Las llamadas siguen llegando. Un trabajador agrícola de Oaxaca falleció en Florida. Un trabajador de construcción de Zacatecas en Los Angeles. Una trabajadora doméstica de Puebla en Nueva York.
Por más de un año, los consulados mexicanos en Estados Unidos han catalogado el precio que el coronavirus ha cobrado en la fuerza laboral migrante de Estados Unidos, una conversación telefónica desesperada a la vez. Miles de mexicanos en Estados Unidos, la mayoría de ellos inmigrantes indocumentados considerados como “trabajadores esenciales” por los departamentos de trabajo estatales, han muerto por covid-19. La velocidad en las muertes de la comunidad se disparó por casi 70 por ciento.
Aún en la muerte, su estado como inmigrantes los persigue. Ahí es donde los diplomáticos mexicanos entran: Era su trabajo repatriar los cuerpos de las muertes por la pandemia.
Fue una tarea que terminó consumiendo gran parte del gobierno. Entonces, México optó por enviar un jet militar para recuperar cientos de urnas.
Pero más a menudo, era un ejercicio bastante triste- a diferencia de todos los diplomáticos del país, que estaban acostumbrados. Por ejemplo, un Cónsul joven en Florida, tomó un vuelo a la Ciudad de México con varias urnas como si fueran equipaje de mano. Una embajadora veterana en California se encontró a sí misma tratando de ayudar a enterrar a uno de sus propios empleados.
Y, en ocasiones, las familias mexicanas se cansan de esperar a que el gobierno actúe y toman la situación por sus propias manos. Algunos comenzaron a recaudar fondos para pagar los $4,000 dólares que normalmente cuesta repatriar un cuerpo. Otros pasaron los ataúdes de contrabando a través de la frontera por sí solos.
Mientras millones de norteamericanos están siendo vacunados, los migrantes indocumentados aún están lidiando con el registro para recibir sus propias inoculaciones. En algunos casos, esto se debe a que las farmacias solicitan una identificación para hacer la cita. En otros, es porque los migrantes temen que al ingresar al sitio de vacunación, éste podría conducirlos a la deportación. Como resultado, continúan muriendo de forma desproporcionada a causa de covid-19 y los Consulados mexicanos siguen recibiendo llamadas.
Un caso es el de la madre de Sebastián Benitez quien se enfermó en abril del año pasado y su condición se deterioró rápidamente. Él sabía que necesitaba comenzar a pensar en donde quería ser enterrada su mamá.
Recordó algo que ella dijo sobre querer regresar a su pueblo natal. San Pedro Calantla en el Estado de Puebla. El entierro en casa era un sentimiento inmortalizado en la icónica canción típica “México Lindo y Querido”, un himno inmigrante.
“México lindo y querido” dice el narrador, “Si muero lejos de ti, que digan que estoy dormido, y que me traigan aquí”.
La madre de Benitez migró desde Puebla a Nueva York en 1993. Laboró en Brooklyn como niñera y trabajadora doméstica. Crió a dos hijos ciudadanos estadounidenses y eventualmente se convirtió en una residente permanente. Pero era su pueblo al que ella consideraba su hogar.
Días después ella murió, Benitez se hizo leal a la idea de llevar su cuerpo de vuelta a Puebla. El consulado mexicano en Nueva York le dijo que los restos de su madre necesitaban ser cremados -algo que Benitez y muchos mexicanos consideran aborrecible.
“Básicamente tomé las cosas por mis propias manos”
En los primeros días de la pandemia, el gobierno de México luchó para navegar en una red de regulaciones de salud pública y reglas individuales de las aerolíneas, que hacían casi imposible repatriar los cuerpos. Los diplomáticos estaban abrumados con las llamadas.
“Estas eran personas que, si no trabajaban, no se les pagaba”, dijo Juan Sabines, el Cónsul general de México en Orlando. “Entonces ellos siguieron trabajando, y se enfermaron”.
México recibió 7 mil 434 solicitudes para repatriar cuerpos de migrantes en 2020, desde 4 mil 410 en 2019 - se registró un incremento del 68 por ciento. El índice de mortalidad en Estados Unidos aumentó 15.9 por ciento de 2019 a 2020, de acuerdo con el Centro para el Control de Enfermedades.
Las estadísticas del gobierno mexicano indican un impacto desproporcionado en los migrantes. A veces las muertes se concentraban: Por ejemplo, 16 mexicanos que trabajaban en la industria del envasado de carne en Nebraska, murieron por covid-19 en 2020.
El proceso para obtener de vuelta el cuerpo de la madre de Benitez fue tan complicado que renunció a su trabajo como consultor para enfocarse en ello de tiempo completo.
“Estaba yendo y viniendo de lineamientos de CDC, a los de DHS y del Departamento de Salud de Nueva York,” dijo. “Estaba lo que la funeraria decía, lo que la aerolínea decía, lo que el gobierno mexicano decía”.
Mencionó que llamó a unas 100 funerarias. Cada una decía lo mismo: no repatriaremos un cuerpo a menos que sea cremado.
Por otra parte, una funeraria guardó el cuerpo de la madre de Benitez por tres meses. Y en julio obutvo el permiso para transportarla en un avión hacia la Ciudad de México. Desde ahí, fue trasladada a otro avión con destino a Puebla.
Finalmente, cuando Sebastián Benitez llegó al pueblo, dijo, estaba lleno de extraños que le dijeron que sus familiares también habían fallecido en Estados Unidos.
“Querían saber cómo recuperé el cuerpo, y si los podría ayudar”
De regreso a la Ciudad de México, las autoridades estaban luchando por descubrir cómo mantenerse al día con el número de muertos expatriados. En julio, la Secretaría de Relaciones Exteriores contactó a los militares. ¿Podrían usar una aeronave de suministro de la fuerza aérea para llevar a los fallecidos a casa?
El avión llegó al aeropuerto de la Ciudad de México la noche del 11 de julio con 245 urnas. Asimismo, miembros del servicio alinearon algunas de las urnas en una mesa y pusieron flores enfrente de ellos con fotografías. El gobierno mexicano la llamó una misión “sin precedentes”.
Después de eso, incrementaron las llamadas.
“Las principales razones que escuchamos son, “Quiero que mi mamá vea de nuevo a mi hermano”. O “Quiero que mi suegro vea a su hijo”, dijo Marcela Celorio, la Cónsul general de México en Los Angeles. “Para los mexicanos, es la presencia física del cuerpo lo que ayuda al cierre”.
“La demanda ha continuado en 2021. Milenio, uno de los diarios más importantes de México publicó una guía: “Qué hacer si un familiar fallece por covid en Estados Unidos y deseas trasladarlo a México”
Así bien, en Los Angeles, uno de los miembros de la compañía de limpieza contratada para asear el Consulado de México se enfermó. Cuando Martin Rosales falleció, el Consulado ayudó a enviar su cuerpo a su Estado natal, Colima.
“Siempre serás nuestro héroe,” publicó Celorio en Instagram debajo de una foto de los dos.
En algunos casos, cuando las familias deciden enviar a México los cuerpos de sus familiares para enterrarlos, significa que sus seres queridos en Estados Unidos -quienes generalmente son indocumentados - son incapaces de asistir a los funerales.
Así, cuando el hermano menor de Hector, Juan, falleció en Las Vegas, el año pasado, Hector envió el cuerpo a su ciudad natal en el centro de México.
“Más que nada, fue para ayudar a darle paz a mi mamá” dijo. “Para su comodidad”.
Juan migró a los Estados Unidos tres años atrás y trabajó para una empresa de limpieza. Ambos, Hector y él eran indocumentados. Hector habló en condición de anonimato debido a su estado como inmigrante.
Entonces, tuvo que elegir - regresaría con el cuerpo para el funeral, o se quedaría en Estados Unidos, en donde estaba ahorrando para enviar dinero a su familia. Finalmente, decidió quedarse en Nevada.
Por este motivo, vio videos y fotos en su celular del funeral de su hermano.
“Pero realmente no sé cómo fue.” Dijo.
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