Durante años, miembros de la comunidad gay de Toronto advirtieron que había un asesino serial suelto, que hombres vulnerables iban a desaparecer, que las calles no eran seguras. Estaban en lo cierto.
El viernes, Bruce McArthur, un jardinero paisajista e intérprete de Santa Claus en un centro comercial, fue sentenciado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional durante 25 años por ocho cargos de asesinato en primer grado, poniendo fin a un juicio que sacudió a una ciudad – y a un país – que le gusta verse a sí mismo como inclusivo y seguro.
McArthur fue acusado de matar y desmembrar a ocho hombres entre 2010 y 2017, escondiendo siete de los cadáveres en jardineras y la octava en un barranco. Se declaró culpable el mes pasado.
En una audiencia que terminó el martes, los canadienses escucharon cómo sedujo y asesinó a hombres que conoció en Toronto's Gay Village (El pueblo gay de Toronto), después hizo posar a los cadáveres con disfraces, manteniendo fotografías de cada víctima en carpetas digitales etiquetadas.
Ellos supieron que McArthur fue detenido cuando la policía allanó su casa, encontrando a un hombre atado a la cama. Él era una potencial novena víctima, según el tribunal, y McArthur tenía una carpeta esperando.
En una ciudad que se enorgullece a sí misma de ser "gay-friendly" y acogedora para los nuevos canadienses, McArthur buscó a hombres marginados por su sexualidad, etnia, estado migratorio o pobreza. La mayoría de las víctimas eran refugiados o inmigrantes. Varios lucharon contra el abuso de sustancias. Algunos no habían revelado que eran gays.
Los detalles del caso son tan brutales, los crímenes tan depravados, que los titulares a veces ocultaban el hecho de que ocho hombres – Skandaraj Navaratnam, Majeed Kayhan, Abdulbasir Faizi, Soroush Mahmudi, Kirushna Kumar Kanagaratnam, Dean Lisowick, Selim Esen and Andrew Kinsman – habían sido asesinados.
Ahora, con el juicio ya terminado, los defensores quieren concentrarse en por qué murieron tantos antes de que la policía resolviera el caso. Algunos han defendido que la respuesta policial se vio frenada por la homofobia y el racismo – que las autoridades quizás habrían actuado más rápido si hombres diferentes hubieran desaparecido.
Al ser cuestionada por estos alegatos, Meaghan Gray, portavoz de la Policía de Toronto, dijo que las autoridades lanzaron dos investigaciones, Project Houston y Project Prism, "para hacer todo lo posible por localizar a los hombres desaparecidos".
"Nosotros continuaremos haciendo lo que podamos para apoyar a la comunidad y buscar oportunidades para mejorar nuestra relación", dijo en un email.
Haran Vijayanathan, director ejecutivo de La Alianza de Asia del Sur para la Prevención del SIDA (South Asian Alliance for Aids Prevention) y un defensor durante mucho tiempo de las víctimas y sus familiares, elogió al equipo de detectives que capturaron a McArthur, pero expresó enfado porque parecía que tenía que producirse la muerte de un hombre blanco, Kinsman, para impulsar medidas.
"Esto es una verdadera llamada de atención para Canadá" dijo Vijayanathan.
Toronto's Gay Village es un par de bloques de tiendas, restaurantes y bares en el corazón de la ciudad. Fue ahí, a comienzos de 1980, las redadas en los spa públicos impulsaron el movimiento por los derechos de los homosexuales en Canadá.
McArthur era un asiduo en el área. Kyle Rae, el primer concejal abiertamente gay de la ciudad, recordó haberlo visto por la zona. "Yo recuerdo ver a Bruce McArthur sentado por fuera del Starbucks. Él era un habitual" dijo.
La primera víctima en desaparecer fue Navaratnam, un refugiado que huyó de Sri Lanka y se afincó en Toronto. La última vez fue visto abandonando un bar en septiembre del 2010.
En diciembre del mismo año, Faizi, originario de Afganistán, desapareció. Para el 2012, Kayhan, también un inmigrante de Afganistán se fue sin dejar rastro.
Las desapariciones de los tres hombres abrieron una investigación llamada Proyecto Houston, para la cual los agentes entrevistaron a McArthur. Con el tiempo, el esfuerzo se fue disolviendo.
En 2016, McArthur fue entrevistado una segunda vez después de que un hombre defendiera que McArthur había intentado estrangularlo. Los investigadores no presentaron cargos. El agente que llevaba el caso, el Sargento Paul Gauthier, ahora enfrenta cargos por mala conducta profesional.
La ruptura en el caso vino en junio de 2017, cuando Kinsman, un canadiense activista blanco con vínculos estrechos con la comunidad desapareció. Para julio, se lanzó el Proyecto Prisma para investigar su desaparición y otro caso reciente.
Muchos en la comunidad dijeron que estaban convencidos de que un asesino en serie andaba suelto, una idea que la policía desestimó hasta un mes antes de que McArthur fuera capturado.
"Nosotros seguimos las pruebas, y las evidencias nos dicen que ese no es el caso ahora mismo" dijo a los reporteros el Jefe de la Policía de Toronto, Mark Saunders, en diciembre de 2017. "Las pruebas hoy nos dicen que no hay ningún asesino en serie".
Rae, el ex concejal de la ciudad, dijo que la resistencia a pensar que había un asesino en serie se debía a la necesidad de creer que la ciudad era un lugar seguro.
"Esto es parte de la cultura de Toronto y Canadá. Nosotros somos 'Toronto el bueno'. Eso no puede suceder aquí. Pero este tipo de crimen puede ocurrir aquí" dijo él.
En enero de 2018, la policía arrestó a McArthur por dos cargos de asesinato. Después de meses de tamizar los restos enterrados de una propiedad en la que él una vez trabajó, la policía lo acusó de ocho cargos de asesinato.
En el momento en el que se declaró culpable, uno de los detectives que ayudó a recabar evidencias de los crímenes de McArthur dijo que él esperaba que esto significara el final del caso para las familias. "La gente quería respuestas" dijo a los reporteros el detective David Dickinson. "Espero que le hayamos proporcionado esas respuestas".
La ciudad, a pesar de todo, no ha terminado con las preguntas. Un editorial reciente en el Toronto Star expresó esperanza de que un reporte independiente a las investigaciones pueda arrojar luz sobre si el sesgo sistémico pudo jugar un papel en cómo se manejaron las desapariciones.
"¿Por qué la policía parece no preocuparse más en serio por los problemas de la comunidad LGBTQ?" pregunta la publicación.
"¿Habría actuado más rápido y mejor la policía si las víctimas de McArthur no hubieran sido homosexuales o personas de color, sin hogar u adictos a la droga?" se lee en la editorial.
"Las respuestas a estas preguntas son las que la comunidad todavía necesita para cerrar realmente este caso".