del dinero y la fuerza bruta de los grupos armados. “Realmente lo que estamos viendo es una especie de dinámica de negociación entre ambas partes”, dijo Falko Ernst, analista senior en México para International Crisis Group.

La violencia electoral se concentra en siete estados, según el gobierno federal, que ha trabajado con las autoridades locales para asignar guardaespaldas a cerca de 150 candidatos. “Vamos a seguir brindando protección”, dijo López Obrador la semana pasada, e instó a los ciudadanos a no tener miedo de votar el próximo domingo.

López Obrador se jacta de que la tasa de homicidios de México se ha estancado después de varios años de crecimiento explosivo. Pero sus políticas, que incluyen una nueva Guardia Nacional y programas sociales para alejar a los jóvenes del crimen, no han reducido sustancialmente el número de asesinatos.

Los ataques a candidatos reflejan un esfuerzo más amplio de los grupos criminales para ejercer control en México. Cientos de reporteros, defensores de los derechos humanos, activistas ambientales y sacerdotes han sido asesinados en los últimos años. En Taxco, el periodista Francisco Pacheco fue asesinado a tiros en 2016, luego de que fue muy crítico con el gobierno del entonces alcalde Omar Jalil. El político busca regresar al ayuntamiento en las elecciones de este año. Él siempre ha negado su presunta responsabilidad en el asesinato e incluso ha llegado asegurar que Pacheco fue asesinado porque cubría una fuente “peligrosa”.

Como la mayoría de los asesinatos en México, el de Pacheco no se ha resuelto. Su hijo, Ali, dijo que sirvió de advertencia para otros en una región donde las bandas criminales comparten el poder con los funcionarios electos.

El mensaje fue muy claro”, dijo. “Permanecer en silencio.”

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