Una transición energética está en marcha.
El sol y el viento tienen mucho que ver. Los vehículos eléctricos son cada vez más comunes. Mientras tanto, los políticos están lidiando con la combinación correcta de políticas para pagar por todo.
La conferencia Bloomberg New Energy Finance (BNEF por sus siglas en inglés), sobre el futuro de la energía en Asia reunió a ejecutivos de la industria, legisladores y banqueros para abordar algunas de las grandes cuestiones relacionadas con la energía.
"El pasado nos da una lección muy clara, y es que hemos subestimado el ritmo de la transición energética", advirtió el analista de BNEF, Kobad Bhavnagri, durante el arranque de la conferencia en Shanghai.
Estos son algunos de los aspectos más destacados de las presentaciones:
Los vehículos eléctricos llegaron para quedarse: este tipo de autos se han convertido en un elemento clave de la transición energética.
BNEF espera 530 millones de vehículos eléctricos en la carretera para 2040. Además, el investigador espera más autobuses y camiones eléctricos, ya que ese segmento del mercado del transporte se vuelve más atractivo para la electrificación.
Las implicaciones para el petróleo son significativas, y se espera que los autos eléctricos desplacen 8 millones de barriles diarios de demanda de petróleo para 2040. Mientras tanto, China no solo está interesada en los autos eléctricos para el mercado interno sino que la nación más poblada del mundo aspira a convertirse en una automotriz competitiva a nivel mundial para la década de 2020 poniendo en marcha la última tecnología de EV (vehículo eléctrico).
A largo plazo, los vehículos eléctricos probablemente representarán el 8 por ciento de las ventas totales de vehículos en 2025, el 24 por ciento en 2030 y el 54 por ciento en 2040, según la BNEF.
"La interrupción vendrá muy rápido debido a las economías de escala", según Tomas Kaberger, presidente de la junta ejecutiva del Instituto de Energías Renovables en Tokio.
¿Iteración o innovación? La tecnología es siempre un tema de conversación en los círculos energéticos, especialmente entre algunos economistas y legisladores de la energía que dicen que se necesitan avances espectaculares para lograr la reducción de las emisiones necesarias para evitar el peor impacto del calentamiento global.
Pero no esperes ningún gran desarrollo en el futuro inminente. Más bien, las tecnologías de energía limpia como la solar y la eólica continuarán cosechando ganancias al hacerse más baratas y más eficientes, o en el caso de las baterías, capaces de almacenar más energía en la misma cantidad de espacio.
"Vamos a ver un aprendizaje continuo basado en la industria que reducirá los costos", comenta Kaberger.
Otros ven la necesidad de un mayor salto tecnológico.
"Tenemos que ver emisiones negativas", remarcó Yukari Yamashita, un miembro de la junta y director de datos energéticos del Instituto de Economía Energética de Japón, que ve la necesidad de nuevas tecnologías, como la energía solar basada en el espacio, para cerrar la brecha.
El almacenamiento es clave: los costos de la batería están bajando y las densidades de energía están aumentando. Los precios de las baterías cayeron alrededor del 22 por ciento entre 2010 y 2016, según BNEF. A su vez, los fabricantes de baterías están aumentando la capacidad, una buena noticia para Asia, donde se centra la mayor parte del desarrollo de la capacidad de la batería.
"La economía de escala realmente importa aquí", remarcó el analista de la BNEF Colin McKerracher.
El liderazgo de Asia está a punto de crecer aún más. Contemporary Amperez Technology Co. planea recaudar hasta USD 198,000 millones a través de una oferta pública inicial en Shenzhen, lo que permite al fabricante chino de baterías de vehículos eléctricos ampliar su capacidad para convertirlo en el mayor fabricante de baterías de iones de litio del mundo de acuerdo a las estimaciones de BNEF.
Japón no está siendo inactivo. El almacenamiento basado en baterías diseñado para ayudar a integrar la energía renovable en la nación pobre en recursos aumentará casi siete veces, a más de 1.5 gigavatios/hora de capacidad de cara al 2020 desde los niveles de 2016, según un reciente informe de investigación de BNEF.
El Gas Natural Licuado (GNL) seguirá en la fórmula: el gas todavía tiene un papel importante que desempeñar en la transición energética, y se espera que China, Japón y Corea del Sur representen un aumento significativo en la demanda para 2030. Del lado de la oferta, América del Norte y Australia se han establecido para jugar un papel aún más grande.
El GNL jugará un papel crucial en la combinación energética durante un tiempo, especialmente cuando otras fuentes fallen, según el analista de BNEF Ashish Sethia, quien señala que el almacenamiento flotante y la regasificación se están utilizando de forma más global.
En septiembre, la BNEF publicó una perspectiva que mostraba que la demanda de GNL estaba creciendo a un ritmo más rápido desde 2011, reduciendo así su pronóstico anterior de una sobreoferta de combustible.
"El GNL será una gran parte del rompecabezas, especialmente cuando se trata de aceleración", comentó el consejero delegado de BNEF, Jon Moore. "Somos muy optimistas sobre el gas y vamos a estar cubriendo esto y mucho más", agregó al respecto.
Pero la transición no será fácil: el impulso está claramente a favor de más energías renovables, ya sean eólicas, solares, de biomasa o alguna otra tecnología similar. Pero los desafíos permanecen.
En el mercado de EV, por ejemplo, la escasez de infraestructura de carga, los cambios de política que apoyan menos a los EV o la desaceleración de los precios de las baterías de iones de litio podrían conspirar para frenar el avance.
La caída de los precios de las energías renovables impulsará una mayor aceptación por parte de los consumidores, aunque eso traerá sus propios problemas, según los asistentes a la cumbre. Los contribuyentes tendrán que recuperar la cuenta del costo del capital obsoleto de energía que está siendo socavado por las energías renovables, según advirtió Kaberger.
La transición a las energías renovables será más fácil si los políticos no intentan proteger a los generadores de energía tradicionales de la competencia. "Es posible que los contribuyentes no quieran soportar el costo de la energía vieja", finalizó al respecto.