Nueva Delhi – Hace cinco años, la India se sorprendió por la brutal violación en grupo y el asesinato de un estudiante de medicina en Nueva Delhi. El gobierno prometió cambios e introdujo reformas legales y servicios de apoyo para ayudar a las víctimas de violencia sexual, incluidos los tribunales de vía rápida, los centros de crisis integrales para mujeres y las pautas para la atención médica y legal para las víctimas.
Sin embargo, un nuevo informe de Human Rights Watch reveló hace unas semanas que pocas cosas han cambiado. Las víctimas de violación y agresión sexual aún están sujetas a la humillación, la duda y la hostilidad cuando tratan de informar sus experiencias, además de las preguntas sobre su promiscuidad por parte de la policía, los médicos y los trabajadores legales.
El informe examina 21 casos, 10 de ellos con niñas menores de 18 años, y las entrevistadas hablaron sobre cómo la policía y los profesionales médicos cuestionaron el carácter moral de las víctimas y por qué estaban solas por la noche.
"Hay una constatación, un reconocimiento del gobierno de que este es un gran desafío", señala Jayshree Bajoria, autora del informe. La falta de aplicación y supervisión y una cultura de culpar a las víctimas, dice, significa que las mujeres en la India aún enfrentan dudas y vergüenza cuando se acercan al sistema de justicia penal.
Cuando se trata de relaciones de género, India sigue siendo una sociedad profundamente conservadora. En 2012, el año de la violación colectiva en Nueva Delhi, India fue clasificada por expertos en género como el peor lugar entre los países del G-20 para ser mujer.
Denunciar violaciones siempre ha sido tenso, con el estigma de la agresión sexual tan severo que cualquier intento se hace para mantenerlo en silencio o simplemente para culpar a la víctima.
Las actitudes conservadoras también siguen siendo generalizadas, incluso en los niveles más altos. Los comentarios de los políticos sobre las mujeres que lo piden por la forma en que se visten (como después de un asalto ampliamente publicitado contra las mujeres en las calles de Bangalore) son comunes.
Tal y como señaló la investigadora Madhumita Pandey después de entrevistar a 100 violadores convictos en cárceles indias, los hombres no eran atípicos sino más bien productos de la sociedad. "Son muy comunes. Lo que han hecho es por la crianza y el proceso de pensamiento", subraya.
El caso del estudiante de medicina en Nueva Delhi, sin embargo, ha desembocado en esfuerzos para cambiar esas actitudes y, además de las nuevas leyes, las protestas y manifestaciones de las mujeres son cada vez más frecuentes. Pero tal y como muestra el reciente informe de Human Rights Watch, todavía hay un largo camino por recorrer.
"Solo el acto de denunciar la violación no debe convertirse en una pesadilla. En muchos sentidos, esta es una advertencia temprana de que las buenas intenciones y las buenas políticas no están funcionando", apostilla Bajoria.