Las tasas de mortalidad por cáncer de seno disminuyeron casi un 40 por ciento entre 1989 y 2015, evitando así 322,600 muertes, según informó la Sociedad Estadounidense contra el Cáncer.
Las tasas de mortalidad a consecuencia de esta condición médica aumentaron un 0.4 por ciento cada año entre 1975 y 1989, de acuerdo a datos extraídos del estudio. Tras ese período, las tasas de mortalidad empezaron a disminuir rápidamente, con una caída del 39 por ciento, a nivel general, hasta el 2015. El informe, el último que se ha publicado para documentar la reducción a largo plazo de la mortalidad por cáncer de pecho, atribuyó esos datos tanto a las mejoras en los tratamientos como a la detección temprana mediante mamografías.
Deanna Attai, médico cirujana especialista en tratamientos de cáncer de la Universidad de California en Los Ángeles que no participó en el estudio, señaló que los avances en el tratamiento incluían regímenes de quimioterapia mucho mejores (desarrollados en la década de los ochenta y mejorados desde entonces) que se realizaban después de las cirugías para reducir el riesgo de que se pudiera volver a desarrollar la enfermedad. Otras mejoras incluyen el tamoxifeno, un elemento anti-estrógeno que fue aprobado a finales de los años setenta; también está el Herceptin, un medicamento utilizado para tratar tumores a un nivel mucho más alto de lo normal, entre otras muchas cosas.
Recientemente se han estado utilizando tratamientos mucho más sofisticados para tratar el cáncer.
A pesar de las buenas noticias, el costo de la enfermedad continúa siendo alto. El cáncer de seno es el cáncer más común diagnosticado en mujeres de Estados Unidos y es la segunda causa de muerte después del cáncer de pulmón. Se espera que unos 252,000 nuevos casos de cáncer de mama sean diagnosticados en Estados Unidos a lo largo de este año y se calcula que 40,600 mujeres mueran por culpa de esta enfermedad. Una mujer estadounidense tiene un riesgo del 12.4 por ciento (1 de cada 8) de ser diagnosticada con cáncer de este tipo.
Entre 2006 y 2015, según dice la investigación, las tasas de mortalidad disminuyeron en todos los grupos raciales y étnicos: blancos, no hispanos, negros no hispanos, asiáticos, isleños del Pacífico, hispanos, indios americanos, nativos de Alaska… Pero hubo algunas variaciones sustanciales en la mortalidad de los distintos grupos.
En 2015, la tasa de mortalidad en las mujeres negras diagnosticadas con esa condición fue un 39 por ciento mayor en comparación con las mujeres blancas. Aunque es una cifra alta, el realidad las cosas están mejorando. La disparidad entre blancos y negros surgió a partir de la década de los ochenta, lo que subraya que las mujeres negras no han sido partícipes de los avances de la detección y el tratamiento que sí se han beneficiado las mujeres blancas. El informe señala una razón: es que las mujeres negras no se han beneficiado tanto del desarrollo del tamoxifeno.
En 2015, en siete estados de la nación las tasas de mortalidad entre las mujeres blancas y negras fueron las mismas. Sin embargo, los analistas fueron muy cautelosos al interpretar estas estadísticas porque podrían haber muy pocos casos para sacar esas conclusiones. Sin embargo, los investigadores dijeron que confiaban que las mejoras en la reducción o la eliminación de la disparidad racial eran reales en, al menos, tres estados: Connecticut, Delaware y Massachusetts.
"Esto significa que hay luz al final del túnel", comenta Carol DeSantis, directora de investigación sobre el cáncer de mama y ginecología para la Sociedad del Cáncer además de autora principal del estudio. "Algunos estados están mostrando que pueden cerrar la brecha", apostilla.
Pese a eso, la disparidad entre blancos y negros "no es aceptable", tal y como defiende Lee Schwartzberg, oncólogo médico del West Cancer Center en Germantown (Tennessee). Según él, la brecha refleja factores sociales, económicos y biológicos que aún no se comprenden del todo, incluidos los seguros y el estado laboral. Además, las mujeres negras tienen el doble de probabilidades que las mujeres blancas de desarrollar el denominado cáncer de seno triple negativo, que puede ser mucho más difícil de tratar.
"Tenemos pacientes a los que se les diagnostica cáncer y tienen dificultades para hacer sus citas para las sesiones de radiación, todos los días durante cuatro o cinco semanas" porque no pueden ausentarse del trabajo, según dice el oncólogo.
La diferencia de las tasas de mortalidad entre las mujeres blancas y negras osciló entre el 20 por ciento en Nevada y el 66 por ciento en Louisiana, según datos extraídos del estudio.
La edad promedio de diagnóstico del cáncer de mama es a los 62 años.