Lo primero en irse fue el avión presidencial.
Luego fue la venta masiva de helicópteros y camionetas blindadas.
Entonces el ataque a la "burocracia de oro" mexicana realmente había comenzado. Adiós coches con chófer. Adiós seguros de salud privados.
En solo 7 meses y medio, el actual presidente izquierdista de México ha logrado reducir los costos a un modo que ni siquiera los conservadores de Washington son capaces de imaginar. Miles de empleos federales han sido eliminados. Los viajes al extranjero han sido prácticamente borrados del mapa. El mismo López Obrador se negó a gastar dinero para volar a la cumbre del G20.
"No podemos tener un gobierno rico en un país pobre", dijo el mandatario.
Pero lo que primero comenzó como un ataque popular a los privilegios oficiales, tiene cada vez más caos que orden.
Los legisladores se están rebelando por los recortes salariales. Los hospitales públicos están cancelando cirugías. Los incendios forestales se han propagado sin que nadie pueda detenerlos, pues no hay bomberos suficientes.
La reducción de costos es quizás el signo más notorio de la radical visión de López Obrador, quien el año pasado ganó y prometió una "cuarta transformación" en el país.
No es Hugo Chávez, el difunto líder venezolano que dijo que el capitalismo "conduce al infierno". López Obrador apoya el libre comercio y promete un presupuesto equilibrado. Pero está decidido a reorientar al gobierno de México, reduciendo los gastos burocráticos para que pueda canalizar dinero a otras áreas, incluyendo nuevos programas para los más necesitados.
Es una visión que va mucho más allá de la austeridad fiscal, explicó Lorenzo Meyer, un historiador destacado.
"Toda la idea de México es diferente", explicó Meyer, quien admitió estar del lado del presidente.
AMLO, quien asumió el cargo en diciembre de 2018, todavía tiene índices de aprobación superiores al 60 por ciento. Pero su cruzada presupuestaria ha revelado una tendencia a centralizar el poder, preocupando a varios mexicanos que vivieron décadas de gobierno autoritario con el PRI.
Y el gobierno mexicano, jamás destacado por su eficiencia, corre el riesgo de volverse disfuncional, advierten los analistas.
"Todavía no se ha derrumbado la burocracia, pero está en mal estado", aseguró el ex ministro de Relaciones Exteriores, Jorge Castañeda, crítico de López Obrador. "Porque no hay nadie allí".
Desde el principio, López Obrador se distinguió en todo sentido de su predecesor. Enrique Peña Nieto era tan sofisticado que la famosa boutique de Beverly Hills, Bijan, diseñó un reloj de pulsera en su honor. Sin embargo, su período presidencial terminó salpicado por indignantes casos de corrupción.
Luego de que ganó la presidencia, AMLO invitó a los periodistas a su casa para que echaran un vistazo a su armario. Sólo había ocho trajes. Sus zapatos desgastados recibieron una que otra burla. La antigua residencia de Los Pinos la convirtió en un espacio público y siempre que vuela lo hace en aviones comerciales, como si fuera un pasajero más.
Ha subastado decenas de aviones, helicópteros y camionetas del gobierno que en su momento estuvieron ligados con casos de corrupción.
Este tipo de abusos eran comunes en un país que fue dominado por la élite de la colonia española y luego sujeto a 71 años de un único gobierno. El dicho entre los políticos mexicanos solía ser: "el que no transa, no avanza".
López Obrador está decidido a terminar con eso.
Su propio salario lo redujo al 60 por ciento, lo que equivale a unos USD 5.600 mensuales. Y fue más que un simple gesto simbólico: su partido aprobó una legislación para garantizar que los funcionarios públicos no puedan ganar más que el presidente. Los "amigos" que en otro tiempo rodearon a los altos funcionarios han desaparecido.
El partido de López Obrador, que tiene la mayoría en el Congreso Nacional, se ha lanzado a la campaña de austeridad con un fervor que habría impresionado a cualquier franciscano medieval.
"La gente se acostumbró a desperdiciar los recursos del gobierno", dijo Mario Delgado, actual coordinador de los diputados federales. "Ahora tenemos que acostumbrarnos a un estado austero".
Pero el objetivo, aclaró, no es reducir drásticamente el presupuesto federal, sino redirigir el gasto a otras prioridades. Se invertirá más en Pemex, el gigante petrolero nacional. Además, López Obrador ha lanzado programas importantes para empleos y becas destinados a jóvenes. También ha hecho lo propio con las pensiones de adultos mayores.
Hasta el momento, según el propio López Obrador, se han ahorrado más de 6 mil millones en compras de gobierno y más de 500 millones en prestaciones "especiales" para burócratas.
Meyer dijo que este plan refleja el deseo de AMLO de cambiar la relación entre el gobierno y la población. Recordó una conversación que tuvo a principios de la década de los 2000 con el actual mandatario, que en aquel entonces era el alcalde de Ciudad de México.
Es difícil cambiar las instituciones en unos pocos años, dijo entonces AMLO. Pero desde ese momento prometió que cuando dejara el cargo, los pobres verían el gobierno como algo suyo.
Eso es un cambio cultural de altas proporciones históricas, aseguró Meyer.
Por supuesto, tiene sus costos. El hijo de Meyer, de 35 años, Roman, forma parte del gabinete de López Obrador como ministro de desarrollo agrario y urbano. Vive con su esposa y su hijo en un departamento de 300 metros cuadrados y se traslada en bicicleta a la oficina presidencial.
Roman Meyer dijo que su ministerio ha reducido alrededor de un tercio de su personal.
La austeridad "nos obliga a ser más creativos en el rediseño de los procesos administrativos", dijo alegremente. Trabaja unas 16 horas al día.
Su padre está sorprendido de lo que pequeño que es el personal de su hijo.
La situación, dijo, es "absurda".
Para Jaime Nieto, director del hospital estatal de niños en Ciudad de México, el punto de ruptura llegó a finales de mayo pasado. El médico ya había suspendido las horas extra, despedido a docenas de trabajadores subcontratados y reducido los exámenes para pacientes enfermos. Su propio salario se había reducido en un 40 por ciento.
Ahora, recién se enteró, tendrá que cancelar la mitad de las operaciones que requieran anestesia.
"He trabajado 40 años en este hospital", explicó el doctor, sentado en una oficina más polvorienta de lo normal, debido a falta de personal de limpieza. "Nunca he vivido una situación tan estresante y preocupante".
En todo el país, los hospitales se rebelaron. El jefe del sistema de seguridad social renunció y dijo que los controles sobre el gasto en salud eran "inhumanos".
En pocos días, el gobierno cedió liberando algunos fondos. Nieto no tuvo que reducir drásticamente las cirugías después de todo. Pero aún le falta dinero para las enfermeras y el mantenimiento.
Mientras tanto, la capacidad del internet se ha reducido a más de la mitad.
"Todo sigue siendo incierto", dijo el médico experimentado.
Uno de los recortes más sorprendentes ha sido en los viajes internacionales. Los empleados gubernamentales fueron informados a principios de mayo de que necesitaban un permiso de la oficina del presidente antes de realizar cualquier viaje al extranjero.
Aproximadamente dos semanas después, López Obrador se jactó de haber recibido 100 solicitudes, "y solo autoricé 20", afirmó.
Entre los negados se encontraba María Novaro, directora del Instituto Nacional de Cine de México, quien estaba asistiendo al Festival de Cine de Cannes cuando se enteró de la noticia. Rápidamente voló a casa desde Francia.
La orden provocó pánico en el Centro de Investigación Científica y Educación Superior financiado por el gobierno en Ensenada, 65 millas al sur de la frontera de los Estados Unidos. Los investigadores estaban acostumbrados a obtener revistas académicas en un apartado de correos en San Diego. Preocupados de que necesitarían una autorización presidencial para sus envíos por correo dos veces por semana, contrataron un servicio de mensajería privado.
La regulación fue facilitada más tarde. Aún así, el presupuesto de viajes internacionales para los trabajadores federales se redujo en un 50 por ciento.
Más de 3.000 científicos y académicos han firmado una carta a López Obrador en protesta por los drásticos recortes en los centros de investigación del gobierno. En algunas oficinas, las medidas de ahorro de energía son tan severas que a los empleados no se les permite cargar sus teléfonos celulares.
"Esto se siente como el desmantelamiento de una red científica que tardó décadas en construirse", dijo Juan Martínez, biólogo del Instituto de Ecología.
Pero si los científicos reflejan una visión de México, un país con un creciente número de investigadores de clase media y mundial, López Obrador se centra en otro. Recientemente defendió el programa de austeridad, recordando a los periodistas que los indígenas tarahumaras en el norte tuvieron la suerte de tener un maestro con la preparatoria terminada.
"Quiero con toda mi alma, y es por eso que estamos tomando estas medidas, que los niños pobres coman antes de ir a la escuela", dijo. "Esto es igualdad".
El gobierno dice que algunas de las críticas a sus esfuerzos son exageradas. Por ejemplo, algunas de las instituciones que protestan por los recortes, como el sistema hospitalario, han tenido problemas financieros durante años.
Viridiana Ríos, una científica política mexicana, dijo que el problema fundamental no es que el gobierno sea un desperdicio, sino que carece de recursos. La tasa de recaudación de impuestos de México se encuentra entre las más bajas de América Latina, y López Obrador ha prometido no aumentar los impuestos.
"Somos un país que siempre ha beneficiado a los ricos. El resultado es un estado diminuto y delgado ", dijo Ríos, profesora visitante en Harvard.
"El lema de López Obrador es que no puedes tener un gobierno rico en un país pobre", agregó. "Lo que digo es que no puedes tener un país rico sin un gobierno que funcione".