Su cohete había estallado en una bola de fuego impresionante. La plataforma de lanzamiento de Cabo Cañaveral que SpaceX había construido desde cero estaba ahora en cenizas. Y Elon Musk estaba estupefacto.
Una semana después de la explosión, que tuvo lugar en septiembre de 2016, no se sabía qué fue lo que causó que el cohete acabara en mil pedazos justo antes de realizar una prueba de motor. Musk dijo en Twitter que la pérdida del cohete "resultó ser la más difícil y compleja falla que hemos tenido en 14 años".
En Internet, donde las teorías conspiratorias ya se estaban filtrando, algunos especulaban que la "otra cosa" era un proyectil, una bala o un OVNI. En Twitter se le preguntó a Musk sobre la posibilidad de que algo golpeara al cohete y el ejecutivo alimentó aún más las especulaciones al decir: "No hemos descartado eso".
Aunque no lo dijeron públicamente en ese momento, los investigadores de SpaceX estaban considerando seriamente el sabotaje, según dijo el directivo de la compañía, Gwynne Shotwell, cuando dio más detalles sobre la explosión.
"Literalmente pensamos que alguien había disparado contra el cohete", dijo Musk durante una entrevista en la sede de SpaceX en Hawthorne (California). "Encontramos cosas que parecían agujeros de bala, y calculamos que alguien con un rifle de alta potencia, si hubiera disparado al cohete en el lugar correcto, exactamente lo mismo habría sucedido", agregó al respecto.
SpaceX sabía que si alguien disparaba al cohete, necesitaría recolectar cualquier evidencia tan rápido como fuera posible. "Así que presionamos a la Fuerza Aérea y a la Administración Federal de Aviación para que recojan datos forenses", comentó Shotwell en ese momento. "Lo primero que debes hacer es pensar que se trata de una fuerza exterior, porque no podíamos imaginar cómo podría haber sucedido esto".
Los primeros indicios apuntaban a que algo causó que explotara una bombona de helio en el compartimento superior. En el sitio de prueba que tiene SpaceX en McGregor (Texas), los ingenieros intentaban replicar la explosión. Pero "nos estaba costando acabar con esas bombonas".
Entonces, obtuvieron un rifle "y acabamos con ella", comentó Shotwell.. "Era una prueba fácil de hacer. Es Texas, es cierto, todo el mundo tiene un arma y puedes hacer volar cosas", agregó al respecto.
Pero, ¿quién querría?
Aproximadamente dos semanas después de la explosión, un empleado de SpaceX apareció de repente en una instalación que uno de los principales rivales de la compañía tiene en Cabo Cañaveral.
Durante años, SpaceX había estado luchando contra United Launch Alliance (ULA), la empresa conjunta de Boeing y Lockheed Martin, sobre contratos lucrativos, por valor de cientos de millones de dólares, para lanzar satélites militares. Al principio, SpaceX fue descartado y no fue tomado en serio.
Pero SpaceX se había vuelto mucho más exitoso de lo que nadie había predicho jamás. También resolvió un pleito con la Fuerza Aérea, que le otorgó a la compañía el derecho de competir contra ULA. SpaceX ahora representa una seria amenaza.
El empleado de SpaceX que se presentó en las instalaciones de ULA tuvo otra petición: ¿Podría tener acceso al techo?
La razón, según explicaba e empleado, era que SpaceX tenía imágenes fijas de un video que parecía mostrar una sombra y luego una mancha blanca brillante, proveniente del techo. El edificio de ULA estaba a 1.5 kilómetros de la plataforma de lanzamiento y tenía una línea de visión clara.
ULA se mostró incrédulo y se negó a permitir que el empleado de SpaceX entrara al edificio. En cambio, llamó a los investigadores de la Fuerza Aérea, que inspeccionaron el techo y no encontraron nada extraño.
Tomó meses para que SpaceX completara su investigación sobre la causa de la explosión. Finalmente concluyó que había un problema con un recipiente a presión en el tanque de oxígeno líquido de la segunda tapa. La FAA descartó el sabotaje –por fusil o cualquier otro medio- como una causa, y otorgó a SpaceX una licencia de lanzamiento para que pudiera volver a volar.
Musk concluyó que SpaceX, no ULA ni cualquier otra persona, tenía la culpa. "Fue una herida autoinfligida", dijo en la entrevista. "Nos llevó mucho tiempo, pero pudimos volver a caer en el mismo error", apostillaba.
SpaceX volvió a volar a principios de 2017. Y luego, en febrero de ese año, tuvo un lanzamiento triunfal en su primer vuelo desde la plataforma de lanzamiento 39A del Centro Espacial Kennedy, el sitio que envió a la tripulación del Apollo11, Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins, a la Luna.
SpaceX siguió adelante, pero Musk se volvió más cauteloso. Incluso si había descartado el juego sucio, el incidente "nos alertó sobre el hecho de que el sabotaje era real, así que mejoramos la seguridad", dijo.
Unos meses más tarde, esa seguridad obtuvo una prueba.
Un equipo de CBS de The Late Show with Stephen Colbert, que estaba siendo escoltado por funcionarios de Boeing, se detuvo frente a las puertas de Space X y algunos empleados llamaron a los servicios de seguridad.
Fueron detenidos e interrogados. Después de mostrar su identificación, se les permitió que se fueran.