Esta firma de Silicon Valley quiere reemplazar abogados por robots

Por Elizabeth Dwoskin

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Una sesión de trabajo entre el ingeniero Dan Rhodes y el experto paralegal Julie Gleason en la sede Atrium en San Francisco (Cortesía de Atrium / The Washington Post).
Una sesión de trabajo entre el ingeniero Dan Rhodes y el experto paralegal Julie Gleason en la sede Atrium en San Francisco (Cortesía de Atrium / The Washington Post).

La próxima aplicación que se haga en Silicon Valley quizás no tenga nada que ver con algo parecido a un chat con video. Tampoco es probable que sea un servicio bajo demanda, como Instacart o Uber.

Pero tal vez podría ser –y no es broma- un bufete de abogados.

Esa es la ambición de Justin Kan, un serio y reputado empresario que sabe mucho sobre las start-ups. Kan, de 34 años, ideó el videojuego Twitch, que vendió a Amazon por casi USD 1,000 millones en 2014. Después de eso, ayudó a lanzar cientos de compañías como socio en la incubadora Y-Combinator.

La puesta en marcha de la tecnología de Kan, Atrium, se ha posicionado como un bufete de abogados y ha sido el primero en hacerlo en esa región californiana. Es inusual, sobretodo en una zona donde es habitual romper con las reglas y donde los abogados están entre las últimas personas en contratar por parte de los fundadores de una nueva compañía.

De izquierda a derecha, los fundadores de Atrium: Augie Rakow, from left, BeBe Chueh, Chris Smoak y Justin Kan. (Cortesía de Atrium / The Washington Post)
De izquierda a derecha, los fundadores de Atrium: Augie Rakow, from left, BeBe Chueh, Chris Smoak y Justin Kan. (Cortesía de Atrium / The Washington Post)

Caminando por las elegantes oficinas de Atrium, donde trabajan 34 personas en el distrito del diseño de San Francisco, uno tiene la sensación de que está entrando en el prototipo de un bufete del futuro. En él, los abogados y los asistentes legales, con camisetas y pantalones vaqueros, están sentados en una sala diáfana.

Durante todo el día, los abogados asisten las preguntas de una lista de clientes que buscan ejecutar tareas legales, tales como la recaudación de fondos de capital riesgo y la emisión de opciones sobre acciones a los empleados. Los ingenieros observan atentamente esos procesos y de ahí se extrae la información de las conversaciones y los documentos intercambiados. Lo que están haciendo es tratar de construir una tecnología que automatice el trabajo y reemplace las funciones que los seres humanos están haciendo.

O, tal y como lo plantean Kan y sus cofundadores, lo que quieren crear es un bufete de abogados lleno de tecnología, que puedan ofrecer servicios más eficientes en una plataforma legal transparente.

El polo tecnológico de California está más dominado por varones que industrias como las finanzas y los medios.
El polo tecnológico de California está más dominado por varones que industrias como las finanzas y los medios.

En los últimos dos años, las herramientas de automatización e inteligencia artificial se han sofisticado hasta tal punto que ha llegado a afectar el trabajo profesional. Asistentes administrativos y financieros se han convertido en los objetivos de este software. McKinsey estima que el 35 por ciento de todas las tareas profesionales pueden ser automatizadas. Recientemente, JP Morgan organizó un ejército de desarrolladores para construir un software capaz de hacer, en pocos segundos, lo que antes comportaba 360,000 horas (cuando se requería la implicación humana en el proceso).

La tensión que rodea cada debate acerca de la inteligencia artificial se hace patente cuando se habla acerca de si estas tecnologías acabarán sustituyendo los puestos de trabajo en un momento en que los trabajadores se están enfrentando a su propia obsolescencia. Los investigadores dicen que estas herramientas, con el tiempo, reducirán el número de trabajadores en muchas profesiones y aumentarán las capacidades de los que se queden en las compañías.

No hay que alarmarse, todavía. El trabajo de Kan está en una fase inicial. En estos momentos está contratando abogados y no los está convirtiendo en profesionales obsoletos. La oficina cuenta con seis abogados y otros tantos paralegales e ingenieros. Dos de sus tres cofundadores, Augie Rakow y Bebe Chueh, son abogados (el otro, Chris Smoak, es ingeniero y empresario).

(Flickr)
(Flickr)

Kan explica que se sintió atraído por la idea de la frustración entorno a una industria arcaica con la que tuvo que trabajar continuamente durante su experiencia fundando y vendiendo start-ups.

"He recaudado dinero, he hecho fusiones, he sido demandado y, sin embargo, cada vez, las cuentas se acumulaban y no tenía una idea clara de lo que estaba pagando", lamenta. "En Silicon Valley queremos que todo sea transparente", apunta durante una entrevista.

Una de las características más innovadoras de Atrium es su modelo de precios. La firma no cobra por hora, como lo hacen la mayoría de los bufetes corporativos. En su lugar, Atrium estima la cantidad de trabajo que espera hacer para cada cliente y cobra una tarifa mensual única sin importar las horas trabajadas.

Hasta el momento, según fuentes de la compañía, ha ayudado a sus clientes a recaudar USD 94 millones.

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