Un clima inusual en el suroeste de Estados Unidos podría causar la escasez de ensalada. Pero eso es solo la punta del iceberg (de la lechuga): Los científicos aseguran que este clima extraño, seguramente, está provocado por el cambio climático, y ese tipo de fenómenos pueden volver a ocurrir.
La escasez, de la que habló la Radio Nacional Pública (NPR, por sus siglas en inglés) por primera vez, es el resultado de dos fenómenos aislados en el condado de Yuma (Arizona) y el valle de Salinas (California), donde se produce la mayor parte de la cosecha verde. En Yuma, el cultivo de lechuga, que por lo general se extiende entre noviembre y abril, terminó relativamente pronto a causa de un clima muy cálido. En el centro de California, donde se continúa la cosecha una vez que termina en Yuma, las precipitaciones retrasaron el cultivo.
Esta situación supondría un problema con los suministros de lechuga, según George Frisvold, economista agrícola de la Universidad de Arizona. Jonathan Overpeck, director del Instituto de Medio Ambiente de la misma universidad, afirma en ese sentido que debemos culparnos a nosotros, los humanos, por la gran escasez de ensaladas.
"Hay un antiguo proverbio que dice que en la ciencia del clima nada se puede atribuir a las causas humanas", señala. "Eso ya no es verdad porque ahora se ha afirmado que los seres humanos alteran el sistema climático global. Por tanto, cualquier cosa relacionada con el aumento de la temperatura seguramente tiene que ver con la acción humana", apostilla.
Las altas temperaturas en Yuma y las lluvias en Salinas tienen relación con el calor atmosférico. El caso de Yuma es bastante obvio: las temperaturas en el suroeste han aumentado en los últimos cien años, y este invierno no fue diferente. Según el Servicio Meteorológico Nacional de Estados Unidos, la temperatura media de febrero fue dos grados más caliente que el promedio registrado en las últimas décadas.
En Salinas la situación es un poco más compleja. La región ha registrado un número inusual de tormentas llamadas atmospheric rivers (ríos atmosféricos) o pineapple Express (piñas rápidas). Estos fenómenos descargan grandes lluvias en la costa del Pacífico y alrededor de las islas hawaianas. Según el científico, aún no está claro si el cambio climático tiene un papel decisivo en el aumento de los ríos atmosféricos. Las últimas investigaciones señalan que se necesitan más datos para confirmarlo.
Según el Censo de Agricultura de 2012, el condado de Yuma cuenta con una superfície de 280 kilómetros cuadrados, mientras que el condado de Monterey, donde está el valle de Salinas, tiene 542. En 2015, la cosecha de Salinas fue valorada en más de USD 1.65 billones.
En ambas regiones se cultivan, principalmente, hojas de lechuga y espinacas.
Este tipo de situaciones no se limitan únicamente a la lechuga y a Estados Unidos. Gran Breataña, por ejemplo, sufrió una escasez bastante severa de la lechuga, el calabacín, el brócoli y el repollo, provocada por el clima extremo en el "contenedor de la ensalada" de Europa: España.
Más cerca, los agricultores del noroeste y medio oeste han mostrado su preocupación por las temperaturas tan altas que podrían afectar los cultivos de manzanas, cerezas, ciruelas y uvas, ya que se podrían desarrollar muy pronto. The Progressive Farmer (El agricultor progresista) alertó que las altas temperaturas registradas en Kansas y Oklahoma podrían poner en la misma situación el cultivo del trigo, además de exponerlo a plagas y otro tipo de enfermedades causadas por el clima cálido.
En 2012, se perdieron más de USD 220 millones en cosechas de cerezo debido a las altas temperaturas de invierno. En ese mismo año, las altas temperaturas nocturnas también afectaron al rendimiento de la cosecha de maíz.
La Auditoría Nacional del Clima de Estados Unidos estimó que, a finales de este siglo, California y Arizona tendrán unas 70 noches más cálidas al año y de 12 a 15 días adicionales sin lluvia.
"Los impactos del cambio climático sobre la agricultura tendrán consecuencias para la seguridad alimentaria, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo", concluye el informe.
Ante esta terrible predicción, unas semanas sin lechuga no suena tan mal. Frisvold advierte, sin embargo, que un aumento de precios sería solamente a corto plazo y que, de momento, no se ha materializado.
Pero vale la pena estar atento porque pueden pasar cosas con la ensalada.
"Cada agricultor está notando el calentamiento y, aunque no podemos decir qué porcentaje se debe a los seres humanos, lo cierto es que las personas están poniendo su pie en el acelerador", manifiesta.