Las compras online aumentaron y las ventas del Cyber Monday fueron fuertes, lo que supone una buena noticia para los empresarios enfocados al comercio electrónico. Pero estos comerciantes aún se enfrentan a un desafío importante: la protección contra las violaciones de datos, especialmente cuando se roba información de la tarjeta de crédito.
El fraude con tarjetas de crédito aumentó un 40 por ciento en 2016, según un informe, con un costo para los consumidores de aproximadamente USD 16,000 millones. Puede que nunca haya una forma garantizada de frustrar a los piratas informáticos, pero algunas nuevas empresas han presentado una solución para reducir, si no eliminar, el problema. ¿Su idea? Tarjetas de crédito desechables.
"Es una forma de enturbiar las aguas", comenta Boling Jiang, director ejecutivo de Pay-In-Privacy de Nueva York, en un artículo de Los Angeles Times. "Los estafadores obtienen estos números, pero son inútiles", remarca.
El concepto es simple. El servicio de Jiang permite a las personas generar tantas "tarjetas virtuales" como quieran, cada una con su propio número (hay 10 cuatrillones de posibles combinaciones de 16 dígitos) que están vinculadas a su cuenta bancaria. Cada tarjeta virtual viene con su propio código de seguridad y desencadenador de caducidad asignado por el usuario. Un desencadenador, por ejemplo, se puede configurar para que suene después de que la tarjeta se use una vez, o después de alcanzar cierta cantidad de dólares. O las tarjetas pueden ser dirigidas para su uso en un solo comerciante.
El concepto no es exactamente nuevo. Algunas instituciones financieras lo intentaron antes, pero no se comprometieron a seguir con esa práctica. Más recientemente, las tarjetas chip que usamos hoy incluyen una seguridad mejorada que se basa en la capacidad de generar un único token de usuario por cada transacción. Pero la función de seguridad es inútil para las compras en línea que muchos de nosotros estamos haciendo, a menos que estemos usando aplicaciones móviles de Apple, Google y PayPal.
La firma de Jiang compite en un abarrotado espacio de nuevas empresas que ofrecen sus servicios gratis a los consumidores y ganan dinero tomando un porcentaje de las tarifas de transacción generadas (recuerda: ayudan a las instituciones financieras a reducir sus costos de fraude). Muchas de estas compañías también emiten sus propias tarjetas de débito y pueden ganar intereses sobre los depósitos. Otra característica útil es que los productos, que se administran a través de aplicaciones móviles, permiten a los clientes cancelar suscripciones de forma individual simplemente desactivando una tarjeta virtual.
Algunos cuestionan si las tarjetas son necesarias, dado que las leyes federales prácticamente aíslan a los consumidores de cualquier responsabilidad causada por fraude. Las empresas responden que sí, porque sus productos brindan una solución valiosa al mayor problema creado por el fraude con tarjetas de crédito: nuestro tiempo. ¿Quién quiere lidiar con el agravante de reportar un incidente, cancelar tarjetas y obtener nuevas tarjetas emitidas? Yo no.