Tras el llamamiento para que el papa Francisco dimita, las divisiones dentro de la Iglesia católica se hacen visibles

Por Chico Harlan

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El Papa Francisco en una audiencia pública (AFP)
El Papa Francisco en una audiencia pública (AFP)

Dublín – Desde hace tiempo, el Papa Francisco ha enfrentado las críticas de los tradicionalistas, un grupo que incluye tanto a los académicos como a los cardenales, que dicen que la Iglesia está siguiendo voluntariamente los caprichos de la era moderna.

Gran parte de la disidencia se ha mantenido dentro de los muros del Vaticano en tanto que los opositores del Sumo Pontífice incrementaron sus esfuerzos para bloquear las reformas. Algunos líderes de alto rango de la Iglesia han cuestionado públicamente sus enseñanzas. Pero la oposición, que hierve a fuego lento, de repente estalló en todo el mundo católico, con un ex embajador del Vaticano acusando al Papa de encubrir el abuso sexual y exigiendo su renuncia.

Las acusaciones se realizaron en un carta de 7.000 palabras escrita por el arzobispo Carlo Maria Viganò que podría verse como un acto de valentía o desafío sin precedentes. De cualquier manera, arroja luz sobre el movimiento opositor, y particularmente su insistencia en que la homosexualidad dentro de la Iglesia –y la incapacidad del Papa Francisco para mantenerla a raya- es la culpable de la crisis de abuso sexual.

Los defensores del Papa observan que la carta fue publicada quizás en el punto más desafiante del papado de Francisco, cuando los escándalos de abuso en Estados Unidos, Chile, Australia y otros lugares están involucrando a miembros de la jerarquía eclesiástica.

"Estamos a un paso del cisma. Creo que hay una percepción entre los críticos del Papa de que hay vulnerabilidad tanto en el Papa como en el resto del Vaticano", señaló Michael Sean Winters, columnista del National Catholic Reporter.

El documento alega que el Santo Padre, así como su predecesor, el Papa Benedicto XVI, habían tenido constancia, desde hacia mucho tiempo, de las acusaciones de abuso contra Thedore McCarrick, que el mes pasado se convirtió en el primer cardenal en renunciar en casi un siglo. El Papa Francisco, preguntado por las acusaciones del domingo, no respondió directamente y dijo que el documento "habla por sí solo".

La crisis en la Iglesia católica ha destapado las divisiones que hay dentro de la propia jerarquía (Archivo)
La crisis en la Iglesia católica ha destapado las divisiones que hay dentro de la propia jerarquía (Archivo)
 

El autor, Viganò, un hombre de 77 años que lleva dos años jubilado, es descrito por sus conocidos como tímido y callado, pero durante mucho tiempo ha estado abogando por las causas derechistas. Durante la visita del Papa en Estados Unidos en 2015, orquestó una reunión entre el Sumo Pontífice y un conservador que desafió una orden federal para emitir licencias de matrimonios entre personas del mismo sexo. En Italia, este año, habló brevemente en una reunión de disidentes que incluyó al cardenal Raymond Burke, quizás la figura anti-Francisco más prominente.

"Todos los medios tradicionales se han hecho eco de la carta de Viganò, porque esa era la voz que estaban esperando", comentó Roberto de Mattei, presidente de la conservadora Fundación Lepanto y crítico del Papa. "Por fin ha hablado un obispo. Esto explica el consenso del mundo de los críticos. Viganò no era un líder del grupo, pero se unió a las voces críticas que ya existían", agregó.

El Papa Francisco ha utilizado los mensajes más inclusivos sobre los católicos homosexuales y divorciados en un momento en que la religión está perdiendo fuerza en todo el mundo occidental. Pero algunos conservadores sienten que Francisco, que no ha hecho cambios concretos en la enseñanza de la Iglesia sobre la homosexualidad o el papel de la mujer, corre el riesgo de deshacer la credibilidad de una religión basada en ideas y principios inmutables.

En la carta, Viganò entra en detalles sobre años de fallas para actuar dentro de la burocracia vaticana, y describe "consternación y tristeza por lo que está sucediendo". Él menciona "redes homosexuales" dentro de la Iglesia y cita a un académico que habla de tales redes como razón principal del abuso por parte del clero.

"Se debe denunciar el comportamiento homosexual", indicó Viganò.

Con su carta, el hombre se convirtió en el portador de la antorcha de la discusión, compartida entre un grupo de conservadores católicos, de que el abuso se debe a una sobreabundancia de sacerdotes con sentimientos homosexuales. Dicen que Francisco, que describe los abusos en términos de poder y narcisismo clerical, fundamentalmente malinterpreta el problema, poniendo en peligro la capacidad de la Iglesia para abordar los escándalos.

En una entrevista publicada recientemente por el periódico conservador italiano La Verità, Burke dijo que la "cultura homosexual" había encontrado "raíces dentro de la Iglesia y que podía estar conectada con el drama de abusos perpetrados contra los adolescentes y adultos jóvenes".

Esa visión tiene poco asidero en la corriente principal y ha sido descartada rotundamente por investigadores y otros expertos, que dicen que el abuso sexual es el resultado de una complicada combinación de factores que incluyen el secreto de la Iglesia, la capacitación y el desarrollo sexual de sacerdotes jóvenes y la profunda brecha de poder entre clérigos y jóvenes feligreses. Aquellos que quieren ver un cambio drástico en la Iglesia, a veces critican el requisito del celibato. Decenas de niñas también han sido víctimas, aunque con menos frecuencia que los niños.

"Mucho de esto tiene que ver con la homofobia", comentó el padre James Martin, un jesuita estadounidense que ha abogado porque la Iglesia dé la bienvenida a los miembros LGBT con más compasión. "Creo que están usando el abuso para apalear a los homosexuales".

Para los tradicionalistas, la invitación del Vaticano a Martin para hablar en Dublín en un evento del Encuentro Mundial de Familias fue una prueba de cómo Francisco está erosionando gradualmente las enseñanzas de la Iglesia sobre la sexualidad. Antes de que Francisco aterrizara en Dublín, un grupo de 400 disidentes se reunió durante dos días en un hotel para lo que un organizador llamó una reunión para promover "las auténticas enseñanzas de la Iglesia católica". Y en Madison (Wisconsin), respondiendo a la crisis de abuso sexual de la Iglesia, el obispo Robert Morlino escribió en una carta a los católicos de su diócesis que "es hora de admitir que hay una subcultura homosexual dentro de la jerarquía de la Iglesia católica".

La semana pasada, el Sumo Pontífice había publicado una carta a los católicos que reconocían los "crímenes" cometidos por la Iglesia. LifeSiteNews dijo que la carta enfrentaba críticas de "fieles católicos" por "ignorar el tema subyacente de la homosexualidad rampante en el clero". LifeSiteNews fue uno de los dos medios conservadores que publicaron la carta de Viganò.

Aunque el Papa Francisco no abordó directamente las afirmaciones de la carta, el domingo por la noche envió un mensaje a los reporteros que viajaban con él en el avión papal. Cuando un periodista le pregunto qué debería decirle un padre a un niño que es gay, el Papa respondió: "No condenen. Dialoguen. Entiendan".

"Nunca diré que el silencio es el remedio. Ignorar a un hijo o una hija con tendencias homosexuales es la falta de paternidad y maternidad. Eres mi hijo, eres mi hija… ¡Sea como seas! Soy tu padre, soy tu madre… ¡Hablemos!", dijo el Papa.

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