Las ranas arlequín (Atelopusvarious) y muchos otros anfibios de los exuberantes bosques de Panamá han sido afectados por un hongo que se ha desplazado por todo el globo terrestre. El patógeno asesino ataca ranas, sapos, salamandras y criaturas parecidas a gusanos llamadas "cecilias", y cuando llegó a Panamá a principios de este siglo, las ranas desaparecieron en aquellos arroyos donde una vez habían sido abundantes. Es por eso que, este año, la comunidad científica se dio cuenta de lo que había pasado cuando los investigadores anunciaron que algunas de las ranas desaparecidas volvían a aparecer.
Hay una explicación simple, potencialmente, para el aparente regreso: la evolución. Esta podría ser la selección natural ya que supone un ejemplo de supervivencia de las ranas más aptas.
Eso tendría implicaciones más allá de Panamá, más allá de las ranas y más allá de los anfibios. La biodiversidad del planeta está amenazada por la destrucción del hábitat, el cambio climático, la caza y la pesca, la propagación de especies invasoras y todas las otras formas en que siete mil millones de seres humanos alteran y degradan el medio ambiente. Los expertos advierten que estamos siendo testigos de un evento de extinción en masa, la primera muerte de ese tipo desde que un objeto del espacio hace 66 millones de años golpeó la Tierra y puso fin al largo reinado de los dinosaurios.
Nadie espera que la selección natural resuelva un problema tan masivo como la pérdida de biodiversidad, pero podría salvar algunos animales y plantas.
El resurgimiento de las ranas se dio a conocer en la revista Science por dos científicos, Jamie Voyles de la Universidad de Nevada en Reno y Corinne Richards-Zawacki de la Universidad de Pittsburgh, que habían trabajado en Panamá a principios de la década del 2000 en medio de abundantes especies de rana, solo para ver llegar el hongo y esencialmente destruir objetos de su investigación. El estudio publicado hace unos días concluyó que el hongo se originó en el este de Asia en la década de 1900 y apuntó a la expansión del comercio mundial y el mercado de mascotas exóticas como factores probables en la pandemia.
Voyles y Richards-Zawacki regresaron a Panamá en 2012 para rastrear el bosque en busca de ranas.
"Estábamos realmente en el barro, realizando largas caminatas, y bastante desanimados. Luego nos encontramos con un Adelopus amarillo y brillante sentado en una roca cubierta de musgo, luciendo saludable y feliz", comentó Voyles. Encontraron más ranas. Nueve especies en tres sitios diferentes mostraron signos de una recuperación de la muerte.
La suposición inicial de los investigadores fue que el hongo se había vuelto menos virulento. Esa es otra característica de la selección natural y la enfermedad: los patógenos más viciosos en la naturaleza, a menudo, evolucionan hacia formas más leves. Esa es una buena estrategia porque los patógenos que no exterminan a sus especies pueden vivir más tiempo y extenderse más ampliamente.
Los investigadores, sin embargo, descartaron esa hipótesis. Tomaron ranas no infectadas criadas en cautividad y las expusieron al hongo quitridio batrachochytrium dendrobatidis (Bd) obtenido y congelado a principios de siglo. También expusieron otras ranas al hongo aislado más recientemente. Cada lote de patógenos mató a las ranas infectadas a la misma velocidad.
Eso puso el foco en las ranas. Las ranas tienen una comunidad de bacterias y hongos que viven en su piel, y tal vez estos microbios han encontrado nuevas formas de matar o competir con el hongo mortal. Las ranas también secretan proteínas que combaten las infecciones, y ahí es donde la selección natural clásica podría estar mostrando su mano: las ranas con los mejores sistemas inmunes podrían haber sobrevivido mientras que las ranas menos resistentes fueron eliminadas de la población. Las pruebas de laboratorio mostraron que las ranas capturadas recientemente eran más resistentes al hongo que las ranas reproducidas de las poblaciones capturadas antes de que el hongo llegara a Panamá.
Cuando Voyles, Richards-Zawacki y sus colaboradores publicaron sus hallazgos escribieron que la "evolución en las defensas del huésped" (en referencia al animal expuesto a infecciones) podría explicar la aparente recuperación. No especificaron qué defensas exactamente. Enmarcaron su conclusión con cautela. Señalaron que no podían descartar que algunas ranas migraran hacia arriba desde las elevaciones más bajas, haciendo que pareciera que una parte de la población original sobreviviera, aunque dijeron que era poco probable. El título del artículo no afirmaba la causalidad, sino que se centraba en una parte de sus hallazgos: "Los cambios en la dinámica de la enfermedad en un conjunto de anfibios tropicales no se deben a la atenuación de patógenos".
Karen Lips, una bióloga de la Universidad de Maryland que ha estudiado anfibios en los mismos sitios en Panamá, dijo que es escéptica al señalar que la evolución podría haber venido al rescate de tantas ranas.
"Afirman que múltiples especies han desarrollado simultáneamente algún tipo de resistencia al patógeno, lo que es aún más improbable", apuntó.
Eso es ciencia en acción: los reclamos audaces se examinan de cerca. Y la naturaleza no es estática, predecible e inequívoca. Vale la pena señalar que los temas de la investigación son móviles. Muchas cosas están saltando por aquí.
Voyles y Richards-Zawacki son los primeros en admitir que no pueden decir cómo, exactamente, la resistencia al hongo Bd podría estar jugando al nivel de la rana individual. Y Voyles señala que el estudio está limitado geográficamente y no se puede usar para extrapolar una verdad amplia sobre un problema global.
"Este es solo un subconjunto muy pequeño de todas las especies en el área. No estamos viendo este rebote al por mayor en todas las especies de anfibios. Vemos algunas, un pequeño número, de especies que muestran este signo prometedor", comentó Voyles.
Mientras tanto, hay otras zonas de batalla en la lucha contra los hongos patógenos. Un hongo quitrido similar al Bd que mata a las salamandras ya ha arrasado Europa y amenaza con llegar a Estados Unidos, hogar de una enorme población de salamandras. El Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos, en 2016, ya prohibió la importación o el comercio interestatal de 201 especies de salamandras, pero los expertos han pedido nuevas restricciones en el comercio mundial de anfibios exóticos.
Los esfuerzos para combatir el hongo Bd en la naturaleza han tenido un éxito limitado. Uno de los pocos triunfos sucedió en la isla española de Mallorca, pero no fue un proceso elegante. Los científicos recuperaron renacuajos de estanques, drenaron los depósitos y trataron a estos animalitos con antifúngicos en el laboratorio. Cuando eso no fue suficiente para librar a la isla de Bd, trataron los estanques con poderosos desinfectantes.
Ese método de fuerza bruta e intensamente químico no puede funcionar al nivel de un bosque. Hasta el momento, no parece haber una solución de alta tecnología para la pandemia de Bd, según cuenta Brian Gratwicke, un biólogo del Smithsonian Conservation Biology Institute. Dijo que los investigadores han encontrado formas de matar el hongo en tubos de ensayo utilizando bacterias antimicóticas, pero los esfuerzos para transferir tales bacterias a la piel de las ranas no han tenido éxito en el laboratorio. Remarcó que manipular las bacterias que viven en los anfibios "va a tomar una mayor comprensión de la ecología microbiana de la piel".
En cualquier caso, los científicos no están dispuestos a retroceder y esperar que la selección natural salve el día.
"Si se extingue antes de que haya una oportunidad para que ocurra la selección natural, entonces será demasiado tarde", subrayó Gratwicke. "La extinción es para siempre".