Una médico de 84 años pierde su licencia por negarse a usar la computadora

Por Marwa Eltagouri

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Además de una máquina de fax y un teléfono fijo, no hay mucha más tecnología en la oficina de la doctora Anna Konopka, de 84 años.

En cambio, los registros de sus pacientes están metidos en dos archivadores, que se almacenan en una pequeña oficina al lado de su casa de tablillas de 160 años de antigüedad en New London (New Hampshire). Los registros son meticulosamente escritos a mano. Konopka tiene una máquina de escribir, pero está rota, y las piezas ya han sido descontinuadas.

La medicina, en Estados Unidos, cada vez está más regulada y se espera que los médicos hagan sus registros electrónicamente. Hasta ahora, Konopka atendía a unos 25 pacientes a la semana: algunos tenían afecciones complicadas con dolor crónico, otros no tenían seguro. Konopka dice que veía a cualquiera que pudiera pagar USD 50 en efectivo.

Pero ya no puede hacerlo.

La médico dijo que, en septiembre, fue obligada a entregar su licencia médica después de que funcionarios de la Junta de Medicina de New Hampshire desafiaran su mantenimiento de registros, prácticas de prescripción y toma de decisiones médicas, de acuerdo con documentos judiciales. Ella está acusada específicamente de no dar los niveles de dosificación pertinentes de un medicamento a los padres de una niña y no tratarla con esteroides inhalados a diario.

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Konopka dijo que la madre de la niña ignoró sus instrucciones.

La ley estatal impide que la junte divulgue o discuta detalles adicionales sobre su investigación, ahora cerrada por las denuncias contra Konopka, según un miembro de la junta de New Hampshire. Después de que Konopka entregara su licencia, el subcomité de revisión médica recibió denuncias adicionales contra ella, de acuerdo con los documentos judiciales.

Konopka se pregunta si su licencia fue retirada, en parte, debido su incapacidad y falta de voluntad para usar la tecnología para diagnosticar a sus pacientes o por no registrar las prescripción médica de sus pacientes como parte del programa obligatorio de monitoreo electrónico de medicamentos de New Hampshire. El programa, que entró en vigor en 2014, forma parte de un esfuerzo para reducir las sobredosis de opiáceos.

En 2015, más de 16,000 personas murieron por sobredosis de opiáceos recetados, incluida la metadona, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. Todos los estados, excepto Missouri, han creado un programa de control de medicamentos recetados, y la mayoría de esos sistemas exigen algún tipo de acción por parte de los prescriptores.

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New Hampshire tiene una de las tasas más altas del país de muertes por sobredosis de drogas, de acuerdo con el CDC.

Konopka, que era una médico con licencia desde hacía 55 años, insiste en que a los pacientes con analgésicos recetados siempre se les administró pequeñas dosis. Según ella, si no fuera por sus recetas, sentirían un dolor constante.

"El sistema (electrónico) en este momento, con esta guerra de opiáceos, no tiene sentido con lo que están haciendo. Los burócratas, que no conocen medicina, están convencidos de que pueden manejar este tipo de dolor sin narcóticos", comenta.

"Prescribo una pequeña cantidad de OxyContin y están muy bien… pueden funcionar, y, de lo contrario, muchos de ellos padecerían durante muchos años. Están empleados parcialmente o tienen un empleo completo y tienen una vida diaria normal", agrega.

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En los últimos tiempos, los médicos han sido alentados a obtener una mejor preparación en la prescripción de opiáceos. En julio, el gobierno informó que el número de recetas de opiáceos por proveedores de servicios de salud disminuyó entre 2012 y 2015. Es un indicador de progreso, dijeron los funcionarios, para frenar la peor epidemia de drogas en la historia de Estados Unidos.

Konopka nació en Rzeszow (Polonia) en 1933, a unos 100 kilómetros al norte de Eslovaquia y a la misma distancia al oeste de Ucrania. Ella trató de asistir a la escuela de medicina bajo el régimen de Joseph Stallin, pero fue incluida en la lista negra, según ella, por su falta de voluntad para unirse al Partido Comunista. Finalmente fue aceptada en la escuela de medicina a mediados de los cincuenta, después de la muerte de Stalin.

Ella emigró a Estados Unidos en 1961 y obtuvo su licencia para practicar después de varios exámenes de escritura y residencias. Ella comenzó a ver pacientes en el Hospital de Santa Catalina en Brooklyn, y abrió su consulta privada en New London hace 28 años.

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Las quejas sobre las prácticas de prescripción de Konopka comenzaron en 2014, a causa de las "mentiras" de otros médicos. Luego se presentó una denuncia sobre el tratamiento de una niña de 7 años que había visto a Konopka por problemas de asma desde que tenía 18 meses. Ella dijo que la niña acudió a la consulta con taquicardias, una afección en la que el corazón late demasiado rápido. Konopka pensó que eso era un efecto secundario de la medicación para el asma de la niña, por lo que le recetó un medicamento diferente.

Al revocar la licencia médica, los funcionarios de la Junta de Medicina de New Hampshire dijeron que Konopka no confirmó el diagnóstico de la niña con exámenes de seguimiento adicionales ni remitió a la niña a un cardiólogo, según documentos judiciales.

"No mando a mis pacientes a otros médicos. Yo lo trato todo. Tengo suficiente experiencia y puedo tratar cualquier enfermedad", comenta ella, que agrega que buscaría la ayuda de otros médicos si tiene la necesidad de hacerlo.

Señala que la medicina moderna alienta a los médicos a usar registros electrónicos para diagnosticar a los pacientes de posibles dolencias. Pero ella subraya que no quiere aprender cómo hacerlo, ya que siente que tiene la experiencia suficiente para diagnosticar a un paciente examinándolos y hablando con ellos.

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"Incluso si supiera cómo usar (el sistema electrónico), no estaría dispuesta. No puedo comprometer la salud o la vida del paciente en un sistema. Me rehúso a hacerlo", asegura.

Si bien la investigación muestra que los sistemas electrónicos, especialmente cuando se ordenan, son eficaces, los médicos se han quejado del tiempo que lleva registrar la información en una base de datos cuando ya están agobiados por los requisitos del papeleo.

Konopka está luchando por recuperar su licencia, que acordó entregar voluntariamiente en septiembre después de que le dijeran que era la mejor opción para sus pacientes. Si se rendía voluntariamente, hubiese tenido hasta el 13 de octubre para concluir su práctica al tiempo que luchaba por recuperarla. Cerca de sus 30 pacientes han escrito cartas de apoyo en su nombre.

"Es una situación muy incómoda, pero hay que encontrar un nuevo médico y es una carrera de ratas", comenta uno de los pacientes de Konopka, Stanley Wright, a The Associated Press. Él acudió a la consulta de la doctora por un dolor de espalda crónico. "El médico que tenía antes me estaba medicando en exceso, y ella me daba muchas hierbas. Desde entonces estaba mucho mejor pero, ahora, he vuelto a empeorar. No sé qué hacer", se lamentaba.

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El 15 de noviembre, el juez de la Corte Superior de Merrimack, John Kissinger, desestimó el caso de Konopka para recuperar su licencia.

"Está claro para la corte que la Dra. Konopka ha dedicado su carrera a ayudar a las personas en su práctica médica y tiene un compromiso genuino para atender las necesidades de aquellos que no pueden pagar la atención médica en otro lado", dijo Kissinger en su fallo. "Su motivación para buscar un mandato que le permita seguir practicando proviene de un deseo sincero de ayudar a sus pacientes".

Permitir que Konopka continúe con su práctica médica, sin embargo, sería inapropiado e "ignoraría el proceso establecido por la legislatura para regular la práctica de la medicina en este estado", escribió Kissinger.

 
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