Un sobreviviente del Holocausto llegó 4 minutos tarde a la sinagoga de Pittsburgh y logró escapar por segunda vez de la muerte

Por Isaac Stanley-Becker

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Judah Samet, de 80 años,
Judah Samet, de 80 años, fue un sobreviviente del Holocausto (Captura YouTube)

En dos ocasiones, Judah Samet casi ha tenido que pagar con su vida por ser judío.

Hace más de 70 años, escapó por poco de la muerte en el campo de concentración de Bergen-Belsen en Alemania. Nuevamente, el sábado, se enfrentó de cara a la muerte. No fue en su Hungría natal, donde el nacionalismo está resurgiendo, sino en el país donde encontró refugio después de la Segunda Guerra Mundial.

Samet, de 80 años, casi pierde la vida en el estacionamiento de la sinagoga de "El Árbol de la Vida" de Pittsburgh, su lugar de culto, cuando un hombre armado que "quería que todos los judíos murieran" mató a 11 personas durante los servicios religiosos matutinos. Fue el ataque más mortal contra los judíos en la historia de Estados Unidos.

"Sobreviví por segunda vez", decía en una entrevista. La pregunta que se le hizo repetidamente después del ataque era si los recuerdos del Holocausto habían aparecido ante sus ojos mientras veía cómo la violencia antisemita convulsionaba su hogar adoptivo. "Nunca se detiene", apostilló.

Los recuerdos del octogenario son particularmente notables a medida que surge más información sobre las víctimas de la masacre del sábado. Las edades oscilaron entre 54 y 97 años.

"Solía decir: 'No puedo mirar atrás'", relataba Samet. "Pero luego, hace unos siete u ocho años, miré a mi alrededor y me di cuenta de que la mayoría de los sobrevivientes tenían más de 90 años y que muy pronto no habría nadie más en Pittsburgh para hablar".

Judah Samet es un miembro
Judah Samet es un miembro muy activo de la sinagoga “El Árbol de la Vida” de Pittsburgh (Captura YouTube)

Samet, que es dueño de una joyería que heredó de su padre, ha sido miembro de la congregación conservadora durante 54 años. Durante cuatro décadas, fue un cantor a tiempo parcial, recitando oraciones y ayudando a dirigir la adoración.

El sábado por la mañana hizo lo que siempre hace en sábado: ir a la sinagoga. Los servicios comienzan a las 9:45. Sin embargo, esa mañana, él se retrasó.

"Estaba hablando con mi ama de llaves, que viene una vez a la semana", comentó en una conversación telefónica desde su apartamento, donde vive solo. Solo necesita unos minutos para llegar hasta su sinagoga en Squirrell Hill, el núcleo del Pittsburgh judío. "Llegué 4 minutos tarde. En lugar de las 9:45, llegué allí a las 9:49 o a las 9:50".

Esos cuatro minutos pudieron haber salvado su vida.

Entró en el estacionamiento y estaba llegando a un lugar para discapacitados cuando alguien tocó a su ventana. Un hombre vestido de negro le aconsejó que retrocediera con cuidado.

"Dijo que había un tiroteo dentro de la sinagoga", recordó Samet. Fue entonces cuando vio a un oficial agachado en el lado del pasajero, delante de su automóvil, sacando la cabeza por detrás de una barrera para disparar en la dirección opuesta.

"Quería ver a quién disparaba", relató Samet. El pistolero salió de dentro del edificio y "mantuvo un intercambio de balas con la policía, luego regresó y terminó el trabajo en mi sinagoga".

Escuchó tres o cuatro salvas antes de salir del estacionamiento y correr a casa. Puso la Fox, su cadena de televisión preferida. "Soy muy único, soy un republicano judío", explica.

Al ver un número de teléfono en la pantalla, llamó a los investigadores. Más tarde usaron su descripción del sospechoso en la televisión: alto, con pelo corto y vestido con jeans azules.

Samet se enorgullece de poder memorizar. Él puede recordar el nombre de un cliente que compró un anillo de compromiso hace 30 años. Y aún recuerda cómo los nazis disolvieron la vida judía cuando invadieron Hungría en 1944.

Nacido en Debrecen, la segunda ciudad más grande Hungría, tenía 6 años cuando la familia de seis se embarcó en un tren en dirección a Auschwitz. Pero la ruta fue bloqueada por combatientes de la resistencia eslovaca, que hicieron explotar los ferrocarriles en lo que entonces era Checoslovaquia. "Hungría no nos quería, así que nos llevaron a Austria", dijo.

Su familia estaba estacionada en un "enorme almacén de madera propiedad de un importante nazi austriaco", donde sus padres trabajaban de 12 a 14 horas al día, antes de que fueran redirigidos a Bergen-Belsen. Fueron retenidos allí durante más de 10 meses. Cumplió 7 años en el campamento.

"Básicamente soy una persona muy fuerte, y pasé por muchas cosas. Pero nada me derrotó", afirma.

Un estimado de 50.000 personas, incluida la popular Ana Frank, murieron en Bergen-Belsen, según el Museo Memorial del Holocausto de Estados Unidos. Antes de que el campamento fuera liberado por las fuerzas británicas en abril de 1945, la familia de Samet abordó un tren, junto a otros 2.500 judíos más, que iba al campamento de Theresienstadt. Fueron liberados por las tropas estadounidenses antes de que llegara a su destino.

"¡Americanos!", exclamó al padre de Samet, que estudiaba inglés, según un artículo publicado el año pasado en el Pittsburgh Tribune-Review. Su padre murió pronto a consecuencia de una fiebre tifoidea, mientras que el resto de la familia fue a París y luego a Marsella, en la costa sur de Francia, donde abordaron un barco a Israel. Allí, Samet terminó la escuela secundaria y entró en el ejército del país.

Se fue a vivir con un tío en Toronto en 1961, pero no le gustó el frío y se mudó a Nueva York, donde también tenía familia. En un bar en Long Island conoció a la mujer que se convertiría en su esposa, una maestra de Pittsburgh.

Ahora, la ciudad será un recordatorio de que la historia no termina. Habiendo vivido el Holocausto, dice, "es pensar que 'aquí vamos otra vez', ahora estamos a más de 70 años y vuelve a ocurrir".

(Los momentos posteriores a la masacre de la sinagoga)

Afirmó que temía que hubiera un aumento del antisemitismo y la prevalencia de grupos supremacistas blancos en el oeste de Pensilvania y Virginia Occidental, a pesar de que rara vez ha encontrado un prejuicio directo.

Al mismo tiempo, Samet desestimó la idea de que el presidente Donald Trump tiene la responsabilidad de incitar a la violencia antisemita. Él apoya al jefe del ejecutivo de Estados Unidos.

"No me enamoro de las personas, excepto de mi familia, pero amo lo que está haciendo", dijo Samet. "Nuestra economía es fantástica. Obama fue un idiota y odió a Israel". Fox le ha dado un megáfono a los comentaristas descontentos con la políticas de Estados Unidos hacia Israel bajo el mandato del ex presidente Barack Obama. "Obama apuñaló a Israel por la espalda", argumentaba una columna de Todd Starnes, un columnista conservador y presentador de radio que escribió recientemente que las mujeres que protestaban por la confirmación de Brett M. Kavanaugh ante la Corte Suprema eran "animales que gritaban" y que deberían estar "esposadas".

Samet también apuntó que no estaba preocupado por la declaración de Trump señalando que él era un "nacionalista", una etiqueta asociada con algunos de los peores crímenes del siglo XX. Entonces, también rechazó las objeciones a las críticas del presidente a los "globalistas", un lenguaje que históricamente ha codificado los prejuicios antijudíos, y su promoción de una teoría de la conspiración sobre George Soros, el filántropo judío liberal y un compañero húngaro y sobreviviente del Holocausto. Soros fue uno de los objetivos de los paquetes bomba de la semana pasada.

"¿Es él un nacionalista? Para mí, Estados Unidos es lo primero", dijo Samet. "Israel es importante, pero desde que he vivido aquí todo este tiempo, me he vuelto muy patriota".

Para Samet, el judaísmo es esencial, después de su familia. Y él ve la violencia como un anatema. "El odio no está en el ADN judío. Es decir, todos intentaron matarnos, destruirnos. ¿Podemos odiar a todos en todo el mundo? No, no odiamos", pronunció en un evento en abril cerca de Pittsburgh.

Pero también señaló que nunca podría perdonar a los alemanes: "Porque si perdono, estoy hablando por 6 millones de judíos".

Aunque no quiere perdonar, su fe lo ha ayudado a aceptar lo que le sucedió cuando era un niño. Al principio, culpó a Dios. Un conocimiento más profundo de la historia de Génesis, sin embargo, cambió su perspectiva.

Ahora, incluso mientras se lamenta por el asesinato de 11 judíos, se maravilla de que, otra vez, se salvara.

"Dios nos dio una opción, y elegimos tener libertad, que es una gran cosa. ¿Sabes cuál es el tamaño del universo? ¿Crees que somos sus únicos sujetos? Tal vez sobreviví este fin de semana gracias a Él".

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