“Chavela” pinta el retrato de una artista solitaria sin develar detalles de su misteriosa vida

Por Mark Jenkins (Especial para The Washington Post)

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(Wikimedia)
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En la cima de su popularidad, durante la década de los cincuenta, la cantante mexicana Chavela Vargas solía llevar pantalones y un poncho mientras, con su peculiar voz ronca, cantaba baladas de amor perdido para las mujeres. Sin embargo, ella no anunció que era lesbiana hasta el año 2000, cuando tenía 81 años, después de una producción del director de cine Pedro Almodóvar. En el medio, tal y como relata el documental Chavela, Vargas pasó varios años en la oscuridad musical y la angustia personal.

Isabel Vargas Lizano nació en Costa Rica. Sus compasivos padres estaban avergonzados de su hija. Así que ella se escapó a la Ciudad de México para empezar a cantar por las calles, como hizo Edith Piaf en París. En cuanto al estilo de la "canción ranchera", Vargas se hizo famosa por sus interpretaciones de las canciones de amor de José Alfredo Jiménez, interpretadas sin alterar los pronombres femeninos.

Ella no estaba haciendo una declaración de intenciones con su atuendo, tal y como admitió durante una entrevista en 1991, cuya conversación se convierte en la pieza central de la película de Catherine Gund y Daresha Kyi. Fue solo que, tal y como ella explicaba, "vestida como una mujer, parecía una travesti".

Fue una auténtica estrella en los escenarios de cabaret y obtuvo una mayor popularidad en la gran pantalla haciendo papeles de "macha". Pese a eso, Vargas también era conocida por ser una gran seductora. Entre sus amantes estaban la pintora Frida Kahlo y Ava Gardner, una de las notables de Hollywood que disfrutaron de la privacidad que ofrecía Acapulco.

Vargas era conocida por seducir a las esposas de hombres poderosos. Se dice que una vez fue incluida en la lista negra por un ejecutivo de música cuya novia fue seducida por la cantante. Pero la causa de su eventual caída podría ser más simple que todo eso: el tequila.

A finales de la década de los setenta, Vargas, que se había convertido en una alcohólica empobrecida, dejó el negocio de la música durante unos 15 años y se fue a vivir a un pequeño pueblo rural. La cantante dijo que fueron los chamanes locales los que le ayudaron a disipar su adicción, pero una ex amante, la abogada Alicia Pérez Duarte, defendió que fue su ultimátum lo que hizo que la cantante dejara de beber.

(Flickr)
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La androginia y la dramaturgia de Vargas cautivaron a Almodóvar, que conoció a su ídolo cuando ella hizo su primer viaje a Madrid, en 1992, y luego la ayudó a cumplir el sueño de actuar en París. "Ella era como una sacerdotisa. Ella te absolvía de tus pecados. Luego te animaba a cometerlos de nuevo", confesaba el cineasta.

La artista acababa de regresar a la actuación cuando aceptó la entrevista con Gund, en 1991, y en ese momento no había ninguna intención de hacer una película. Fue solo después de su muerte, a los 93 años, en 2012, cuando Gund reclutó a Kyi para hacer este largometraje junto a documentos audiovisuales, archivos y fotografías, además de entrevistas con figuras tan importantes como Pérez Duarte y Almodóvar.

El resultado es una sólida biografía convencional. En el toque más artístico, las letras en inglés caen en la pantalla mientras Vargas canta la pérdida y la soledad. Los sentimientos que expresa la vocalista parecen más verdaderos que los detalles biográficos que Gund y Kyi han reunido en esta producción. Quizás sea apropiado que "Chavela" deje a su solitario sujeto como un misterio.

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