Durante 16 años, Mohamed Toure y Denise Cros-Toure – ambos descendientes de poderosas familias políticas en Guinea, vivieron y trabajaron en el rico suburbio de Dallas, Southlake.
Los antecedentes de la pareja proceden de una clase de élite: Toure era el hijo del primer presidente de Guinea y el padre de Cros-Toure era secretario de estado. En Texas, la pareja promovió empresas africanas, organizó festivales culturales y en los periódicos escribían sobre su filantropía. Sus hijos practicaron deportes, se graduaron en el instituto y fueron a la universidad.
Durante ese tiempo, una chica llamada Djena Diallo vivió junto a ellos. Al igual que ellos, era de Guinea. Viajó a bodas, graduaciones y a los eventos deportivos de los hijos de los Toure. Para el resto del mundo, parecía ser un miembro más de la familia.
Pero en casa, según los fiscales federales, la dinámica de la familia era muy diferente.
A Diallo la llevaron a EEUU a la edad de 5, informaron las autoridades. Ella dijo que no conocía a nadie y que no hablaba inglés. Los Toures, contó, la forzaban a cocinar, limpiar y cuidar a sus hijos sin pagarle nada. Tampoco fue al colegio. Diallo le dijo a las autoridades que la golpeaban, le llamaban "perro", e "inútil", y la desterraban en un parque cercano como castigo, donde dormía encima de un banco.
Después de 16 años bajo su control – en 2016 – Diallo finalmente huyó, y después denunció su experiencia a la policía. Toure y Cros-Toure fueron arrestados, acusados y condenados por cargos federales de trabajo forzado, conspiración para refugiar a extranjeros y por llevar a cabo este último delito.
Ahora ellos irán a prisión.
El lunes, el juez de distrito Reed O'Connor sentenció a Toure y Cros-Toure, ambos 58, a siete años de prisión y les ordenó pagar USD 288.620,24 en concepto de restitución. Serán deportados a Guinea después de cumplir la condena de prisión.
"Los casos de tráfico de trabajo forzado son notoriamente difíciles de procesar – en parte porque las víctimas a menudo tienen miedo de contarlo", dijo la abogada de EEUU Erin Nealy Cox en un comunicado del Departamento de Justicia. "Se necesitó un tremendo coraje para que esta joven contara su historia en un juzgado. A ella la trajeron a este país a corta edad, presionada para permanecer callada y forzada a trabajar para esta familia sin que le pagaran durante 16 años".
Cuando el caso fue a juicio en enero, los abogados de la pareja los pintaron como benevolentes y caritativos. Ellos defendieron que el padre de Diallo envió a la chica a los Toures para que ella pudiera "tener una vida mejor en EEUU", informó the Dallas Morning News. La defensa dijo que Diallo había inventado una historia falsa sobre su educación "para destruir a la familia que la acogió".
Las tareas domésticas de la niña, dijeron, no eran diferentes de las esperadas por los hijos de Toure.
"Esta es una de las cosas más difíciles que he tenido que afrontar" dijo Cros-Toure al juez federal el lunes antes de que fuera sentenciada, según el Fort Worth Star-Telegram. "Nosotros abrimos nuestra casa a todos, y nuestros corazones".
Toure dijo que su esposa amaba a Diallo como a una hija. "Pensábamos que la verdad saldría", dijo Toure.
Quienes apoyan a la pareja se hicieron eco de ese sentimiento en la audiencia, informó Star-Telegram. Los hijos de los Toure testificaron a favor de sus padres, al igual que hicieron vecinos y amigos. Describieron a la familia como amorosa y generosa.
Los abogados de la pareja defendieron que Diallo vivía en libertad, tenía redes sociales, iba de vacaciones con la familia y podía abandonar la casa cuando ella quería.
Pero los fiscales y Diallo ofrecieron una versión de los hechos drásticamente distinta.
Dijeron que la chica fue enviada sola a EEUU cuando era una niña, en contra de los deseos de su madre, para ser la sirvienta de los Toure. Su madre intentó esconderla e impedir que se la llevaran, dijeron los fiscales, porque "no quería que su hija fuera la esclava de alguien".
Diallo testificó que la pareja físicamente, emocionalmente y verbalmente abusaba de ella. Le golpearon en múltiples ocasiones, dijo, incluso con un cinturón y con un cable eléctrico, y la llamaban "esclava". Le raparon la cabeza y le lavaban afuera con una manguera.
Una vez, como castigo, Cros-Toure supuestamente expulsó a Diallo de la casa. Ella durmió en un parque y se mantuvo caliente utilizando el secador de manos de un baño público, dijeron los oficiales. "La aislaron de su familia y sociedad y le impidieron recibir educación, mientras que sus propios hijos asistieron a la escuela y a la universidad", dijo el Departamento de Justicia en un comunicado.
Después de dos años particularmente malos, Diallo testificó que pensaba escapar con la ayuda de amigos y vecinos, según el Dallas Morning News. En agosto de 2016, se las arregló para huir y después se mudó a la casa de un antiguo vecino en un suburbio de Houston.
"Espero que la sentencia de hoy aporte un cierto grado de justicia y sanación a la víctima, que sufrió un trauma incalculable como resultado de los crímenes atroces de los acusados", dijo en el comunicado del Departamento de Justicia Eric Dreiband, asistente del fiscal general. "Los acusados le robaron su infancia y su trabajo durante años, enriqueciéndose a sí mismos mientras la dejaban a ella con su dolor y con un futuro incierto. Estos muy agradecido por todo el que la apoyó y continúa mostrando su apoyo a la víctima,mientras ella trata de reconstruir su vida",