Cómo un juguete sexual ayuda a los científicos a estudiar las tortugas

Imagínate estar dentro de un pantano, lleno de suciedad, en el sureste de Oklahoma. Se siente un ambiente húmedo y se escucha un ruido constante que ocupa el ambiente. Este zumbido no proviene de insectos ni de una serpiente de cascabel de mal humor.

Se trata del sonido de un juguete sexual de casi 18 centímetros de largo que se le está introduciendo en los genitales de una tortuga occidental. Todo eso forma parte de la ciencia.

En verano de 2014, Donald McKnight, un herpetólogo de la Universidad Estatal de Missouri, probó un nuevo método no invasivo para averiguar si las tortugas son masculinas o femeninas.

Puede sonar inútil pero los reptiles, en realidad, suelen llevar en secreto su género. Todas sus partes más relevantes están ocultas dentro de un orificio conocido como "cloaca", a través de los cuales los científicos conocen algunas características como la forma del caparazón, el tamaño de la cola, la longitud de sus garras y el color de sus ojos. El problema es que estos indicadores no siempre son muy claros y, a veces, una tortuga parecerá que es "niño" cuando en realidad es una "niña".

A falta de señales externas, los científicos podrían optar por medir los niveles de testosterona de la tortuga mediante la extracción de sangre o mediante la realización de una cloacoscopia. Esta práctica consiste en la inserción de una pequeña cámara telescópica en la cloaca. Estos métodos son comprensiblemente agobiantes para los reptiles ya que requiere mucho tiempo y son muy difíciles de realizar en el campo.

Esta situación nos lleva a probar los vibradores.

Algunos estudios anteriores han revelado que las tortugas, normalmente, suelen mostrar sus penes si los agitas un poco hacia arriba y abajo. Las tortugas marinas del río Cotinga son conocidas por "revelarse" después de que sus cuellos y sus extremidades hayan sido inmovilizados. Los científicos también han utilizado una técnica llamada "electroeyaculación" para persuadir al animal para provocar la erección y, finalmente, llegar hasta la eyaculación. Esas labores de trabajo se llevan a cabo con el objetivo de reproducir más tortugas de aquellas especies que están en peligro de extinción a través de la inseminación artificial.

En el estudio, McKnight observó que un poco de estimulación con vibradores sexuales era suficiente para que la mayoría de las tortugas macho mostraran sus penes. Sin embargo, esto no es tan fácil como podría parecer. Algunas especies, como las tortugas de caparazón blando, respondieron de forma rápida y agresiva a cualquier tipo de vibración en el interior o alrededor de sus colas. Otras especies, como las tortugas almizcladas o las de barro de Mississippi, requirieron un poco de trabajo preliminar.

Estas especies respondieron mejor a "mover el vibrador en círculos lentos y pequeños en los escudos abdominales y pectorales", según indicó el investigador en un nuevo artículo sobre el método (Las buenas vibraciones: un nuevo método para el sexaje de las tortugas fue publicado en la última edición de Acta Herpetologica e incluyó a Hunter Howell, Ethan Hollender y Day Ligon como coautores).

En una entrevista, McKnight minimizó su talento. "Realmente era cuestión de mover el vibrador y probar diferentes técnicas hasta que encontré que las tortugas respondieron bien", comentó.

¿Debía ser un vibrador plateado y brillante el que consiguiera eso?

"Como se trataba de un estudio piloto, compramos el vibrador más barato y genérico que pudimos encontrar", señaló al respecto al tiempo que agregaba que el aparato fue comprado a través de Internet por unos USD 10. "Recibimos una visita de la secretaria del departamento, que quería saber por qué estábamos usando nuestros fondos para pedir un vibrador", recordó.

No hace falta decir que esta técnica está siendo motivo de broma en el sector. De hecho, McKnight ha admitido que no tiene problema en que lo llamen "el tipo vibrador" en una conferencia. Marc Abrahams, redactor de los Anales de Investigación Improbables, comentó que es consciente del estudio y consideró que "claramente es un digno candidato para un Premio Ig Nobel" (una parodia de los Nobel originales).

"Espero que esta no se mi única contribución a la ciencia, pero estoy orgulloso de tenerlo en mi CV", bromeó McKnight.

David Steen, un ecologista de la vida silvestre de la Universidad de Auburn, señaló que este tipo de estudios son valiosos tanto por lo que suman al registro científico como por la forma en que pueden incorporar al público en el debate.

"Hablar acerca de estas innovadoras técnicas puede ayudar a llamar la atención sobre el hecho de que todavía tenemos mucho que aprender sobre las criaturas que están en peligro a nuestro alrededor", subrayó Steen.