Cuando el próximo mes de junio se inaugure el nuevo espacio de fósiles en el Museo Nacional de Historia Natural, se exhibirán cientos de los mejores ejemplares prehistóricos del Smithsonian, incluida la estrella recién adquirida del Cretácico superior.
Pero solo se exhibirá una pequeña fracción de los 40 millones de fósiles del museo.
"Estás cubriendo más de tres mil millones de años de historia de vida, y hay demasiadas cosas que puedes mostrar", señaló Hans-Dieter Sues, presidente del departamento de paleontología del museo.
Aquí está la historia de un dinosaurio misterioso que no paso el corte.
Primero, algunos detalles: no es un dinosaurio completo, solo es un cráneo de 1.8 metros de largo. El resto de las partes de su cuerpo, probablemente, fueron eliminadas por carroñeros o por otros elementos naturales durante los años transcurridos entre su muerte y su descubrimiento en el condado de Niobrara (Wyoming) en 1981.
Comía plantas, tenía dos cuernos sobre sus ojos y se parecía un Triceratops, aunque esta especie tenía una suave elevación en su hocico donde se supone que estaba el tercer cuerno.
Le pusieron tres nombres, cuatro si se cuenta el número del catálogo del museo, USNM 2412. Pero los paleontólogos no están del todo seguros de cómo llamarlo.
En 1905 fue denominado Diceratops Hatcheri. "Diceratops" significa cara de dos cuernos. "Hatcheri" es un guiño a John Bell Hatcher, el famoso cazador de fósiles que lo descubrió. Es la razón por la que este nombre ha perdurado durante más de un siglo.
En 2007, sin embargo, un autor ruso apuntó que el nombre de Diceratops ya se le había dado a un insecto en 1868. Dos animales no pueden compartir el mismo nombre, por lo que renombraron al dinosaurio como Nedoceratops, una etiqueta más bien mezquina que se traduce como "cara de cuernos insuficientes". Un año más tarde, un paleontólogo portugués que no había oído hablar del cambio de nombre propuso modificar un poco el original, a Diceratus. Algunas referencias ahora enumeran los tres apodos para que la gente no se confunda.
Todos esos nombres pueden ser superfluos porque la mayoría de los paleontólogos creen ahora que el cráneo no pertenecía a una especie diferente sino a un Triceratops común que, por enfermedad o mutación genética, tenía una nariz que simplemente no se parecía a las otras.
Además de una nariz con forma extraña, el cráneo de Rudolph tiene un volante perforado por tres agujeros asimétricos. Sues cree que podría haber sido causado por la misma patología atrofia del animal.
"El problema con los dinosaurios es que, a menudo, hay muy pocos especímenes", comentó Sues, por lo que se tienen algunas variaciones en su análisis. "Si los tuviera solo en forma de fósiles, podría tener un problema al ver que el cráneo de un pastor alemán y el cráneo de un bulldog francés son de la misma especie".
En 2009, dos científicos provocaron un revuelo en el campo de la paleontología cuando formularon una hipótesis de que el Triceratops era, en realidad, un Torosaurus juvenil, un comedor de plantas con cuernos de unos 9 metros de largo y con un peso de 6 toneladas, y que Rudolph podría haber sido un vínculo entre los dos (Otros científicos no estaban de acuerdo con eso).
No es solo el linaje de Rudolph lo que es intrigante, también lo es su descubrimiento, o más bien su descubridor.
Hatcher era un cazador de fósiles que primero trabajó para Othniel Charles Marsh, el primer profesor de paleontología de Yale (la rivalidad cada vez más maliciosa de Marsh con el paleontólogo Edward Drinker Cope de Filadelfia se hizo conocida como la "guerra de los huesos". Esta era una gran historia en su época, cuando la paleontología era una ciencia relativamente nueva y los hallazgos más espectaculares surgían en lo que literalmente era "El Salvaje Oeste").
Hatcher descubrió muchos fósiles de dinosaurios importantes, incluido el Torosaurus. También era conocido por su destreza como jugador de póquer, y una vez tuvo que depender de sus seis pistoleros para ayudarlo a escapar de un pueblo en Argentina después de un juego de cartas que dejó a algunos locales quebrados y enojados.
Según la descripción de Hatcher en el trabajo de referencia de 1907 The Ceratopsia, encontró a Rudolph sobresaliendo de arenisca, con la nariz hacia abajo y sin mandíbula inferior, en la misma formación rocosa general donde había encontrado al Torosaurus y muchos Triceratops.
Hatcher envió sus hallazgos fósiles, incluido el Rudolph, a la creciente colección de Marsh en Yale. Después de la muerte de Marsh en 1899, el cráneo llegó al Smithsonian entre cinco vagones llenos de fósiles que se convirtieron en la base de la actual colección de dinosaurios del museo.
Sues dijo que deberíamos sentir lástima por Rudolph, el Triceratops de nariz chata, que creció hasta convertirse en un adulto muy grande en un mundo donde los dinosaurios se comían a otros dinosaurios.
Y aunque su cráneo descansará entre el tesoro de fósiles en el piso de abajo del nuevo y sofisticado hall de fósiles, y este pieza podría haber recibido mejor trato que el Triceratops de cuernos convencionales que representará a esa especie para el público en general.