Una familia busca respuestas, mientras acusan a uno de los suyos de haber asesinado a 10 personas a sangre fría en Colorado

Por Souad Mekhennet y Julie Tate

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Helen H. Richardson/The Denver Post/Pool via REUTERS.
Helen H. Richardson/The Denver Post/Pool via REUTERS.

El 16 de marzo, casi una semana antes del tiroteo registrado en un supermercado de Boulder (Colorado, Estados Unidos), Ahmad Al Aliwi Alissa, acusado de 10 cargos por asesinato en primer grado, compró un rifle AR-15.

Sus familiares se sintieron molestos y desconcertados cuando vieron el arma por primera vez, según dijo un pariente cercano al Washington Post. “¿Qué estás haciendo con esta pistola?”, le preguntó un miembro de su familia. “¿Dónde la conseguiste? ¿Para qué la necesitas?”.

Ahmad Al Aliwi les explicó que se había inscrito a un campo de tiro y que por “motivos económicos” había encontrado más conveniente comprar un arma en vez de alquilarla, detalló un familiar que habló bajo condición de anonimato.

Otros tres parientes lejanos, que también hablaron bajo condición de anonimato por temor a que atenten contra su seguridad, describieron a la familia y su viaje desde Siria a Estados Unidos.

Alissa, de 21 años, no parecía tener muy claros algunos conceptos sobre el empleo del arma que recién había comprado, una pistola semiautomática Ruger AR-556. Según la policía, incluso habló sobre “tener una bala atascada”. Las autoridades confirmaron que la había comprado legalmente.

El momento que se llevan al tirador de la masacre de Colorado
El momento que se llevan al tirador de la masacre de Colorado

Su familia le confiscó el arma y Alissa pareció aceptar la decisión, detalló uno de sus parientes. El día anterior al tiroteo, un domingo, Alissa fue de visita a la casa de una de sus hermanas.

“Estaba normal, jugó y río con los niños”, explicó. “Comimos todos juntos... Todo parecía estar bien”.

La mañana siguiente, Alissa preguntó por su arma y le dijo a su familia que tenía la intención de devolverla para recuperar su dinero. Sin embargo, en vez de eso condujo hasta el supermercado King Soopers, a unos 25 kilómetros de la casa de su hermana, en Arvada, Colorado.

Según la policía, apenas al entrar a la tienda abrió fuego.

La familia sirio-estadounidense sigue de duelo —por las víctimas — desde lo ocurrido. Aún intentan, sin llegar a comprender todavía, qué pudo haber motivado a su hijo y hermano a cometer semejantes atrocidades. Sienten vergüenza e ira por sus acciones.

REUTERS/Alyson McClaran
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“Su madre no puede dejar de ver las fotografías de las víctimas y llorar”, dijo uno de sus familiares. “Estábamos pensando en acercarnos a los afectados para decirles que lamentamos profundamente sus pérdidas. Ninguno de nosotros vio venir esto. Si en algún momento hubiésemos tenido el presentimiento de que iba cometer algo así, lo habríamos detenido”.

Los padres y hermanos de Ahmad Al Aliwi Alissa guardaron silencio ante los medios.

El jueves, durante una breve comparecencia ante el tribunal, la abogada de Alissa argumentó que padecía una “enfermedad mental no especificada” y que debía ser examinada cuanto antes.

“No podemos hacer nada hasta que se evalúe la enfermedad mental del Sr. Alissa”, dijo Kathryn Herold, una defensora pública asignada a la defensa de Ahmad Al Aliw. Los abogados también le dijeron a la familia que Alissa les había dicho que “escuchaba voces en su cabeza”. Ninguno de los abogados respondió a las solicitudes del Washington Post.

Uno de sus familiares dijo que en los últimos años habían percibido a Alissa como “preocupado por algo”, y que algunas veces llegaba a comportarse de manera errática, “pero nunca tan pronunciada como para considerar que necesitaba ayuda médica o psicológica”.

EFE/EPA/BOULDER POLICE DEPARTMENT
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Nunca tomó ningún medicamento, ni tampoco bebió o consumió drogas”, dijo el familiar. Desde el último año se había vuelto cada vez más retraído y alguna vez llegó sentirse paranoico porque supuestamente “alguien lo tenía vigilado todo el tiempo”.

Era como si su cuerpo estuviera allí, pero su mente no del todo. Iba a trabajar y al terminar se regresaba a su casa. Tal vez fumaba (hooka o narguile) de vez en cuando, pero fuera de eso casi nada”.

El mismo pariente dijo que mientras Alissa trabajaba en uno de los cuatro restaurantes de la familia en Denver, elSultan Grill”, en Arvada, rechazó la oferta de administrar uno él mismo.

Hace dos meses, cuando la familia recibió una oferta para hacerse cargo de un restaurante “con potencial”, con un año de alquiler gratis si firmaban un contrato por cinco años, esperaban que Alissa administrara el establecimiento. “Le dijimos: ‘Esta es una gran oportunidad para ti’”, detalló el familiar. “Todos estábamos muy emocionados”.

No obstante, la respuesta de Alissa sorprendió a toda la familia: “Todavía soy demasiado joven”, se justificó.

BY REUTERS
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Alissa viajó a Estados Unidos desde Raqqa, Siria, cuando apenas tenía 3 años. La mayor parte de su familia abandonó su país de origen. Cuando estalló la guerra civil y el Estado Islámico (ISIS) estableció Raqqa como su capital, los miembros de la familia perdieron todas sus casas y negocios, dijeron los propios miembros de la familia.

Un análisis del Facebook de Alissa realizado por SITE Intelligence, grupo encargado de monitorear cualquier tipo de extremismo en línea, no encontró ninguna evidencia que sugiriera “puntos de vista radicales o extremistas”. Varios miembros de la familia han tenido roces con la ley desde algunos años, pero nada que implique extremismo político.

En las últimas dos décadas, la numerosa familia de Alissa ha construido un exitoso y próspero negocio de restaurantes. Poseen varias sucursales especializadas en comida del Medio Oriente, y con los años pasaron de vivir en un departamento donde pagaban alquiler a tener una casa propia de dos niveles con un garage para tres autos, en un próspero vecindario de Arvada.

Las primeras preocupaciones sobre el comportamiento de Alissa se produjeron durante su último año en Arvada West High School. Estaba en el equipo de lucha libre y amenazó con matar a algunos de sus compañeros después de perder un combate. Salió de la lona y nunca regresó al equipo, según dijeron sus propios excompañeros.

Ese mismo año, el 27 de noviembre de 2017, Alissa, entonces estudiante de último grado, fue acusado de agredir a otro estudiante en una clase de matemáticas. Los testigos, incluido el propio maestro, dijeron que Alisa le había dado una “brutal paliza” al otro estudiante “sin ninguna justificación aparente”, de acuerdo con una declaración de la policía de Arvada.

 REUTERS/Alyson McClaran
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La víctima, quien terminó con varios golpes en el rostro, le dijo a la policía que tiempo antes llegó a ser amigo de Alissa, pero que después había dejado de hablarle. También admitió que se sintió muy sorprendido por el ataque repentino.

Tras ser detenido, Alissa dijo a la policía que actuó en represalia por insultos y burlas racistas. Dijo que lo discriminaban llamándolo “terrorista” y que lo insultaban por el simple hecho de ser musulmán.

“Alissa era orgullosamente estadounidense”, aseguró uno de sus parientes.

Después del incidente con su “examigo” se declaró culpable de un delito menor de agresión y fue sentenciado a libertad condicional y servicio comunitario.

En ese momento la familia se sentó con Alissa y lo instó a dejarlo pasar. “Nos sentamos todos juntos como familia y hablamos con él: ‘Ahmad, no dejes que esto te afecte. No eres lo que te están diciendo”.

REUTERS/Alyson McClaran
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El incidente pareció minar parte de su ambición, pues antes había hablado de una carrera en medicina, pero a partir de ahí su objetivo pareció desvanecerse.

Siguieron otros cambios en su personalidad, pero la familia nunca supo si el supuesto abuso racial actuó como catalizador.

A veces decía: ‘hay gente que me sigue, hay gente que escucha mis conversaciones, gente que me mira, gente que quiere arrestarme’”, dijo un pariente.

El 18 de marzo de 2019, Alissa publicó en Facebook: “Solo por curiosidad, me gustaría saber cuáles son las leyes sobre la privacidad telefónica, porque creo que mi antigua escuela tiene hackeado mi celular. ¿Alguien sabe si puedo hacer algo?”.

En respuesta a uno de los comentarios, explicó que alguien estaba “difundiendo rumores falsos sobre él” y que se trataban de actos de “racistas”.

 REUTERS/Alyson McClaran
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Alissa comenzó a tapar con cinta adhesiva la lente de su computadora, dijo uno de los familiares, y también rompió el control remoto de su auto porque pensó que lo estaban monitoreando a través de él. También publicó en Facebook que el FBI lo estaba vigilando.

Una vez, mientras trabajaba en el restaurante, le dijo a su hermana que un hombre que estaba en el estacionamiento lo estaba siguiendo. Pero cuando la hermana de Alissa salió a comprobarlo, no encontró a nadie.

La familia, que ha sido entrevistada varias veces por la policía en los últimos días —y que ya se mudó de su casa en Arvada—, dijo que nunca lo consideraron una persona peligrosa.

“Nos preguntamos si hubo alguien que habló con él y lo persuadió para que hiciera eso”, dijo uno de los parientes de Alissa. “También nos preguntamos quién lo entrenó para disparar de esa manera”.

La respuesta es que no lo sabemos”.

Helen H. Richardson/The Denver Post/Pool via REUTERS.
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La familia vio la audiencia en la corte transmitida por streaming. “Todo el mundo estaba llorando”, dijo el familiar. “Nos pareció que Ahmad no entendía realmente lo que estaba pasando, la forma en que miraba a su alrededor, de izquierda a derecha. Era como si no entendiera lo que había hecho. Fue muy difícil. Esperábamos quizás obtener algunas respuestas de por qué sucedió todo esto, pero no lo conseguimos y ahora estamos esperando a ver cuál será el resultado sobre su salud mental“.

Cuando Alissa fue arrestado, pidió hablar con su madre, según la policía. “Ella no ha hablado con él todavía”, dijo el familiar. “No hablaremos con él, aunque tengamos la oportunidad de hacerlo, no creo que lo hagamos. No podemos”.

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